Las futbolistas españolas pidieron una renovación efectiva, desde ya, de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). La están consiguiendo: van dos despidos en la organización desde que se produjo la cumbre de Oliva (Valencia), en busca del desbloqueo del conflicto. El Gobierno, a través del Consejo Superior de Deportes (CSD), se comprometió a limpiar la casa para que el rubialismo deje de impregnarla. En pos de lograrlo, el nuevo señalado por las jugadoras que se ve forzado a abandonar su cargo es Miguel García Caba, responsable de Integridad en los coletazos postreros de la era Rubiales.
García Caba también era, hasta ahora, vicesecretario general de la RFEF. Además, llegó a estar a cargo de la asesoría jurídica federativa. Su permanencia en la Federación se había visto muy comprometida desde que estalló la polémica por el beso no consentido del expresidente del fútbol español a Jennifer Hermoso. Una vez apartado su superior inmediato, Andreu Camps (secretario general), todo hacía indicar que uno de los siguientes en salir iba a ser él.
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El adiós de Rubiales y del anterior seleccionador femenino, Jorge Vilda, tan sólo fue un prolegómeno de lo que estaba por venir. En estos días, mucho más marcados por las reuniones que por el balompié, las internacionales han dejado muy claro que quieren a una serie de personas fuera de Las Rozas para sentirse seguras con la absoluta. Esta suerte de lista negra la componen, según pudo saber Infobae España, Pedro Rocha, presidente interino; Andreu Camps; Tomás González Cueto, asesor jurídico externo; Antonio Ramón Caravaca, abogado de la Federación; Miguel García Caba; Javier Matallanas, portavoz de la Federación; Albert Luque, director de la selección masculina; Luis Medina Cantalejo, presidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA); Francis Hernández, coordinador de las categorías inferiores; José María Mora, director de Operaciones y Eventos; Pedro González Segura, director de la asesoría jurídica federativa; Ana Álvarez, directora de fútbol femenino; Rafa del Amo, presidente de fútbol femenino, y Pablo García Cuervo, director de Comunicación.
Se espera que “casi todos” ellos, según señalaron fuentes conocedoras del cisma a este periódico, acaben fuera de la RFEF; el puesto de Rubén Rivera, director de Marketing, también corre peligro. Ahora ha sido el turno de García Caba, que llegó a dirigir los servicios jurídicos de LaLiga y del Real Madrid antes de que Rubiales decidiese llevárselo a la Federación.
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“La grabadora andante”
García Caba quedó sentenciado por el informe de su departamento que alcanzó notoriedad minutos antes de la asamblea del ya famoso “¡No voy a dimitir!”: en él, se calificaba el igualmente célebre beso de “anecdótico”. Además, fue uno de los cargos de la RFEF que presionó a Jenni Hermoso, una vez desencadenadas las críticas generalizadas, para que defendiese a Rubiales.
Por si esto fuese poco, a García Caba se le apoda Miguel García “Graba”, debido al mayor escándalo que ha protagonizado: acudir supuestamente en son de paz a una reunión con el presidente de LaLiga, Javier Tebas, para grabarle sin consentimiento y filtrar esa conversación a los medios. De ahí que un opositor firme a la Federación como es Miguel Galán se haya referido a él con el sobrenombre de “la grabadora andante”.
Cuando todo parecía indicar que García Caba estaba perdiendo peso en la Federación, este solicitó una reunión urgente tanto con Tebas como con Gerardo González, precisamente uno de los predecesores de Andreu Camps en la secretaría general federativa. La teoría indicaba que Rubiales saldría mal parado por culpa de esa cita, pero los retratados, a posteriori, fueron los representantes ligueros. Cuyo plan antiRubiales se hizo público por sorpresa debido a las grabaciones del vicesecretario de la RFEF.
“Las grabé para protegerme, y gracias a Dios que lo hice”, llegó a reconocer. Tebas y González no fueron los únicos a los que traicionó entonces: Carlos del Campo, Director Adjunto a la Presidencia de LaLiga e íntimo amigo de García Caba, fue otro que cayó en la trampa. Gracias a ella, García Caba recuperó caché en la RFEF y, en mayo, quedó al cargo de Integridad. Allí ha terminado su tiempo, no exento de convulsión, en el máximo organismo del deporte rey en España.