Los bloques PNV-Junts y ERC-EH Bildu afilan los cuchillos para luchar por el liderazgo con las elecciones vascas y catalanas en el horizonte

PNV y Junts mueven ficha teniendo en cuenta que juegan “un papel clave” ante una eventual investidura de Pedro Sánchez

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El presidente del PNV, Andoni
El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, y Carles Puigdemont, se dan la mano en presencia de Joseba Aurrekoetxea (PNV) y Jordi Turull, durante la reunión en Waterloo. (PNV)

El tándem formado por ERC y EH Bildu que destacó en la anterior legislatura puede tener competencia en este periodo parlamentario. La entrada en escena de Junts en la política nacional y ante una eventual negociación para una investidura de Pedro Sánchez abre la posibilidad de activar otra vía, la del centro-derecha con el PNV frente al eje progresista, pero con la cuestión territorial como punto común entre ambos bloques.

Los de Carles Puigdemont podrían ser la pareja de baile del PNV en el Congreso, una relación que comenzó a redefinirse el pasado viernes, cuando el líder de Junts se reunió en Waterloo con el presidente del Euzkadi Buru Batzar, Antoni Ortuzar. Ambos representantes mantuvieron un encuentro oficial de dos horas para “estrechar las relaciones” entre EAJ-PNV y Junts, después de romper sus lazos tras el procés, y “analizar el complejo panorama político” que dejó el 23-J, según señalaron los jeltzales en un comunicado.

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A la espera de que las conversaciones formales para una posible investidura de Sánchez echen a andar, ya que ahora está en curso la del popular Alberto Núñez Feijóo, abocada al fracaso, PNV y Junts mueven ficha teniendo en cuenta que ambos partidos juegan tras las elecciones del 23-J “un papel clave, decisivo, ante cualquier eventual investidura”. “En definitiva, hemos mantenido un interesante intercambio de posiciones de cara a unas negociaciones que todavía no han comenzado”, sostuvo el dirigente jeltzale.

Lo cierto es que estas formaciones son imprescindibles para que Sánchez revalide al frente del Gobierno, como también lo vuelven a ser ERC y EH Bildu, dos partidos que hicieron frente común en la Cámara Baja en la anterior legislatura para “obligar” al PSOE a hacer políticas de marcado carácter progresista, como defendió en varias ocasiones el portavoz republicano, Gabriel Rufián.

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En caso de que que la investidura de Sánchez se produzca y prospere, la incógnita sobre la duración de la legislatura no se despejará ante la compleja aritmética parlamentaria, pues la mayoría progresista que protagonizó el pasado periodo legislativo y dio aire al actual Gobierno de coalición en funciones de PSOE y Unidas Podemos (este espacio se ha articulado ahora en Sumar) vira hacia la denominada “mayoría plurinacional”.

Lecciones tras el 23-J

Tanto los socialistas como el grupo liderado por la vicepresidenta segunda en funciones, Yolanda Díaz, restan importancia a esta difícil ecuación y auguran un nuevo gobierno progresista. “Comparten el hecho de que son partidos o formaciones que seguramente se podrían calificar de centro derecha, pero que son claramente antifranquistas. Por lo tanto, no solamente están interesados en una agenda de reconocimiento de la plurinacionalidad, sino también en una agenda democrática de democratización del Estado y de avance en ciertas libertades”, reconoció Gerardo Pisarello, secretario primero de la Mesa del Congreso y diputado de Sumar, en una entrevista a Infobae.

Este mismo lunes, Ortuzar declaró que comparte con Puigdemont su visión de no limitar la negociación solo a la investidura: “Parece que que a algunos les importa más que Sánchez sea elegido sólo para que no gobierno le derecha y la extrema derecha. Pero Sánchez nos debería decir para qué quiere la legislatura, no sólo la investidura. ¿En qué va a emplear esos cuatro años? ¿Cómo los va a emplear en la cuestión del modelo territorial y especialmente en los contenciosos nacionales que tiene en Euskadi y Cataluña?”, apeló.

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Más allá de que los bloques PNV-Junts y ERC-EH Bildu coincidan en propuestas que afecten a cuestiones territoriales, ambos ejes se sitúan en las antípodas en lo relativo a la mayoría de los retos sociales y económicos. Asimismo, la estrategia a seguir por estas formaciones no pasará por alto la proximidad de las citas electorales que afectan a sus territorios. En el caso de las vascas, están previstas para junio de 2024; mientras que las catalanas se esperan, como tarde, para principios de 2025.

Los diputados de EH Bildu
Los diputados de EH Bildu Mertxe Aizpurua y Oskar Matute, y el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián. (Europa Press/Eduardo Parra)

Tras el papel de estas fuerzas políticas en el Congreso (ERC, EH Bildu y PNV fueron aliados habituales de Pedro Sánchez y Junts se mantuvo abonado al “no a todo”), la cita con las urnas del pasado 23 de julio dejó varias lecturas, favorables o negativas en función del partido y del territorio. En el plano del País Vasco, EH Bildu arrancó al PNV su histórico primer puesto en Madrid, con seis y cinco diputados, respectivamente.

En el marco de los resultados de las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo, la coalición abertzale fue la fuerza más votada en Vitoria, y en la diputación de Gipuzkoa, y la segunda en Bilbao, San Sebastián y Pamplona. Si bien, la pinza PNV-PSE impidió a los de Arnaldo Otegi alcanzar la alcaldía de la capital vasca y el resto de municipios en los que fueron primera fuerza sin mayoría absoluta.

En Cataluña, después de una legislatura marcada por decisiones arriesgadas del Gobierno de Pedro Sánchez (fruto de los acuerdos con ERC), como los indultos o la derogación del delito de sedición, el PSC arrasó a las formaciones independentistas al obtener 1.213.006 votos y 19 escaños. ERC y Junts, con siete escaños cada uno, son tercera y cuarta fuerza, aunque en votos, quedaron por detrás incluso del PP. Respecto a noviembre de 2019, los republicanos tuvieron una fuerte caída, pasando de los 13 escaños a los siete, mientras que Junts solo se dejó uno por el camino.

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