Las despedidas de soltero con disfraces extravagantes, ropa interior y accesorios de carácter sexual podrían tener las horas contadas. El Ayuntamiento de Málaga ha aprobado este jueves la ordenanza de Convivencia Ciudadana que pretende poner coto a este tipo de celebraciones, cada vez más comunes en la ciudad. Las asociaciones de vecinos y la oposición habían presentado sus propias sugerencias para tratar de poner fin a una batalla que llevaba cuatro años encima de la mesa. Finalmente, el Consistorio ha decidido prohibir, salvo autorización municipal previa, el tránsito por la vía pública sin ropa o con complementos que representen los genitales del ser humano.
Los grupos que no cumplan estas reglas se pueden enfrentar a multas de hasta 750 euros por una infracción de tipo leve, según recoge el nuevo texto legal. Las despedidas de soltero llevan años siendo casus belli en la costa andaluza, aunque muchos residentes lamentan que tengan que “pagar justos por pecadores”. El turismo de borrachera y los comportamientos incívicos derivados del consumo excesivo de alcohol han motivado la puesta en marcha de esta norma. “El espacio público tiene que ser un lugar de encuentro, convivencia y civismo”, justifican desde el Ejecutivo local.
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Lo primero que harán los agentes será informar a los infractores de que su comportamiento va contra las normas de convivencia del municipio y “solo si persisten en la actitud no permitida”, se formalizará la correspondiente denuncia. Málaga ha sido una de las primeras ciudades en poner límite a las despedidas de soltero, pero no es la única: Logroño, León, Granada, Tarifa o Sevilla han seguido sus pasos. Las medidas adoptadas, más allá de controlar el ruido, regulan la presencia de diademas con penes en la cabeza, muñecas de carácter sexual o animaciones racistas.
Los hosteleros trabajan con ‘estatuto’ propio
Málaga está de moda y cada vez son más los grupos de amigos que se decantan por la Costa del Sol para celebrar todo tipo de eventos, entre ellos, las despedidas de soltero. La “preocupación” por las conductas incívicas llevó a los hosteleros a tomar cartas en el asunto, aunque también en el propio sector existen distintas opiniones. “No somos partidarios de las prohibiciones, pero sí de castigar el mal comportamiento. Nosotros hemos tenido más experiencias gratas que ingratas, pero lo malo siempre pesa más”, explica el propietario de un restaurante en Torremolinos.
“Hace un par de meses celebramos en Málaga la despedida de una amiga. Llamamos para reservar mesa en un local, pero al ver que éramos un grupo grande nos preguntaron el motivo del viaje. No aceptaban despedidas de soltera”, detalla una joven que ha estado este verano en la localidad. Los profesionales del sector prefieren otros “otros medios no tan arbitrarios” para solucionar este problema y reconocen que la clave está en no superar ciertos límites. “Nosotros no aceptamos ni disfraces, ni megáfonos. Los clientes buscan un ambiente más tranquilo, no quieren griterío ni espectáculo”, añade la gerente de un restaurante en primera línea de playa.