El combustible se acerca a los dos euros por litro: la demanda se dispara y el precio de los refinados toca techo

El precio de los carburantes arrastra tres meses de subidas desde que empezó el verano, con un encarecimiento del 12,8% y con la gasolina tocando techo de nuevo. Las previsiones de los expertos llevaban tiempo advirtiendo de esta tendencia y los dos euros por litro se verán más pronto que tarde en las pantallas de muchas gasolineras. El fuerte desequilibrio entre la oferta y la demanda y el precio del barril de petróleo, que ronda los 100 dólares, son dos de los motivos que explican este aumento.

En marzo de 2022, la gasolina superó por primera vez la barrera de los dos euros en el mercado español. Las sanciones económicas que la comunidad internacional interpuso contra Rusia, principal proveedor de combustibles fósiles de la Unión Europea, hicieron que el precio del diesel se disparase. Las medidas aprobadas por los distintos gobiernos sirvieron para contener las tarifas, pero los descuentos tenían fecha de caducidad: el precio del crudo vuelve a encadenar 11 semanas al alza y llenar el depósito del coche es ocho euros más caro que hace un año.

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“Los productos refinados han subido mucho en las últimas semanas y muchos países tienen problemas para satisfacer la demanda. Este incremento es el que marca los precios del carburante en el surtidor”, detallan fuentes de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP) consultadas por Infobae España. Con el escenario actual, llenar un depósito medio de gasolina —55 litros— cuesta 95,21 euros, frente a los 86,9 que costaba a estas alturas del año pasado, aunque por aquel entonces existía una bonificación de 20 céntimos por litro de combustible.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha reportado en julio una demanda récord de carburantes, que se debe fundamentalmente a tres factores. En primar lugar, la vuelta de China al mercado, que llega además debilitada tras la política covid cero adoptada durante los casi tres años de pandemia. En segundo lugar, la recuperación del turismo, con el consecuente aumento de los viajes en avión, y por último, el auge de la industria petroquímica, que consume mucho crudo. Este cúmulo de circunstancias ha impulsado todavía más la subida de los precios.

“España tiene uno de los sistemas de refinería más competitivos y flexibles de todo el continente, por eso, aunque los precios dependan del mercado internacional, podemos estar tranquilos desde el punto de vista del suministro”, añaden desde la AOP. El problema, a diferencia de lo que ocurría hace justo un año, es que no se trata de un fenómeno puntual, sino que parece que las facturas van a seguir durante los próximos meses una tendencia al alza.

Arabia Saudí, que juega un papel protagonista en el sector, ha optado por reducir su producción, pero los pedidos no dejan de crecer. “Habrá que ver como se equilibran la oferta y la demanda, es difícil definir cuánto pueden subir los precios y cuándo pueden empezar a bajar, pero las previsiones no son buenas, porque son muchos los condicionantes”, apuntan las mismas fuentes. Rubén Sánchez, presidente de Facua, suscribe esta tesis y cree “es imposible confirmar hasta dónde van a llegar los precios”, pero tiene claro lo que deben hacer las autoridades para proteger a los consumidores: “La solución pasa por poner topes e intervenir los precios”.

Las gasolineras han aprovechado la subida del precio de los carburantes para hacer caja y duplicar beneficios. Los ingresos de las áreas de servicio han aumentado un 41%, hasta alcanzar los 52.000 millones de euros, según un informe sobre el sector publicado por el Observatorio Sectorial DBK de Informa. El estudio sostiene que la tendencia al alza de los precios, motivada por el “extraordinario” encarecimiento del petróleo, propició las ganancias extra de las empresas que se dedican a surtir combustible. Desde Facua critican la actitud de las gasolineras y aseguran que tampoco han cumplido su parte del trato cuando el Gobierno aprobó el descuento de 20 céntimos por litro de carburante, puesto que “los cinco céntimos que tenían que aportar los soportaban realmente los clientes”.