La inflación podría enquistarse más de lo esperado: el Banco de España eleva su previsión al 3,6% para 2023 y al 4,3% para 2024

El supervisor bancario español mantiene su estimación del crecimiento de la economía española para este año en el 2,3% sin incorporar la revisión al alza del PIB que el INE publicó este lunes

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Alimentos en un puesto de
Alimentos en un puesto de un mercado y sus precios. (Eduardo Parra - Europa Press).

La inflación general creció en 2022 un 8,3% y descenderá notablemente en los próximos años, pero el ritmo de bajada se desacelera en comparación con lo previsto hace unos meses. Según las proyecciones macroeconómicas publicadas este martes por el Banco de España, el IPCA, magnitud que se usa para hacer comparaciones europeas, será del 3,6% en 2023, cuatro décimas más de lo estimado en junio, y la inflación alcanzará el 4,3% en 2024, siete décimas más. Si las previsiones se cumplen, los precios no crecerán por debajo del 2% recomendado por el BCE hasta 2025, año para el que el supervisor bancario español anticipa una inflación media del 1,8%.

El principal motivo de la revisión al alza del año en curso es el encarecimiento del crudo en los mercados internacionales durante el verano, que han provocado un repunte de la gasolina y del gasóleo. Esto contrasta además con las caídas de dichos productos a finales de 2022, por lo que el efecto base de comparar con el año anterior se acentúa. En cuanto a 2024, la inflación será mayor de la prevista por un encarecimiento del precio de la energía (percibido en las cotizaciones de la energía en los mercados de futuros) y por la desaparición de las medidas de los distintos gobiernos para mitigar los precios. Algunas de las todavía vigentes son la rebaja del IVA de los alimentos, de la electricidad y las subvenciones al transporte público.

En cuanto a los alimentos, que encadenan ya 17 meses con crecimientos interanuales de su IPC por encima del 10%, el Banco de España espera “un perfil descendente en los próximos trimestres”. No obstante, señala la existencia de una “asimetría” en la transmisión de las variaciones de los precios de la energía al resto de los precios de consumo, de modo que estos últimos “reaccionan en mayor medida a los encarecimientos de los insumos energéticos que a sus abaratamientos”. Esto contribuye a una “resistencia a la baja” de la inflación subyacente, que también ha frenado su bajada en los meses de verano por el dinamismo de los precios del ocio, la restauración y el turismo.

La sequía y la retirada de Rusia de la Iniciativa sobre la Exportación de Cereales por el Mar Negro podrían ralentizar aún más la bajada de los precios de los alimentos, pero esto es algo que aún no se ha materializado, según ha explicado el director general de Economía y Estadística del BdE, Ángel Gavilán. “No podemos descartar que si se siguen produciendo efectos meteorológicos adversos afectará a la producción de determinados bienes agrícolas (...) pero, hasta el momento, la inflación de los alimentos viene motivada por alimentos no directamente expuestos a estas cuestiones meteorológicas”. Gavilán concreta que el 80% de la cesta de la compra alimentaria no está afectada por este factor.

Mantiene la previsión de crecimiento del 2,3% este año pese a la ralentización

El supervisor bancario español mantiene su estimación del crecimiento de la economía española para este año en el 2,3% sin incorporar la revisión al alza del PIB que el INE publicó este lunes porque hasta el próximo viernes no estarán disponibles los datos trimestrales de Contabilidad Nacional que desagregan más los datos revisados.

Esta cifra está dos décimas por encima de la que estima el Gobierno (2,1%) en su Programa de Estabilidad y supone que el avance del PIB del primer semestre, sobre todo en el primer trimestre, compensará un crecimiento menor en la segunda mitad del año, que el Banco de España estima por el momento en un 0,3% para el tercer trimestre.

Esto se debe a la ralentización de la actividad global y la de la zona euro, al aumento de los precios de la energía y a la transmisión de la política monetaria, aunque esta tendrá su mayor impacto en la economía a partir de 2024, año para el que el Banco de España estima un crecimiento del 1,8%. Respecto a 2025, el supervisor espera un avance del PIB del 2%.

En cuanto a la contribución de cada componente al PIB, el principal factor que aportará positivamente en 2023 será la demanda externa por la recuperación del turismo, pero en 2024 y 2025 serán el consumo y la inversión privada a medida que desciende la inflación, los salarios siguen aumentando y se despliegan los fondos Next Generation.

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