De ganar el Mundial al esperpento en un mes: España afronta contra Suecia su partido más difícil

La selección regresa a la competición en medio del caos tras el caso Rubiales, que dejó en un segundo plano la gesta más importante en la historia del deporte femenino español y ha provocado un cisma en la RFEF. El encuentro, trascendental para estar en los Juegos de 2024, llega en un momento de máxima tensión

Las jugadoras de España y Suecia durante la semifinal del Mundial femenino de fútbol (EFE / Aaron Gillions)

Hace exactamente un mes y dos días, la colegiada Tori Penso pitaba el final del partido entre España e Inglaterra. Un sonido que certificaba la hazaña más importante de siempre para el deporte femenino español: la selección de fútbol era campeona del mundo. El momento y la estrella movilizaron al país y dispararon a cotas máximas el interés por el fútbol femenino. Era difícil imaginar un escenario más propenso para impulsarlo, pero la gloria duro bien poco, exactamente los minutos que pasaron entre el silbato y el beso no consentido que Luis Rubiales le dio a Jenni Hermoso durante la entrega de medallas. A partir de ese momento, la gesta quedó eclipsada por una situación esperpéntica que ha dado la vuelta al mundo y ha terminado con Rubiales fuera de la presidencia de la RFEF y acusado de un delito de agresión sexual y otro de coacciones y las jugadoras inmersas en una batalla por conseguir una Federación más justa.

La celebración rápidamente dio paso a comunicados de una y otra parte, a ataques y contraataques de Rubiales y a un sinfín de reuniones infructuosas. El ya expresidente se aferraba al cargo y las futbolistas defendían y defendían a su compañera. Hasta que Hermoso alzó la voz y señaló al dirigente. Entonces, Rubiales, sancionado primero por la FIFA, cayó. Y con él, el seleccionador Jorge Vilda, destituido por el nuevo presidente en funciones, Pedro Rocha, cercano a Rubiales, que escogió a Montse Tomé, segunda de Vilda y en la foto de los aplausos al exmandatario en la Asamblea, para dirigir al equipo. Más polémica y más caos.

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Las jugadoras, después de varios encuentros con la RFEF sin llegar a un punto de entendimiento, decidieron emitir un comunicado donde rechazaban vestir la Roja hasta que se produjeran cambios estructurales. Llegó entonces llegó la primera intervención de Tomé ante la prensa, en la que hizo pública la lista de convocadas y soltó la ‘bomba’. La seleccionadora incluyó a muchas de las futbolistas que se habían negado horas antes a acudir con la selección, entre ellas a Mapi León y Patri Guijarro, dos de las que rechazaron participar en el Mundial. Esa misma noche, las futbolistas reiteraron su rechazo a acudir a la concentración, pero la amenaza de sanción que sobrevolaba en el ambiente obligó a las internacionales a viajar a Valencia. Tomé ni siquiera había empezado y ya tenía a todo el grupo en contra.

Las jugadoras de la Selección Femenina de Fútbol llegan al hotel Nova Beach, a 19 de septiembre de 2023, en Oliva, Valencia. Jorge Gil - Europa Press

Un posible boicot

El partido frente a Suecia se acercaba cada vez más y la situación no hacía más que complicarse. Las jugadoras iban llegando a la concentración verbalizando su deseo de no estar. No querían jugar, hasta el punto de plantearse un boicot al encuentro que sus rivales apoyarían: “Deben sentir todo el apoyo que hay a su alrededor, otros países las apoyan en la decisión que elijan tomar. Si sienten que necesitan boicotear para que algo suceda, está claro que las apoyamos. Supongo que hay algo que hay que cambiar y que no ha sido lo suficientemente bueno en la selección nacional”, afirmaba Filippa Angeldahl, capitana del conjunto sueco.

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“La lucha española lleva mucho tiempo. El viernes pasado, 39 jugadores boicotearon los partidos de la selección nacional. No creo que nadie quiera pasar por algo como esto. Pienso que es un gran esfuerzo mental. Debe ser necesario mucho para decir no a tu país. La selección nacional es lo mejor que tenemos, quieres representar a tu país”, añadía

La situación era tan impropia como surrealista. Las jugadoras, más que entrenar, negociaban. Con la competición a la vuelta de la esquina, la selección se concentró inmersa en una negociación con la Federación y el CSD por alcanzar esa serie de cambios que llevaban tiempo demandando. Finalmente, en el Hotel Oliva Beach se consiguió poner algo de luz sobre oscuridad.

La ya famosa ‘cumbre de Oliva’ concluyó tras siete horas y en plena madrugada con acuerdo entre las jugadoras, el CSD y la RFEF. Unos pactos que tienen que ver con el desarrollo de la Ley del Deporte en lo que respecta a las políticas de igualdad, en igualdad salarial y calidad de infraestructuras y donde 21 jugadoras mostraron su voluntad de quedarse en la concentración para disputar el encuentro clasificatorio para los Juegos Olímpicos de París 2024. Solo dos de ellas, Patri Guijarro y Mapi León, decidieron marcharse.

Ahora, con los ánimos un poco más calmados, España se enfrenta este viernes a Suecia, en el que será uno de sus partidos más difíciles, en medio de la tensión, sin apenas entrenamientos ni descanso y con una entrenadora en la que no confían y cuya etapa pinta a extenderse lo que dure esta jornada internacional. Un mes después del tocar el cielo en Sídney con la conquista del Mundial, España libra otra batalla igual o más importante que aquella en la que el balón ha quedado en un segundo plano.

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