Las jugadoras de la selección española de fútbol se encuentran actualmente entre la espada y la pared. El pasado 15 de septiembre emitieron un comunicado en el que rechazaban acudir a la convocatoria para los partidos de clasificación de los Juegos Olímpicos de París 2024. Un comunicado que volvieron a reiterar después de que la nueva seleccionadora, Montse Tomé, hiciera caso omiso a la petición de las futbolistas y compartiera la lista de convocadas. Tras ello, las internacionales se han visto obligadas a ceder ante la Federación ante la posibilidad de multas de 3.000 a 30.000 euros, pero, sobre todo, ante la posibilidad de perder la licencia federativa por un plazo de dos a 15 años.
Sin embargo, este hecho no resulta nuevo para la RFEF, ya en el pasado algunos jugadores (hombres) rechazaron vestir en el pasado La Roja. Los motivos que entonces alegaron los futbolistas tenía que ver con el poco compromiso que sentían hacia la selección, y, en su mayoría, por motivos ideológicos. Con todos ellos, el trato fue distinto al que ahora ha adoptado la Federación, si bien es cierto que eran casos aislados, en todos ellos se respetaron las decisiones de los jugadores y ninguno se enfrentó a una sanción económica ni tampoco a la retirada de la licencia federativa, que habría propiciado que no pudieran jugar ni siquiera con su club por el tiempo que estableciera la RFEF.
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Inaxio Kortabarria fue el primero, el primero que dijo no a la selección. Corría el año 1971 cuando saltó al primer equipo de la Real Sociedad, rápidamente comenzó a despuntar como central, lo que le llevó en 1976 a una convocatoria con La Roja. En total fueron cuatro partidos los que el vasco disputó vistiendo la camiseta del conjunto nacional. ¿El motivo? En 1977 decidió que no jugaría más con la selección debido a cuestiones ideológicas. Esta fue la primera vez en la historia que un jugador rechazó vestir los colores nacionales. Kortabarria salió indemne de la situación, eso sí, sentó precedente.
Años más tarde, fue José Ignacio Fernández Palacios, más conocido como Nacho, quien dio calabazas a la selección. El defensa salió de la cantera del Real Club Celta, donde estuvo seis temporadas en el primer equipo. En 1992, fichó por la Sociedad Deportiva Compostela, donde pasaría nueve temporadas, en las que pudo vivir el ascenso del equipo a primera. Su nombre comenzó a sonar y el entonces seleccionador nacional, Javier Clemente, le mencionó en una rueda de prensa donde anunció su intención de llamarle para el siguiente partido de La Roja. Una cuestión por la que preguntaron al gallego, quien respondió: “Ni me interesa ni me apetece. Creo que hay gente en este Estado español que lo puede hacer muy bien y que se identifica con la selección española, lo que me parece fenomenal. Desde luego, mi ambición no es esa. Prefiero estar así, me encuentro más a gusto”. Tras ello, Clemente llamó al defensa, quien le explicó sus motivos para no vestir la camiseta nacional y el técnico decidió respetarlos y no fue convocado.
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Oleguer Presas, el caso más reciente de renuncia a ir con la selección
El caso más reciente es el de Oleguer Presas. En 2005, el defensa jugaba en el FC Barcelona, iba a ser llamado por el entonces seleccionador nacional, Luis Aragonés. Todo apuntaba a que el jugador rechazaría vestir La Roja, por lo que el técnico decidió llamarle antes de convocarle de forma oficial. En la reunión, el futbolista le explicó los motivos por lo que no quería ir convocado y le pidió a al técnico que no le llamara: “Simplemente le expliqué a Aragonés mi modo de ver el mundo y de ver que si no hay la suficiente implicación o sentimiento es mejor que seleccionen a otros. La conciencia me dictaba eso”, reveló más tarde. El entonces entrenador respetó su decisión y no le incluyo en la lista.
Con todos estos procedentes y las posturas que entonces adoptaron los técnicos nacionales sobre la mesa, la historia vuelve a repetirse ahora, pero en la selección femenina y a una escala mayor, dado que no se trata de una jugadora, sino, prácticamente, de todo el equipo. Además, Montse Tomé no ha seguido el ejemplo de ninguno de sus homólogos. La nueva entrenadora ni ha llamado a las jugadoras para que le expliquen los motivos de su rechazo a vestir La Roja, ni ha respetado la decisión de estas. Ahora las futbolistas del combinado nacional se encuentran atadas de pies y manos, ya que, por un lado, pueden sufrir las consecuencias de no acudir a la convocatoria, mientras que por otro quieren defender sus derechos.