A veces uno se pone a buscar una cosa y acabo encontrando otra cosa que, aunque no era la que buscaba originalmente, acaba centrando todo su interés hasta tal punto que se olvida de qué estaba buscando inicialmente. Esto le puede pasar a cualquiera, pero sobre todo ocurre en el caso de los periodistas, quienes muchas veces pasan tanto tiempo con una investigación que acaban perdiendo el interés en esta, y en otras descubren una historia paralela que les acaba acaparando toda la atención, sobre todo si es una sobre la que no solo no tienen respuestas, sino que nadie las tiene.
En este concepto de misterio y fascinación se mueve Dispararon al pianista, la última película de Fernando Trueba y Javier Mariscal en su reencuentro trece años despuñes de Chico y Rita, la emocionante película de animación sobre dos artistas de jazz que se enamoraban en la Cuba de los años 40. Una película que fue galardonada con el Goya de animación y que logró llegar a estar entre las cinco nominadas a los Oscar junto a Kung Fu Panda 2, El gato con botas o la ganadora Rango.
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De aquella preciosa película permanece la estupenda animación y el amor por el jazz, pero por lo demás es una película narrativamente muy distinta. Dispararon al pianista no es una historia de amor entre dos músicos, sino la desesperada búsqueda de un pianista brasileño por parte de un periodista americano. Jeff Harris -al que presta voz Jeff Goldblum más de treinta años después de trabajar con Trueba en El sueño del mono loco- es un periodista que acaba de dar el pelotazo tras escribir un artículo para el New Yorker sobre la bossa nova, el género musical nacido en Brasil y que mezclaba samba y jazz creando un nuevo sonido que inspiraría a otros grandes artistas como Ella Fitzgerald o Frank Sinatra, que se adentrarían en los clubes y cafés en los se interpretaba esta música.
La investigación lo llevará a descubrir la magia de Río de Janeiro hasta dar con la historia de Francisco Tenório Júnior, un pianista brasileño desaparecido en argentina y al que se cree que asesinaron por motivos políticos. Harris se enfrascará desde ese momento en la búsqueda de información en torno al pianista, entrevistando a todos los grandes rostros de la escena de la bossa nova de los 60 pero perdiendo el foco de su reportaje.
Una bella postal con sabor agridulce
Dispararon al pianista se ubica en un terreno tan poco explorado y casi desconocido como la bossa nova a la historia de la música. Ello tiene sus ventajas: descubre un mundo nuevo para muchos espectadores, da voz a una serie de leyendas musicales injustamente olvidadas y adhereza todo al ritmo de una banda sonora que te lleva en volandas y te transporta a una época mucho más alegre y despreocupada. Sin embargo, conforme la película avanza no solo las alegres notas tornan en algo mucho más serio y triste como es todo el entramado político en el que se ve envuelto Tenorio Júnior, sino que la propia película también adolece de sus propias limitaciones.
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La película escoge un formato arriesgado como es el de la animación semidocumental, para contar una historia que funciona como un thriller en la teoría, pero que en la práctica consiste en una serie de entrevistas que pueden hacerse tan interesantes al principio como redundantes y cansadas al cabo de un tiempo. Como el propio Harris con su reportaje, la película se recrea demasiado en la figura de Tenorio Júnior, y olvida en gran medida todo lo que había construido previamente para dejar al espectador con una sensación agridulce. Dispararon al pianista brilla más cuando se deja llevar por el ambiente que cuando toma las riendas e intenta centrarse en una investigación de la que en realidad hay poco que dilucidar.
Estrenada en el Festival de San Sebastián, Dispararon al pianista es ante todo la confirmación de que la animación española vuelve a coger fuerza, como demostrarán también futuros estrenos como Robot Dreams de Pablo Berger o Dragonkeeper de Salvador Simó Busom (Buñuel en el laberinto de las tortugas). La película se estrenará el próximo 6 de octubre y será el momento para que los espectadores se dejen sorprender por la bossa nova, por el piano de Tenorio Júnior y por aquella fascinante aunque convulsa época. Pero tengan cuidado con no dejarse llevar por el caso demasiado y entrar en esa espiral de desesperación. Es un mal del periodista que es mejor no intentar en casa.