“Caminante, son tus huellas, el camino y nada más. Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, recitaba Antonio Machado en uno de sus poemas más conocidos. El poeta español describía la vida como un camino que no está delimitado y en el que cada persona marca sus pasos. Los jugadores del Real Madrid hace tiempo que han interiorizado dicho mensaje y pisan con fuerza, especialmente con el Santiago Bernabéu como escenario y bajo la exigencia de la Champions. El Unión Berlín debutaba por primera vez en la máxima competición europea de clubes y, en su estreno, aprendió una valiosa lección: ‘90 minuti en el Bernabéu son molto longo’. Tras un ejercicio de supervivencia, Bellingham derribó el muro berlinés con un gol en el tiempo añadido (1-0), cuando el Bernabéu más se excita.
El feudo blanco ya intuía, en los primeros partidos de Liga, que contaba con un futbolista distinto, de los que aparecen cuando el equipo más lo necesita. Ya lo hizo ante el Getafe, y lo volvió a hacer en la Champions, donde el ADN blanco sale a relucir. El tanto del inglés dio la victoria al Real Madrid tras un encuentro trabado y lento en el primer tiempo, pero trabajado en el segundo. Los de Ancelotti abrieron el telón de su competición con incomodidad, provocada por un rival novato en Champions, pero con la solidez y el compromiso defensivo de los más veteranos.
Te puede interesar: La primera jornada de la Champions (II), en tres claves: un día histórico en Madrid, un regreso de récord y un equipo lanzado
Inicio trabado y lento
La puesta de largo del cuadro alemán en la Champios fue prudente, con tres centrales y dos carrileros con recorrido, Juranovic y Gosens, ordenados por el veterano Bonucci. Excepto un cabezazo de Joselu, bien atrapado por Ronnow, consiguieron reducir el ataque blanco al mínimo durante media hora larga. Al Real Madrid en general y a Bellingham en particular, le costaba encontrar espacios entre las líneas juntas del Unión Berlín. Modric, titular por segunda vez esta temporada, era el único que interpretaba los movimientos. Pero cuando no fallaba el último pase, lo hacía el remate. Los 4.000 berlineses gritaron como un gol el empate al descanso.
Las transformaciones de Ancelotti en el once consiguieron dotar de fluidez a su equipo. En la segunda parte los alemanes dieron un tímido paso adelante. Comenzaron a presionar más alto, pero cuando lo hacían, los espacios en su defensa dejaban un tamaño considerable. La madera en dos ocasiones y un Ronnow superlativo, mantuvieron el muro de pie y al Unión con vida. Era el momento para que los entrenadores agitaran la coctelera. El italiano dio entrada a Kroos y Valverde de una tacada para mimar el balón y a Fran García y Brahim más tarde para poseer más velocidad y verticalidad.
Bellingham y el ADN blanco
El partido agonizaba sin sustos para los alemanes que recibían el apoyo de las 4.000 gargantas incansables desde el fondo norte del Bernabéu. Cada minuto que transcurría, el Madrid encerraba un metro más al Berlín. Ningún aficionado blanco se marchaba de su asiento, sabedores de lo que estaba por ocurrir. Un disparo de Valverde quedó suelto en el área y ahí apareció Bellingham, con puntualidad británica, para meter el pie y llevar el éxtasis a la grada. El Madrid inicia la Champions fiel a su ADN, mientras que el Unión Berlín aprendió una gran lección en su primer día de clase.
No pecaron de novatos en ningún momento. De hecho, por ese mismo estadio han pasado veteranos conjuntos de la Champions como Manchester City, Chelsea, PSG… y todos ellos se llevaron la misma lección apuntada en su libro de tareas a mejorar, bajo el lema de Machado ‘caminante no hay camino, se hace camino al andar’, y el Unión Berlín ya ha comenzado a recorrer su sendero.