Los beneficios empresariales tienen más peso sobre el PIB en España que en países como Francia y Alemania pese al avance de los salarios

Tras la crisis de 2008, las rentas laborales retrocedieron en el reparto de la riqueza respecto a las rentas del capital, pero los ERTE y el dinamismo del mercado laboral después la pandemia han devuelto a ambas magnitudes a su media histórica

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Un empleado trabaja en un poste eléctrico. (EFE/ Sanjay Baid/Archivo).
Un empleado trabaja en un poste eléctrico. (EFE/ Sanjay Baid/Archivo).

El PIB también informa de cómo se reparte la riqueza de un país entre los actores que participan en su producción, de manera que la evolución de las rentas salariales y de las rentas del capital en las últimas décadas explica en gran medida qué ha sucedido durante las recesiones y cómo ha salido España de ellas. A tenor de los datos, las rentas del trabajo están recuperando parte del terreno perdido desde la Gran Recesión a costa de los beneficios empresariales que, sin embargo, se encuentran en valores medios y tienen más peso sobre el PIB en España que en países como Francia y Alemania.

Los excedentes de explotación brutos generados tras recompensar el factor trabajo supusieron el 42,4% del PIB de España en 2022, según los últimos datos publicados por el INE el pasado 18 de septiembre. Esta cifra se sitúa ligeramente por encima de la media de los países de la Unión Europea (42,02%). Aunque la diferencia es más notable si se compara con países como Francia, donde los beneficios empresariales supusieron solo un 34,06% del PIB; Suecia (34,81%); Eslovenia (36,18%); Dinamarca (38,58%) o Alemania (38,77%), entre otros.

Los beneficios empresariales en España tienen un peso sobre el PIB parecido al de países como Bélgica (42,05%), Letonia (42,2%), Países Bajos (43,33%) y Chipre (43,6%). No obstante, estos datos podrían variar ligeramente, ya que Eurostat no ha incorporado todavía todas las revisiones del PIB que están llevando a cabo varios estados, no solo España. La actualización de la semana pasada del INE apenas cambia la comparación con los países de la UE en términos de reparto del PIB entre masa salarial y beneficios, pero sí denota una mayor recuperación de los primeros al situar su peso en un 47,8% del PIB respecto al 46,92% estimado a principios de año.

En las tres últimas décadas los beneficios empresariales han tenido un peso sobre el PIB en España del entorno del 42%, por lo que se encuentran en valores habituales según la media. Lo mismo sucede con la masa salarial, cuya media está en torno al 48%. No obstante, estas cifras han sufrido alteraciones, aumentando el peso de las rentas del trabajo en los años previos a la crisis de 2008 y cayendo durante la siguiente década a mínimos, de manera que casi se igualaron con las rentas del capital.

Según explican los economistas Emilio Huerta y Carmen García Olaverri en el artículo editado por Funcas Competitividad empresarial y reparto de rentas: asignaturas pendientes, el reparto de la riqueza generada entre 2009 y 2019 “ha beneficiado a accionistas y empresarios que han visto aumentada su cuota de rentas no laborales frente a los trabajadores”.

En su análisis de la distribución de las rentas generadas en el seno de las empresas españolas con base en la Contabilidad Nacional, detectan que las rentas laborales perdieron cuota en la captura del valor añadido bruto en beneficio de las rentas no laborales. Los académicos atribuyen este fenómeno a dos factores principales: “el poder de monopsonio de las empresas en el mercado de trabajo y la pérdida de presencia e influencia sindical”.

Este cambio en el reparto de las rentas en beneficio del capital también se produjo en otros países europeos. Los datos de Eurostat permiten constatarlo especialmente en Irlanda, donde el excedente bruto de explotación ha pasado de un peso del 46,12% en 2008 al 64,76% en 2019 y a un 70,41% en 2022. Al contario, la masa salarial no deja de perder peso (43,69% en 2008; 28,33% en 2019 y 24,08% en 2022).

En España se evidencian dos salidas distintas de las crisis porque, más allá de las medidas políticas, las causas que subyacían fueron distintas. Tras la de 2008, gran parte del ajuste se produjo a través de despidos de trabajadores, sobre todo en los sectores con mayor burbuja, mientras que durante la recesión de 2020 la masa salarial incluso llegó a suponer más del 50% sobre el PIB como consecuencia de los ERTE.

Estos permitieron mantener el empleo y parcialmente los salarios mientras los beneficios empresariales caían en picado. El dinamismo del mercado de trabajo de los años posteriores ha hecho posible que las rentas del trabajo le coman el terreno perdido al capital durante la década posterior a la Gran Recesión.

El número récord de ocupados, detrás del aumento de la masa salarial

La remuneración de los asalariados (masa salarial) que expresa la Contabilidad Nacional se debe a la interacción entre tres factores: remuneración por hora trabajada, horas trabajadas por asalariado y el número de asalariados. Según explica el economista Daniel Fuentes en X (antes Twitter), el aumento de la masa salarial en 2021 se debe “casi únicamente” al incremento del número de trabajadores y de horas trabajadas con la vuelta a la actividad tras la pandemia, no a subidas salariales. En 2022 también tienen más peso estos factores, aunque aumenta el salario nominal.

A esto se suma que la inflación ha rebajado el poder adquisitivo de los salarios, ya que su aumento ha sido mucho más rápido que el de las remuneraciones. Según Fuentes, el salario real por hora creció un 7,4% entre 1995 y 2009, mientras que disminuyó un 2,5% entre 2009 y 2022. La recuperación de los salarios reales se está produciendo con más fuerza en 2023 porque los costes salariales están empezando a crecer por encima de la inflación y de lo pactado en los convenios.

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