Bienvenidos al mundo del yogui, una práctica que, para sus acérrimos se convierte casi en una forma de vida y cuyo mayor propósito es alcanzar la armonía tanto física como espiritual.
El protagonista de esta película se llama Gustavo y es profesor de un estudio de yoga. Está en mitad de un proceso de divorcio que todavía no alcanza a comprender y su vida no termina de encontrar ese estado equilibrado al que había estado acostumbrado. En definitiva, alrededor suyo, todo se desmorona, tanto que un pequeño terremoto provoca que caiga un biombo sobre una de sus alumnas y pierda sus recuerdos, entre ellos, que estaba enamorada de él.
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Alcanzar el equilibrio en un mundo desequilibrado
La práctica es el nuevo largometraje del director argentino Martín Rejtman, responsable de títulos como Silvia Prieto y también escritor. En ella nos introduce en un universo en el que alcanzar el estado máximo de concentración resulta una meta. Pero para el protagonista (al igual que para el resto de los mortales) resulta imposible conseguirlo instalado en el estadio angustia vital constante en el que se encuentra.
Se ha ido a vivir con la hermana de su ex, cuyo marido fuma sin parar, intenta ir a retiros para volver a encontrar la paz interior, pero no lo consigue. Conoce a una farmacéutica con la que cada vez que va a pasear, se cae por el hueco de una alcantarilla. Y tiene el menisco roto.
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A Gustavo lo interpreta Esteban Bigliardi, presente en películas de autor como La flor o Muere, monstruo, muere y que también aparece en La sociedad de la nieve, de J.A. Bayona. Podría ser perfectamente nuestro Vito Sanz particular, o lo que es lo mismo, un antihéroe patoso al que no le sale nada bien, aunque se esfuerce por alcanzar un estado de plenitud. Porque, a pesar de sus manías, ¿quién no se siente identificado con él dentro de un mundo que nos asfixia?
Esas son las contradicciones que plantea La práctica, o lo que es lo mismo, de qué forma podemos alcanzar el bienestar en el seno de una sociedad que nos estresa de manera continua. El director, para llevar a cabo este dispositivo nos adentra en la comedia a través de un humor entre absurdo e hierático, en unos códigos en los que lo cotidiano se deconstruye hacia una especie de realidad satírica tronchante.
El trabajo de Retjam tanto con el guion como con sus actores resulta milimétrico. Todo se encuentra medido a la perfección casi de forma obsesiva, pero el resultado no deja de ser fresco y purificador, sobre todo por cómo maneja la cadencia rítmica, el tempo, los running gags.
En ese sentido, La práctica se configura como una rareza dentro de la comedia tradicional, sin cinismo, sin pretensiones pero, en realidad, cargada de ellas. Hay tutoriales de rehabilitación en YouTube de rusos desde sus casas, moteros adinerados, comida vegana, hombres salvajes y muchos antidepresivos. En la extrañeza de la propuesta, está su virtud.