El caso de Daniel Sancho, que pertenece en prisión a la espera del juicio tras confesar haber asesinado a Edwin Arrieta, vuelve a dar el salto a los titulares. En esta ocasión el protagonista no es precisamente el joven español, sino el máximo dirigente de la investigación, el general Surachate Hakparn. El número dos de la policía tailandesa, conocido popularmente como Big Joke, está siendo investigado por un presunto delito de corrupción, pues habría aceptado un soborno de 3,65 millones de euros.
Los cuerpos de seguridad del país asiático parecen haberse tomado muy en serio la acusación, desvelada este lunes 25 de septiembre, y han registrado a fondo la casa de Hakparn, en Bangkok. Según el medio Thai PBS se están buscando pruebas que le vinculen al supuesto soborno, que llegaría de un grupo ilegal de apuestas en internet.
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Pese a ello, de momento Big Joke permanece en libertad, ya que no pesa sobre él ninguna orden de arresto. Sí sobre 30 de sus policías, quienes habrían aceptado sobornos de Phongsiri ‘Bostal’ Tharawongsuk, expresidente del equipo de fútbol Lamphum Warriors. Con su nombre en entredicho, la estrategia de Surachate ha sido negar de manera tajante “estar implicado ni en sobornos ni en ninguna red de apuestas”, asegurando que se trata de un intento de desprestigiarle, por lo que colaborará al máximo en la investigación.
Lo cierto es que el policía se ha convertido en uno de los rostros más conocidos de la policía tailandesa. No solo por llevar años luchando contra la arraigada corrupción del reino, también porque su nombre suena fuerte para formar parte de la jefatura de la policía tailandesa.
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Surachate Hakparn no solo tiene a sus espaldas una gran fama, también una reputación ganada a base de resolver casos complicados, y el de Daniel Sancho no es una excepción. Él se ha convertido en una de sus voces más críticas y ha defendido en innumerables ocasiones su culpabilidad, llegando a aconsejarle que cuando tenga lugar el juicio entone el mea culpa para no empeorar su situación.
Largo curriculum
Mientras resuelve el caso, Big Joke puede presumir de haber encerrado a otros criminales muy mediáticos, algunos de cuáles han tenido como protagonistas a ciudadanos extranjeros. Una de esas ocasiones tuvo lugar en 2019, cuando gestionó el conflicto internacional por la llegada a Tailandia de Rahaf Mohammed al-Qunun, una joven saudita que huía de su país por el maltrato al que le sometía su familia. Big Joke, que era jefe de inmigración de la Royal Thai Police, desveló a posteriori que Arabia Saudí había presionado a su país para que detuvieran a la joven, algo a lo que él se negó. Finalmente, recibió asilo en Canadá.
Pero su expediente también tiene manchas. Fue protagonista de una crisis internacional tras dudar de una turista británica que aseguraba haber sido violada y a quien amenazó con que si mentía, no la dejarían volver a entrar en el país. Poco después comentó públicamente sus dudas sobre un nuevo sistema de identificación por el que el gobierno había pagado 65 millones de dólares. Meses después, mientras estaba dándose un masaje, su coche fue tiroteado. Su reacción fue marcharse de Tailandia y mudarse con su país a la India, donde se ordenó como monje budista. Poco después regresó a su país natal, donde poco a poco fue recuperando el estatus perdido.