20 años de ‘Días de fútbol’, la película que nos enseñó que la vida de barrio se parece mucho a un partido del Atleti

El filme de un joven David Serrano se convirtió en la gran sorpresa de los Goya y a día de hoy es una auténtica película de culto para muchos españoles

De izquierda a derecha: Luis Bermejo, Roberto Álamo, Secun de la Rosa, Alberto San Juan, Pere Ponce, Fernando Tejero y Ernesto Alterio en 'Días de fútbol'

Cuando un tal Diego Pablo Simeone llegó al Atlético de Madrid allá por finales de 2011, el equipo vagaba sin rumbo por el medio de la tabla, con una plantilla mezcla de jóvenes promesas y jugadores experimentados (Thibaut Courtois, Filipe Luís, Godín, Gabi, Mario Suárez, Falcao o Adrián López) que sin embargo no terminaba de dar con la tecla, perdía más partidos de los que ganaba y ya no parecía aquella que había ganado la UEFA Europa League tan solo dos años antes.

Aquel Diego Pablo, al que pronto se le conocería con el sobrenombre de El Cholo, venía también de un modo algo convulso, después de pasar durante media temporada por el Calcio, regresar a Argentina para entrenar a Racing y tener que dejar el club de nuevo a mitad de temporada. Todo parecía abocado al fracaso, pero a veces el destino sonríe a los más desafortunados y hace que estos vuelvan a sonreír, aunque sea a costa de un par de palos ente medias.

Unos años antes, en 2003, se estrenaba la película Días de fútbol. Aunque era anunciada por “El equipo de Al otro lado de la cama”, lo cierto es que el director no era el mismo, Emilio Martínez-Lázaro, sino el guionista del filme, un tal David Serrano. Con tan solo una película como guionista en su haber y apenas 26 años a sus espaldas, Serrano era el más joven de un rodaje mezcla de actores con cierta experiencia -Ernesto Alterio, Natalia Verbeke, Alberto San Juan...- con jóvenes promesas del cine español como Secun de la Rosa, Roberto Álamo o un Fernando Tejero que estaba a punto de meter un gol por toda la escuadra a la comedia española.

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Con semejante alineación y entrenador, Días de fútbol tenía más papeletas para hundirse en la taquilla que para jugar en la Champions, pero no contaban con un gran factor a su favor: el barrio. Si aquel Atleti contaba con la hinchada del ya desaparecido Vicente Calderón, la película hacía lo propio con una afición que sigue vivita y coleando, la del barrio de la Elipa. Vale que no tenía el mismo glamour, que el campo era de tierra y que el patrocinador brillaba por su ausencia, pero era todo eso lo que le daba su propia mística. Entre los Leones de la Elipa, El Sporting de Valcárcel o el Me Flipa la Elipa, ahí se erigía, con un nombre tan simple como intimidante, la Brasil de Antonio (Ernesto Alterio) y Serafín (Fernando Tejero), capitanes de un equipo que la única relación que guardaba con la Canarinha de Ronaldo y Ronaldinho era sus atrevidos looks y sus peculiares ortodoncias.

Tráiler 'Días de fútbol'

“La vida es un cansancio constante”

Días de fútbol contaba la historia de Jorge (Alberto San Juan) y sus amigos del madrileño barrio de La Elipa. Un grupo que tiene que lidiar con los típicos problemas de cuando cumples los 30: unos decidir si quieren tener hijos -y si deberían ir a la pública o la privada-, otros casarse, otros buscar trabajo y otros directamente terminar la carrera. Unos problemas que, aunque hayan pasado veinte años, no quedan tan lejanos, aunque hoy en día incluso se antojen hasta menos serios que los actuales según el caso. Pero, cada uno con sus propias circunstancias, lo que unía a todo el grupo era ese sentimiento de camaradería forjado en la infancia y adolescencia, ese alivio de poder desfogarse con el otro mediante una tarde de cañas o una pachanga vespertina al salir del tedioso trabajo.

Porque detrás de cada chiste, de cada golpe, de cada insulto socarrón, en la película se escondía también una descarnada mirada a la vida de los que hoy se conocen como Generación Y, pero que en su momento se podía resumir en aquellos pobres diablos que habían crecido en los 80, disfrutado en los 90 y entraban en los 2000 con mucha resaca y pocas ganas de mucha más fiesta. Solo Antonio, que por haber estado en la cárcel parece haber escapado de ese hastío vital que respira el resto del grupo, muestra tener ilusión por la vida y querer buscar un proyecto personal en esta, ya sea a través de estudiar psicología, de convertirse en taxista o de fundar el equipo que traiga de nuevo la gloria a la banda.

Con cierto juego tosco -hay determinados comentarios y bromas que no han envejecido demasiado bien- pero una exhuberante naturalidad propia de la edad de quien dirigía y de quienes protagonizaban, Días de fútbol recuperaba de alguna manera ese aroma de cine de barrio que ya había comenzado a recuperarse a finales de los 90 con la película de Fernando León de Aranoa (Barrio, 1998) y que tendría su repunte más tarde con películas como 7 vírgenes o A cambio de nada de Daniel Guzmán, cuando pudo quitarse el sambenito de Roberto de Aquí no hay quien viva y hacer la película que llevaba años preparando. Guzmán no aparecía en Días de fútbol, pero sí Fernando Tejero, que gracias a su interpretación como Serafín terminó logrando el Goya a actor revelación, el único de los cinco cabezones a los que aspiraba una película que nadie pensaba que fuera a llegar tan lejos.

Coraje, corazón y mucha terapia

Visualizar es ganar, si no visualizamos el ganar, si no vemos la victoria, esto es una mierda, la más grande que hemos hecho en nuestra vida”. Podría ser una frase del Cholo, pero no, era de Antonio, el personaje de Ernesto Alterio y otro adelantado a su tiempo, no solo por sus peculiares métodos de coaching, sino también por su defensa a ultranza de la comunicación, sinceridad y la terapia como claves del éxito, en un tiempo en el que la salud mental no estaba ni mucho menos tan interiorizada en nuestro imaginario colectivo.

Por su patetismo mezclado con costumbrismo, por la espontaneidad que daba David Serrano desde la banda y por el talento intrínseco que llevaban en la sangre sus protagonistas, Días de fútbol se convirtió en todo un fenómeno y a día de hoy es mucho más que una película de culto, es un rincón añorado, un lugar seguro para mucha gente, incluso la que no la vio en su momento, tal y como ha sucedido también con otra producción estrenada a la vez como Aquí no hay quien viva. Nadie daba un duro por ellos, y sentaron las bases de la nueva comedia española al tiempo que la mayoría de sus protagonista se convirtieron en actores de renombre.

La de Días de fútbol, como la del Atleti del Cholo que ha terminado ganando dos ligas, dos Europa League y llegando a dos finales de Champions, es una pasión que se ha ido transmitiendo y heredando con el tiempo, y que sigue ahí presente cuando peor se ponen las cosas. Algunos dirán que siguen siendo los mismos de antes, una panda de fracasados que nunca saldrán del barrio. Y si después de reírse con el cerdo Manolito, del “Ramón, calvo”, o el “a mí no me actúes, a mí no me actúes” de Serafín siguen pensando igual, no sigan intentando entenderlo. Es simplemente un sentimiento, no lo pueden entender...

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