Cuando ya todo estaba perdido y la sangre de marinos españoles y franceses teñían las costas gaditanas a la altura de Trafalgar, un buque se negaba a rendirse. La tripulación del San Juan Nepomuceno tenía prohibido darse por vencido, esa había sido la última orden de su comandante, Cosme Damián Churruca, antes de perder la vida en la apoteósica batalla naval que cambiaría el devenir de la historia de formas inimaginables por entonces. Sólo cuando el barco, con 74 cañones, se vio rodeado por hasta seis embarcaciones británicas que lo cañoneaban y los muertos abordo llegaban al centenar, el navío de línea de la Real Armada Española claudicó ante el enemigo.
El buque fue apresado y arrastrado hasta Gibraltar, donde sería utilizado como lugar de recepción de autoridades hasta 1818, año en el que fue finalmente desguazado. Cuenta la leyenda que en honor a la bravura y valentía de Churruca, los ingleses colocaron una placa en la que fuera su cabina y ordenaron que todo aquel que entrara en ella se quitara el sombrero como muestra de respeto al intrépido enemigo. Hoy, a 218 años del último combate del Nepomuceno, un grupo de historiadores, ingenieros y emprendedores pretende resucitar al heroico navío y ponerlo nuevamente a flote para devolverle toda su gloria.
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Así, la Asociación para la Reconstrucción del San Juan Nepomuceno busca, como su nombre lo indica, erigir nuevamente la embarcación a escala real a partir de los planos originales del siglo XVIII. “Va a ser un navío completamente histórico”, cuenta a Infobae España el historiador y presidente de la entidad, Fernando Cevallos Fresneda, quien, junto a su equipo, está inmerso en la divulgación de la historia naval española y de todos sus aportes al arte de la navegación.
Cevallos explica que la elección del Nepomuceno para recrear de forma absolutamente respetuosa con el diseño original un buque concebido hace más de 250 años se debe a que el navío que supo liderar Churruca marcó un antes y un después en la construcción naval española. Este barco fue el prototipo de los primeros navíos de línea que se hicieron a la francesa, un innovador sistema que, a finales del 1700, permitió a la Armada hacerse con buques más rápidos, maniobrables y, como demostraría el Nepomuceno, capaces de brillar en el campo de batalla.
Un proyecto vinculado a Cantabria
El Nepomuceno no sólo supuso un cambio en la forma de diseñar embarcaciones de guerra en España sino también el último contrato, en 1766, del astillero de Guarnizo, en Cantabria, región que albergará al navío una vez terminada su (re)construcción. La idea “primordial”, y a la vez todo un reto, de la asociación que lidera Cevallos es que la réplica del navío se construya en esta localidad cántabra aunque, conscientes de los desafíos inherentes a las mareas y profundidades de la bahía de Santander, también barajan otras posibilidades.
Sin embargo, el plan sigue siendo que alguno de los astilleros de la región lleve a cabo la construcción, que supondría una inversión de aproximadamente 20 millones de euros con los que se comprarían, entre otras cosas, las algo más de 2.000 toneladas de madera que deberían emplearse en un buque de estas características: 54 metros de eslora, 14 m de manga, 6,82 de puntal y un calado de 5,98 en pros y 6,52 en popa. “Una mezcla prodigiosa de artesanía e ingeniería”, destaca el historiador.
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La intención de la asociación es que, una vez listo, el nuevo Nepomuceno atraque de forma permanente en el dique de Gamazo, a escasos metros del Museo Marítimo del Cantábrico, en Santander, donde funcionará como centro cultural, museo y espacio científico. “La idea es convertirlo en un aula abierta para el estudio militar de España y de la ingeniería y construcción naval en madera”, detalla Cevallos. Si bien el bravo navío de Trafalgar volverá a tocar el mar, no está entre los planes que salga a navegar: “Desgraciadamente, hemos hecho diferentes estudios y es altamente complejo e incompatible cumplir las actuales normativas de navegación, motorización y demás con mantener unas verdaderas formas y aspecto históricos”.
Para hacer realidad la resurrección del Nepomuceno, la asociación ya se ha puesto en contacto con diversas entidades públicas y privadas, como el Gobierno de Cantabria, empresas e incluso la Armada, aseguran, se ha mostrado muy interesada en el proyecto. Quizás, con suerte, en algunos años sea posible recorrer las entrañas de este emblemático navío, sin olvidar, al ingresar a su cabina, quitarnos el sombrero en honor a Churruca y el resto de los héroes de Trafalgar.