Cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor. Los liderazgos en los partidos cambian, pero las siglas se mantienen, aunque también éstas se pueden desvanecer con la marcha de sus máximos representantes. Esta última premisa no se ha cumplido en los dos principales partidos de ámbito nacional, PSOE y PP, pues ambos han sobrevivido y han remontado la marcha de quienes en su día los llevaron hacia lo más alto.
Felipe González (81 años) y José María Aznar (70 años) tienen en la actualidad dos liderazgos desiguales en el PSOE y PP, respectivamente, aunque hay una cosa que les une: no dejarán de tener voz y no pasarán desapercibidos. La historia y los sentimientos de quienes en su día les votaron no lo permitirán mientras sigan con vida. Si bien, esto no significa que sus planteamientos, aunque se respeten, no sean cuestionados en sus formaciones políticas, especialmente en lo que respecta al primero.
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Con las negociaciones para la formación de un nuevo gobierno tras el 23 de julio, ambos pesos pesados han elevado el tono en las últimas semanas para influir, en un caso, y molestar, en otro. Aznar y el actual presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, tratarán de exhibir unidad este domingo frente a la investidura de la próxima semana del líder popular, abocada al fracaso. Por su parte, González evidenció esta semana la distancia que le separa del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, llamado a revalidar el Gobierno de coalición con los votos de una mayoría plurinacional.
Felipe González, arma arrojadiza de la derecha
González fue capaz de llevar a la Moncloa a un partido que sobrevivió en la clandestinidad al franquismo, siendo presidente del Gobierno desde 1982 hasta 1996. El exsecretario general del PSOE (1974-1997) se afilió en 1964 a la formación fundada por Pablo Iglesias y todavía sigue con el carnet, pero que en las últimas elecciones le “costó” votar al PSOE más que en otras ocasiones.
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Durante las campañas del 28-M y del 23-J estuvo ausente, una situación que contrastó con la fuerte presencia de otra figura importante del partido, José Luis Rodríguez Zapatero, también exsecretario general (2000-2012) y expresidente del Gobierno durante dos legislaturas (2004-2011). Si bien, Sánchez no dejó de evocar a González, cuya última victoria hace 30 años le sirvió de faro para la remontada pese a que el expresidente no pidió el voto para él.
Felipe González ha elevado la voz prácticamente contra todas las decisiones arriesgadas de Sánchez que, a pesar de todo, no le han restado en las urnas. El expresidente ha sido la punta de lanza de esa vieja guardia que ha rechazado la coalición con Unidas Podemos, los pactos con ERC y EH Bildu en el Congreso, los indultos a los presos del procés catalán y la derogación del delito de sedición.
Ante la posibilidad de un pacto con Junts, el partido de Carles Puigdemont, sobre una posible ley de amnistía para los encausados por el referéndum del 1-O, González ha “recuperado la voz”, como ironizan desde la cúpula del Ejecutivo, para instar a Sánchez a decir “con claridad que en el marco de la constitución no cabe ni la amnistía ni la autodeterminación”.
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Además de reaparecer en los medios, González protagonizó el pasado miércoles un acto junto a quien fuera su pareja política, Alfonso Guerra, para arremeter contra la amnistía y defender la gran coalición (un pacto entre PSOE y PP), su principal nostalgia. Sus reflexiones y críticas nunca pasan desapercibidas en las filas del PSOE “de ahora”, pero tras este evento, varios dirigentes han expresado en público su descontento por unas palabras “anticuadas”, como valoró el ministro de Cultura en funciones y presidente del PSC, Miquel Iceta.
‘Dos viejas guardias’ paralelas en el PSOE
En Ferraz evitan echar más leña al fuego y afean a la derecha el uso del PP de González como arma arrojadiza, comparando las actuales críticas al Gobierno de Sánchez con las que un día recibieron el propio Felipe González y el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero por intentar “transformar” tanto el partido como el país. El propio secretario general del PSOE dirigió el foco hacia los de Feijóo por hablar de González, Guerra o Emiliano García-Page como “buenos” o “auténticos socialistas”.
