El apoyo de Puigdemont a Pedro Sánchez no garantiza una legislatura progresista

Si PSOE y Sumar revalidan un gobierno de coalición su programa legislativo carecerá de ambición. La parte difícil con Junts no será negociar la amnistía, sino la gobernabilidad

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Aspecto del acto unitario de grupos independentistas en el Fossar de les Moreres con motivo de la Diada del 11 de septiembre. (EFE/Marta Pérez)
Aspecto del acto unitario de grupos independentistas en el Fossar de les Moreres con motivo de la Diada del 11 de septiembre. (EFE/Marta Pérez)

No será fácil pero, si finalmente el PSOE logra el apoyo de Junts en una posible investidura, lo único que conseguirá Pedro Sánchez es ser presidente, pero lo de gobernar lo tendrá más complicado. Las verdaderas negociaciones vendrán después, cuando, una vez consolidado en Moncloa, el jefe del Ejecutivo tenga que hacer malabares para sacar adelante su agenda legislativa y convencer en cada una de las leyes o reformas, como mínimo, a Sumar, ERC, Junts y PNV. Será la única forma de lograr los 176 apoyos que supone la mayoría absoluta.

La mezcla de ideologías e intereses en el arco parlamentario hará difícil que los objetivos del futuro gobierno —si es que finalmente es socialista— se lleven a cabo. En el PSOE tienen claro que no pueden ser muy ambiciosos y así se lo han hecho saber a Sumar. De hecho, todavía no ha querido cerrar un programa por si se reedita la coalición. El único propuesto que ahora mismo está encima de la mesa es convencer a Carles Puigdemont, mientras que Yolanda Díaz ya ha hablado de la reducción de la jornada laboral, de abordar el problema de la vivienda y de una reforma fiscal en la que paguen más impuestos los que más tienen.

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Para saber cómo puede ir la próxima legislatura es necesario echar la vista atrás a la pasada. PSOE y Podemos han necesitado los votos de partidos catalanes y vascos y, aunque con ERC por lo general ha habido buena sintonía —se complicó la cosa con el escándalo del caso Pegasus y el espionaje a dirigentes catalanes—, con Junts no ha sido así. Para los de la antigua Convergencia i Unio la estabilidad del Estado español no es importante. Su objetivo es claro: quieren la autodeterminación de Cataluña (es el único partido que reivindica la validez del referéndum del 1-O) y la amnistía.

Yolanda Díaz, Carles Puigdemont, Jaume Asens y Antoni Comín durante su encuentro en el Parlamento europeo. (Europa Press)
Yolanda Díaz, Carles Puigdemont, Jaume Asens y Antoni Comín durante su encuentro en el Parlamento europeo. (Europa Press)

De estas dos peticiones, la segunda es viable. De momento el PSOE no se ha pronunciado al respecto, pero aun así el PP ya ha convocado una protesta el 24 de septiembre, justo antes de la investidura fallida de Alberto Nuñez Feijóo. Los populares ponen así la venda antes de la herida. Y la independencia nunca ha estado encima de la mesa. Esto es precisamente lo que molesta a los junteros, por lo que siempre que han podido han torpedeado la aprobación de leyes en el Congreso.

Junts: en contra de la reforma laboral y a favor de la ley trans

La ideología de un partido se ve con sus actos, no sus palabras. Aun así, es interesante ver cómo la Wikipedia define las posiciones de Junts: independentismo catalán, populismo, unilateralismo, personalismo, transversalidad y democracia directa. Bien podría tratarse tanto de un partido de izquierdas como de derechas con esta descripción. Esa transversalidad sirve para defender posturas liberales, más propias de la derecha, como para posicionarse a favor de la justicia social, más defendida por la izquierda. Y eso es lo que han hecho estos últimos cuatro años: ir de lado a lado.

Si nos fijamos en el que posiblemente ha sido el mayor hito del primer gobierno de coalición, la reforma laboral, aprobada de casualidad en febrero de 2022, los de Puigdemont votaron en contra. Aquella reforma salió adelante con 175 votos a favor y 154 en contra debido al error del diputado popular Alberto Casero y a que dos parlamentarios de UPN no acataron la disciplina de voto. ERC y Bildu también dieron su no, pero porque pedían llevar más lejos la reforma. La excusa de Junts fue que “excluía al 99,8% del tejido empresarial catalán”, en palabras de su portavoz en el Congreso de los Diputados, Míriam Nogueras, una postura conservadora y en defensa del empresariado.

Lo mismo ocurrió un año después en la votación de la ley de vivienda. Una postura curiosa, puesto que poco antes habían apoyado la idea de limitar los alquileres en Cataluña. Pero los sectores económicos catalanes no debieron salir contentos, tal y como se comenta en el pódcast Hoy El País en el episodio Entre Feijóo y Sánchez: ¿Junts es de izquierdas o de derechas? En lo económico, Junts se ha decantado por posiciones más liberales: se abstuvo con el tope del gas, por ejemplo. Aunque luego descolocó votando a favor de subir los impuestos a los beneficios de la banca y las energéticas. Por poner otro ejemplo, en agosto de 2022 se abstuvo a la hora de aprobar el nuevo sistema de cotización de autónomos.

¿Y qué ocurrió con las leyes sociales? Pues de todo. Junts no sigue un patrón, sino que su posición respecto a cualquier tema es un misterio mientras no se trate de la independencia de Cataluña. Votó a favor de leyes como la trans o la del sí es sí, aunque no dudó en ser el primero en exigir una reforma de esta segunda en cuanto surgieron los primeros problemas tras la rebaja de penas. En lo social, por lo general, ha estado en sintonía con el Gobierno de Sánchez, menos con la Memoria Democrática que, igual que el PP, votó en contra.

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