Cierto que la escalada política no da tregua, que la presentación este miércoles del libro de Alfonso Guerra habría abarrotado igualmente el Ateneo de Madrid, en público junto a Felipe González 30 años después, pero a buen seguro que ni protagonista ni editorial (La Esfera de los Libros) imaginaron tal alineación de acontecimientos cuando gestaban ‘La rosa y las espinas. El hombre detrás del político’.
Aún con el eco de nuestros catalán, euskera y gallego resonando en el hemiciclo del Congreso, el debate sobre una hipotética amnistía que hiciera sacar el billete de vuelta a Carles Puigdemont o la expulsión del PSOE de Nicolás Redondo, Guerra, que ya se ha despachado estos días atrás en numerosas entrevistas, parecía tener aún algo que decir. Tanto es así que lo ha hecho. No se esperaba a Pedro Sánchez, que siempre podrá ampararse en que se encontraba en las Naciones Unidas.
Pero sí han acudido dirigentes en activo del PSOE. Emiliano García-Page, el principal. No ha hecho declaraciones, ninguna iba a superar su sola presencia. Más esperable la de Javier Lambán; también ha estado Juan Carlos Rodríguez Ibarra. De los históricos, José Luis Corcuera o el expulsado Redondo. Todos han sido recibidos con aplausos. A las puertas del Ateneo, decenas de ciudadanos que, sumados a las decenas de fotógrafos, a poco cortan la circulación en la calle del Prado, en el centro de Madrid. Pero nada comparado a la entrada primero de Guerra, media hora antes del inicio, y después de González.
Te puede interesar: Fotogalería | Presentación del libro ‘La rosa y las espinas’ de Alfonso Guerra
“Solicito que no dé ese paso”
“Hay una expectación que no sabemos si la vamos a cubrir. Esto es la presentación de un libro, porque pareciera que hay algo más”, ha comenzado Guerra, seguramente sorprendido por la que ha montado una tarde de miércoles de septiembre. A su lado, Felipe. “No es habitual que la gente nos vea en un escenario actuando a los dos”, ha bromeado el exvicepresidente del Gobierno, con buen aspecto, lúcido, enérgico. No ha tardado en entrar en materia.
Guerra se ha referido a la hipotética amnistía, la que concedería Sánchez a los procesados por el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 en Cataluña, fundamentalmente a Puigdemont, a cambio de apoyar su investidura, como “una humillación deliberada de la generación de la Transición”. Y el debate, recalca, parte de “una polémica tramposa”, ya que, a su juicio, la pregunta no es si la citada medida de gracia cabe en la Constitución, sino, antes que eso, “si es justa, si la merecen -los que se benefician-, si conviene; si es un progreso democrático o un retroceso histórico”. “Solicito como ciudadano -ha zanjado- y como socialista que no se dé ese paso”.
El histórico se ha quejado de que “al que advierte de estos riesgos le cae una reprimenda”, cuando -ha añadido- “si eres de izquierdas tienes la obligación de no callarte las injusticias, las arbitrariedades”. “Amo España y lo aprendí de los socialistas”, se ha reivindicado. “Yo no he sido desleal, no he sido disidente, es más bien el otro, que va cambiando”. En momentos como este, tras frases como esa, y han sido varias las alusiones a Pedro Sánchez -sin mencionarlo- habría hecho falta un plano como aquél de la célebre comparecencia de Luis Rubiales -no es una comparación- en el que se veía a Jorge Vilda y Luis de la Fuente aplaudir-apoyar a quien tenía el uso de la palabra. Los que hayan estado cerca de García-Page sabrán. La prensa estaba en una sala cercana, viendo a través de una pantalla.
“Minorías en vías de extinción”
Guerra no ha dejado escapar la controversia en torno al uso de las lenguas cooficiales en las Cortes. “Un disloque” le parece. “Hay mucha prisa para que se hable en catalán en el Congreso, pero en Cataluña no pueden hablar español en los colegios ni en el patio”, ha aportado.
Curiosamente, Guerra ha ‘teloneado’ a González y no al revés. Felipe, el último en hablar, ha subrayado que “el PSOE es el único partido político que queda con sus propias siglas de los que negociaron, pactaron y votaron la Constitución”. A buen entendedor..., que comienza el refrán. El expresidente dice estar de acuerdo con los juristas que defienden que “la amnistía no cabe en la Constitución”, pero lo que le inquieta, ha confesado, “no es que perdone, sino que borra el delito, y por tanto lo que se hizo queda como legítimamente hecho”, dejando en nada, ha lamentado, el esfuerzo de “quienes estuvieron en contra y trataron de corregirlo”.
González se ha quejado de que “una minoría se imponga a una mayoría” y que lo haga al PSOE, al último superviviente del pacto constitucional. Tras esto, ha recuperado uno de sus mensajes más recurrentes, levantando aplausos: “Si no hay acuerdo PSOE-PP, ninguna reforma importante podrá llevarse a cabo”. No aplausos sino ovación cuando, después, ha exclamado: “Cuanto más pierden, más nos chantajean. ¡No podemos dejarnos chantajear por nadie!, ni mucho menos por minorías en vías de extinción”, ha dicho sobre el independentismo.
Te puede interesar: Sánchez evita desmentir a Junqueras sobre la amnistía, pero rechaza la vía unilateral para Cataluña
“Historia con futuro”
Para terminar, González ha recordado el lema del 50 aniversario del Partido Socialista portugués, conmemoración a la que fue invitado: ‘Historia con futuro’. “Fue fruto de una reflexión muy interesante. Estaban todos los viejos del partido -ha contado-. Dicen que la vejez es un problema de edad, pero también lo es de neuronas”, ha disparado. Lo ha comentado por quienes de él o de Guerra hablan como de dirigentes “de otra época”. No lo ve así y abraza el ‘Historia con futuro’: “Es justamente lo que está pasando aquí”.
El libro nació en audiovisual. En marzo de 2022, Guerra se sentó ante la cámara del cineasta Manuel Lamarca para abordar sus experiencias políticas y personales. ‘La rosa y las espinas’ contiene los extractos más remarcables de su resultado, más de nueve horas de grabación. El tomo se puede leer de corrido o al gusto del lector, ya que es cronológico y bien parcelado en capítulos cuyo título deja poco lugar a la duda: ‘La Transición’, ‘El 23-F’, ‘El Gobierno’... Una vez cerrada su trayectoria, episodios sobre su pensamiento en materias como el terrorismo o los nacionalismos, y después habla de su vida, cómo ve lo que le resta y lo que seguirá tras su paso. Curiosamente, la muerte, las páginas que dedica a ella, no es el final. El ejemplar concluye hablando de futuro.