Las medidas para llenar la España Vaciada: de locales gratis a ayudas para comprar casas

“La clave es casi más emocional que estructural. Los lugares han perdido fuerza y esto se materializa en el cierre de comercios e industrias”, apunta Jorge Dioni, periodista especializado en urbanismo y territorio

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Cartel de Se Vende en
Cartel de Se Vende en una parcela del Valle de Navarra. (Eduardo Sanz / Europa Press)

Durante la llamada Reconquista de la Península Ibérica, que abarcó desde el año 711 hasta 1492, se llevaron a cabo una serie de estrategias de repoblación en las tierras que se iban a anexionando los reinos cristianos. Estos conseguían fijar población en puntos estratégicos con sistemas como el de presura —que consistía en la ocupación de tierras que luego eran reconocidas por el rey—; el establecimiento de ciudades a las que se les otorgaban Fueros o Cartas Pueblas con libertades y privilegios para atraer población; o la distribución de tierras a las Grandes Órdenes Militares para crear latifundios protegidos.

Sin embargo, hoy en día, España enfrenta un desafío igualmente importante, pero de distinta naturaleza: el de la despoblación de la España Vaciada.

La perdida de población de esas regiones de España se traduce en un abandono de los servicios públicos, y también de los privados, por el cierre de comercios. Las industrias cierran y se trasladan a otros lugares y, con ellas, las personas a las que daban trabajo y que mantenían vivos pueblos y ciudades. Es un bucle que se retroalimenta con cada comercio que cierra y cada familia que se muda.

La despoblación también es un problema para las ciudades y sus áreas metropolitanas por la masificación tras la llegada de personas de todas partes del país. Los habitantes de estas regiones viven peor por el colapso de los servicios públicos y la alta demanda de viviendas, que cada vez están más caras en un mercado donde hay poca oferta.

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Con una situación límite, que empezó hace décadas con el éxodo rural y que no ha visto medidas hasta los últimos años, se presenta un escenario cada vez más complicado. De modo que, igual que durante esos seis siglos los gobernantes de entonces llevaron a cabo estrategias de repoblación, los de ahora también las realizan. Pero no son suficientes.

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Imagen de archivo de un anciano de la localidad turolense de Cubla. (EFE/Antonio García)

En este sentido, se ha creado el Plan Estatal de Acceso a la Vivienda 2022-2025, recogido en el Real Decreto 42/2022, de 18 de enero, que incluye ayudas directas para la compra de una vivienda en personas menores de 35 años en municipios de menos de 10.000 habitantes, con una cuantía de hasta 10.800 euros. A esto se añade que algunas comunidades autónomas cuentan con deducciones en el IRPF para atraer a nuevos habitantes. Es el caso de Aragón, Asturias, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Galicia y La Rioja. Cada una con un sistema y unos baremos distintos, pero con un mismo objetivo, el de atraer y fijar población.

En otras ocasiones, son los propios municipios los que toman medidas para atraer habitantes. Por ejemplo, el Ayuntamiento de A Lama (Pontevedra) cuenta con unas ayudas para fomentar la natalidad y el empadronamiento. Cosiste en una subvención de 1.000 euros por cada bebe que se empadrone en el municipio. La familia recibe los primeros 500 euros en el año en el que nace y los restantes, el siguiente. También existen otros sistemas que han llevado a cabo otros ayuntamientos, como la cesión gratuita de locales para bares junto a una vivienda, para atraer a familias que exploten el negocio.

Pero, de nuevo, no es suficiente. La situación es desesperada, por eso surgen partidos como Teruel Existe, Soria Ya! o España Vaciada, porque las medidas llegan tarde, son escasas y no cubren las necesidades reales de estas zonas afectadas. Jorge Dioni, periodista especializado en urbanismo y escritor de La España de las Piscinas y El malestar de las ciudades, apunta en una entrevista con Infobae España que “la clave es casi más emocional que estructural. Los lugares han perdido fuerza y esto se materializa en el cierre de comercios e industrias”. Para el escritor, que pasó su infancia en un pequeño pueblo zamorano, las medidas tienen que ser otras mucho más contundentes.

Dioni explica que hay una serie de ciudades que no paran de crecer, aunque su población no lo haga. Lo hacen sus áreas urbanas, es decir, aquellos municipios colindantes, donde la vivienda resulta más asequible. ”La gente atraída a las ciudades es expulsada al área urbana porque no pueden pagar el nivel de vida que estas requieren, y cada vez son más grandes”, explica el periodista. Para ilustrarlo pone un ejemplo: “Madrid es una ciudad cuya población residente oficial es la misma que hace 50 años, pero su área llega hasta Toledo y Guadalajara”. “Y eso pasa con muchas ciudades en España”, advierte.

“Provincias ventanilla”

Por eso, para Dioni la solución pasa por reconvertir las “provincias ventanilla”, es decir, aquellas que se ven a través de la ventana del AVE cuando hay desplazamientos de Madrid a Barcelona, en lugares con población estable y trabajo. Para ello destaca dos medidas clave: descentralizar y tomar consciencia de que los servicios públicos no deben buscar la rentabilidad.

Por un lado, habla de la descentralización del trabajo. Distribuir el empleo no es una tarea sencilla y existen incentivos, pero no son suficientes. Por eso propone que sea el Estado el primer en mover ficha y cambie la ubicación de los centros públicos, como los ministerios, ya que todos se sitúan en una misma ciudad. Si se moviesen a otras capitales de provincia, no solo repercutirían en una mejora de la ciudad sino de la región.

Por otro, explica que es necesario abandonar la idea de que los servicios que presta el Estado tienen que ser rentables. “Los servicios públicos también tienen una misión de vertebrar el territorio y no solo tienen que estar donde está la gente, sino en lugares para que esté la gente”, explica y recalca que “a veces, aunque no sea rentable, hay servicios que tienen que estar, como un centro de salud o un cuartel de la Guardia Civil”.

Desde Teruel Existe aseguran que el Gobierno central “tiene que actuar con todas las fases, con los pueblos pequeños, los intermedios, las capitales de comarca. Es algo en lo que el Estado se debería implicar”, aseguran.

También añaden que las políticas micro pueden resultar muy positivas, pero que tienen que venir de la mano del gobierno nacional. En esta línea, una de las medidas que proponen es la de la vivienda. “La gente no se va a vivir a los pueblos porque la vivienda que hay en el pueblo es de segunda residencia o está muy mal acondicionada”, comentan, pero para paliar esta situación, llevaron propusieron una iniciativa en el Congreso, la de habilitar dos viviendas públicas para ponerlas en alquiler en los municipios pequeños. “Nos parece un coste asumible para que haya una vía de entrada al municipio”, señalan.

Está en la mano de los gobernantes decidir cuál es el modelo de país que desean. Para ello solo tienen que hacer una proyección de futuro, y pensar en lo que puede suceder si unas regiones siguen creciendo a pasos agigantados mientras otras se desangran y van perdiendo la vida.

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