La posibilidad de que se pacte una ley de amnistía no solo ha despertado recelos por parte de los críticos habituales, ya que estas advertencias contra la medida de gracia han llegado desde otros sectores que acostumbran estar al margen, como Ramón Jáuregui. Pero no toda la vieja guardia del partido ha secundado los pasos de González. Hace poco más de dos meses, históricos dirigentes del PSOE andaluz lanzaron un manifiesto en defensa de Pedro Sánchez, entre los que se encontraban figuras cercanas al exdirigente sevillano y que participaron en la mítica foto del “clan de la tortilla” allá por los 80, como Carmen Hermosín, Isabel Pozuelo, José Manuel Amores, Luis Yáñez o Pablo Juliá.
Precisamente, estos dos últimos han opinado estos días en contra de las acciones lideradas por González y Guerra. “A Felipe y Alfonso los conozco mejor que a nadie, desde hace 60 años. Y yo creo que lo que tienen es un ataque de celos tremendo con Pedro Sánchez porque no les llama o no les consulta. Con 80 años no puedes estar condicionando la política de las nuevas generaciones”, dijo Luis Yáñez en el El País. Por su parte, Pablo Julià señaló en Facebook que “Felipe debería salir de esa esquina de la que se está aprovechando la derecha. Creo que estamos muchos de acuerdo que gobierne el PSOE, pero hay que respetar los cimientos de la democracia y no se puede tolerar chantajes, pero con la derecha, ni a misa”.
José María Aznar, la llama que prende a la izquierda
En el PP, sin embargo, ningún dirigente se atreve a desafiar o cuestionar en público a José María Aznar. Llama la atención el hecho de que en el partido conservador no se ensalza tanto su figura como en el PSOE con Felipe González, pero sigue siendo un invitado estrella en los actos más importantes del partido protagonizados por su actual líder, Alberto Núñez Feijóo.
Este domingo se volverá a repetir una foto habitual entre ambos, ya que Aznar acudirá al acto del PP contra la amnistía, que tendrá lugar en Madrid y solo a tres días de la investidura de Feijóo. La intrahistoria del este evento sirve para ilustrar que, más allá de aparecer en la foto, el peso del actual presidente de la Fundación FAES en el partido que presidió entre 1990 y 2004 sigue estando vigente.
La victoria de Aznar en 1996 puso fin a los 14 años de Felipismo, pero cabe recordar que llegó a la Moncloa gracias al Pacto del Majestic firmado con CiU de Jordi Pujol, un espacio ideológico en el que los de Carles Puigdemont pescaron los votos tras su desaparición. Pese a este y otros acuerdos con fuerzas nacionalistas, Aznar volvió a tomar el pulso para alentar a una “contienda democrática” contra la amnistía: “Hay que decir ‘basta ya’ a la destrucción programada de la nación”.
Dicho y hecho. Génova salió al paso y en menos de 24 horas anunció un “gran acto” en Madrid para este 24 de septiembre contra esta medida, con el que el líder del PP pretende llegar fortalecido a su investidura abocada al fracaso desde que se marcó en rojo en el calendario. Si bien, el cambio de planes en la cúpula popular tras las palabras de Aznar (en un principio, el acto estaba concebido para encumbrar a Feijóo, no para protestar contra un posible nuevo gobierno de Sánchez), suscitó las críticas en la izquierda, que cuestionaron el liderazgo del presidente del PP.
El propio Sánchez afeó a Feijóo que “por indicación del señor Aznar” se manifestará “en contra de la investidura socialista al grito de que España se rompe”, aunque siga estando en vigor su proceso de investidura, mientras que las palabras de Aznar fueron calificadas por el Ejecutivo en funciones de “golpistas”, entre otros calificativos. El exdirigente popular representa la parte más radical del partido, sirviendo de contrapeso ideológico de un Feijóo (anteriormente le ocurrió a Pablo Casado y a Mariano Rajoy) revestido de moderación (en entredicho tras avalar decenas de pactos de gobierno con Vox).
El expresidente Aznar, calificado como el presidente de la guerra, es la mecha que prende a la izquierda y la cohesiona; a diferencia de González, que sirve de oxígeno a la derecha frente al PSOE “de ahora” que tanto incomoda a su vieja guardia.