Después de la tormenta, la calma siempre llega. Ha ocurrido de nuevo en el caso de la selección española femenina de fútbol, tras la semana más convulsa de su historia. Pintaban bastos al inicio de la primera concentración después de conquistar el Mundial: las convocadas acudían a la cita prácticamente a la fuerza y para no comprometer su carrera si había sanciones por borrarse. La tensión era patente, con las reuniones primando sobre el deporte rey en busca de una voluntad firme de cambio. Una vez advertidos ciertos brotes verdes, ni siquiera el cansancio acumulado pudo con las campeonas, que superaron con nota el estreno en la Nations League contra Suecia y Suiza. Una vez más, ellas se han reivindicado. ¿Y la nueva seleccionadora, Montse Tomé? La teoría dice que también, pero la práctica, para variar en esta historia, no está tan clara.
“Estamos felices, hemos conseguido sobreponernos a muchas cosas y estamos en un momento en el que disfrutamos de la victoria”, consideró la entrenadora asturiana nada más concluir su experiencia iniciática al frente de La Roja. “He tratado de estar cerca de ellas y a medida que hemos podido llevar a cabo lo que teníamos preparado hemos disfrutado de la profesión. Les dimos confianza, ellas nos lo dieron todo y el resultado es el gran juego que podemos hacer”, añadió. El mensaje que se transmite es de unidad, y podría pensarse que esta por fin se ha encontrado.
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Para muestra gestual, el hecho de que algunas jugadoras invitasen a Tomé a sumarse a la celebración del triunfo a domicilio en Gotemburgo, con los abrazos dándose ya de forma notoria al festejar la victoria en Córdoba este martes. Para muestra verbal, varias declaraciones procedentes del vestuario.
“Está todo bien, al principio fue todo un poco extraño. Raro por cómo se dio la convocatoria. Pero las cosas pasan, nos hemos quedado y cuando te quedas hay que asumir toda la responsabilidad que tienes. Ya trabajamos para ganar”, aseguró Aitana Bonmatí. “En los partidos se han reflejado las sensaciones que hay en el equipo y en los entrenamientos que hemos tenido se ha visto el buen rollo que existe”, le siguió Maite Oroz. Eso sí, la más contundente fue Athenea del Castillo.
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“Nos ha transmitido muchísima confianza y tranquilidad. Tuve la oportunidad de coincidir con ella en unas convocatorias antes del Mundial sub-20 y me gustaron muchísimo los conceptos y la forma de expresarse que tenía. Aquí también me está gustando, eso es algo positivo”, expuso la delantera del Real Madrid. A tenor de todo esto, cabría suponer que las aguas ya no bajan revueltas y que se ha firmado la paz entre Tomé y sus pupilas, gracias al buen hacer deportivo de los dos últimos compromisos. Sin embargo, la sensación de que la encargada del combinado no las tiene todas consigo sigue flotando en el ambiente.
El pasado no le favorece
El capítulo de las dudas en torno a la primera mujer al frente de la absoluta permanece, a pesar de todo, abierto: no sería la primera vez en la que las cosas parecen de una manera y luego son de otra en el equipo nacional. Para empezar, está el hecho de que Tomé fue la número dos de Jorge Vilda, fulminado a raíz del caso Rubiales. Un expresidente de la Federación al que ella, aunque se retractó después, aplaudió en la asamblea donde se negó a dimitir.
Está claro que los precedentes, antes de asumir el cargo, no ayudaban. Tampoco lo hizo, y eso pudo ser letal para que este periplo no sea una mera interinidad, la primera comparecencia de Tomé como máxima responsable técnica. “Ninguna jugadora me ha pedido no venir convocada”, declaró, asegurando que había hablado con las integrantes de su primera lista antes de que trascendiese que fueron las primeras sorprendidas por estar en ella. “La mejor manera de protegerla es así, he trabajado mucho con ella”, esgrimió al valorar la ausencia de Jennifer Hermoso. “¿Protegerme de qué? ¿O de quién?”, llegó a preguntarse la susodicha en un comunicado posterior.
De entrada, el pie con el que se adentró Tomé en la caseta fue, sin duda, el izquierdo. La cumbre de Oliva sirvió para enterrar un tanto el hacha de guerra: hay piezas mayores que cobrarse en la cruzada por purgar el rubialismo en la RFEF. Eso sí, la profesionalidad podría primar frente a la cercanía. Y, aunque tanto el Consejo Superior de Deportes (CSD) como la propia interesada quieren la continuidad, no es seguro que eso vaya a suceder. Respirar con mayor tranquilidad, de puertas para fuera, ha sido posible porque todo ha ido como la seda en el campo: sólo hay que recordar el semblante y el tono preocupados que presidieron la intervención a la defensiva en tierras suecas, antes de jugar.
“Tenemos ganas de trabajar”, dijo Tomé entonces. Que el foco pasase al terreno de juego le favoreció, pero la autogestión es una hipótesis factible. De hecho, la convicción no puede ser plena cuando se están filtrando, ya finiquitado el parón de selecciones, nombres de posibles nuevos seleccionadores. El Periódico de España habla de Sarina Wiegman, Natalia Arroyo, José Luis Sánchez Vera, Jonathan Giráldez, Toña Is y Pedro López. El tercero, al frente del Levante en estos momentos, quizá sea la opción mejor considerada por las internacionales.
Mientras se esclarecen el futuro del banquillo y el de la dirección deportiva de la selección (Markel Zubizarreta, que acaba de salir del Barça, gana muchos enteros para ocuparla), es evidente que las últimas victorias han servido para ganar tiempo. Está por ver si la herida relativa a Montse Tomé ha cerrado efectivamente o es demasiado aparatosa como para pasar por simple rasguño: la calma puede ser tensa.