El caso Negreira vuelve a estar en el punto de mira. Y con él, el FC Barcelona. La decisión del juez de imputar por cohecho a la entidad azulgrana lleva a que surjan, una vez más, dudas sobre las consecuencias deportivas que podría tener la polémica en Can Barça. Sin posibilidades de que la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y LaLiga actúen, la pelota está en el tejado de la UEFA: si hay castigo, será a nivel internacional.
“Este paso de la justicia por la vía penal puede volver a abrir la posibilidad de que la UEFA continúe con su expediente y acabe sancionando al FC Barcelona. A lo mejor, no pudiendo competir en la Champions el año que viene”, apunta Gonzalo Jiménez Illana, socio de Derecho Deportivo en Martínez-Echevarría Abogados, a Infobae España. Nada se puede hacer en el ámbito de las competiciones domésticas: “Como los hechos enmarcados, en este caso los últimos pagos a Negreira, se referían a entre 2016 y 2018, nos encontramos con que ese plazo de tres años de prescripción fijado según el Código Ético y Disciplinario de la Federación habría finalizado. Y, por tanto, no se podría actuar en ese sentido”.
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Esto significa que el Barça no va a descender de categoría ni a perder puntos ni títulos españoles debido al caso Negreira. Eso sí, Jiménez Illana enfatiza que “existen sanciones que pueden ser muy graves, según el artículo 12 del Código Disciplinario de la UEFA”. “Es el que habla también de la posible exclusión de competiciones, de retirada de títulos, de multas, etc.”, completa el abogado. Así pues, el expediente que el organismo rector del balompié europeo abrió al Barça hace meses, y que nunca cerró, podría seguir su curso. Con la consiguiente apertura de un procedimiento disciplinario que derive en una sanción.
Algo nada descartable en estos momentos. “En la vía penal, tenemos la situación en la que para condenar a alguien, ya sea persona física o jurídica, hay que tener una certeza absoluta. Esta famosa idea de ‘más allá de toda duda razonable’. Sin embargo, en UEFA nos encontramos con que el estándar de prueba es diferente, y se habla de la satisfacción confortable. Es decir, si en el ámbito penal hay que estar cien por cien seguros de que alguien es culpable para condenarle, en el sistema UEFA esa satisfacción confortable oscila entre el 60 y el 90%. Si el Comité de Disciplina de UEFA entiende que es más probable que haya cometido el delito que no haberlo cometido, esa satisfacción confortable puede llevar a que se sancione al club sin tener que ser tan escrupuloso”, resalta Jiménez Illana a este periódico.
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Lo cual lleva a vislumbrar “un futuro en el ámbito deportivo en el cual es muy posible que el FC Barcelona se encuentre con alguna sanción de UEFA”. “Luego me imagino que recurrirían a Apelación, incluso al Tribunal Arbitral del Deporte, pero, desde luego, ya les produciría una afección importante”, destaca el experto.
Similitudes con el ‘Moggigate’
Hay otros antecedentes por amaño en el Viejo Continente que tuvieron consecuencias de peso. En Francia, el Olympique de Marsella se quedó fuera de la Liga de Campeones 94-95 por comprar un partido contra el Valenciennes. En Bélgica, el Anderlecht sufrió un año de exclusión por comprar partidos en el curso 98-99. En Turquía, el Fenerbahçe fue penalizado con dos años de exclusión, aunque posteriormente fue declarado no culpable. En Macedonia, la manipulación de un encuentro de la fase previa de la Champions de 2004 llevó al FK Pobeda a quedarse ocho años fuera de las competiciones europeas. Además, el Skenderbeu, en Albania, fue castigado con hasta una década de suspensión.
Eso sí, el caso de este tipo que más trascendió fue el que llevó a un grande de Italia y de Europa, la Juventus de Turín, al descenso a la Serie B (Segunda italiana) y a perder dos Ligas (y puntos). Una trama de corrupción arbitral tuvo la culpa: los hechos que sucedieron en la temporada 2004-2005 provocaron la posterior inhabilitación de por vida del que fuera director general del club, Luciano Moggi. De ahí el sobrenombre de Moggigate para el escándalo, denominado además Calciopoli por las implicaciones de las que tampoco se libraron, en cuanto a resta de puntos, Milan, Fiorentina y Lazio.
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Gonzalo Jiménez Illana reconoce las semejanzas con el episodio que se vive ahora en la Ciudad Condal. “Van vinculadas a delitos como la corrupción entre particulares, la administración desleal y la falsedad de documento mercantil, que son los que se le investigaban en un primer momento al FC Barcelona”, enumera. Con la entrada en juego, desde este jueves, de una nueva vulneración: el cohecho. “Generalmente, va asociado a personas o a funcionarios y autoridades públicas. En este caso, el juez ha considerado que Negreira, en su condición de vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, tenía esa característica. Entonces, este delito de cohecho afecta al propio Negreira en la figura de cohecho pasivo, al hijo de Negreira como cooperador necesario y al FC Barcelona y a sus directivos como parte de cohecho activo. Son los que habrían promovido el darle estas cantidades de dinero que oscilan entre los siete y ocho millones, con desembolsos de más de medio millón por temporada”, explica el jurista.
Con una retahíla de casos sangrantes en los tribunales para el Barça en los últimos años (caso Neymar, Barçagate, caso Abidal), el referente a Negreira no ayuda a limpiar la imagen de la organización. “Daña la reputación del fútbol español de una manera incomparable y pone en tela de juicio todo el desarrollo de la propia competición durante estos años”, lamenta un Jiménez Illana que augura lentitud, por los plazos, para tener resolución en lo penal. Lo que ocurra en términos deportivos, queda claro, dependerá de la UEFA.