Los ganaderos de vacuno que se dedican a la venta de leche tanto a la industria como de manera directa acumulan un lustro de descensos en la producción. Las regiones que forman parte de la cornisa cantábrica presentan los rendimientos por explotación más bajos del país, algo ciertamente llamativo, ya que se trata de una zona con una importante tradición lechera.
El rendimiento productivo se puede expresar, bien como la cantidad de leche producida por explotación, o bien como la cantidad de leche producida por vaca. En el caso de las explotaciones, en el año 2022, Asturias registró una explotación de 365.415 kilos, lo que supone la segunda más baja de todo el país, según los datos del Ministerio de Agricultura. En esta misma línea, el resto de países de la cornisa cantábrica registran niveles inferiores a la media nacional, que asciende a 630.135 kilos: Galicia alcanza un rendimiento por explotación de 456.526 kilos, un 27% inferior a la media; mientras que Cantabria se encuentra un 33% por debajo, hasta los 417.738 kilos.
En cuanto al rendimiento por vaca del conjunto de España en 2022 es de 9.179 kg. Sin embargo, tal y como pasa con las explotaciones, los rendimientos de las zonas de tradición lechera también han experimentado cierta desventaja con el resto de comunidades. “En las zonas que forman la cornisa cantábrica, los rendimientos por vaca son inferiores a la media nacional” apuntan desde el Ministerio de Luis Planas.
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“El problema es que las facturas siguen igual o más altas cada mes, tanto por electricidad como por los gastos de manutención de las vacas lecheras, en especial el maíz, tan necesario para la alimentación del ganado; y la previsión es que sigan al alza por causa de la sequía, que afectará a la cosecha y encarecerá nuevamente los precios del forraje y los piensos. Eso sin contar con los costes de los combustibles, repuntando sin descanso desde hace meses” apuntan fuentes del sector.
Por este motivo, el número de vacas por explotación también se ha visto reducido. La cornisa cantábrica concentra el 58% del total del censo nacional de vacas de ordeño en 2022 —Galicia 40%, Asturias 8%, Cantabria 7% y País Vasco 2%—. Sin embargo, en los últimos cinco años, en Cantabria se produce un descenso de 3.440 efectivos, al comparar 2018 con 2022, contando con 19.653 individuos. “En cifras absolutas es la bajada más importante en el conjunto de todas las comunidades autónomas” reza el informe del Ministerio de Agricultura.
Cambios en el modelo de explotación
La desaparición en 2015 del régimen de cuota ha supuesto un importante cambio en la manera de entender este sector desde la perspectiva de las relaciones productor-industria. Este régimen se basaba primero en la asignación a cada país de una “cantidad global máxima garantizada de leche” y en la mayoría de los países en la asignación a cada ganadero de una cantidad de referencia individual o cuota láctea que se podía destinar a la entrega a compradores (venta industrial) o para venta directa.
Esta cuota láctea era la cantidad máxima a producir en cada campaña para cada ganadero, y en el caso de producir por encima de esta cantidad se debía pagar la llamada tasa suplementaria. Esta tasa suplementaria era una fuerte medida disuasoria a rebasar la cantidad máxima asignada y su importe se fijó en un 115% del precio indicativo de la leche. Cuando existía cuota asignada individualmente al productor, la industria se veía forzada a comprar la leche a los ganaderos que disponían de cuota.
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Es decir, su poder de elección del ganadero suministrador estaba limitado, al estar condicionado a adquirir a los que tuvieran cuota asignada. Del mismo modo, la cuota limitaba la cantidad de leche a adquirir a cada ganadero —régimen de tasa láctea—. Con la desaparición del régimen de cuota, la industria pasa a poder elegir qué ganaderos le interesan más. Con ello, las explotaciones de menor tamaño o situadas en zonas con dificultad para el acceso de las rutas de recogida dejan de ser de interés para la industria. A la vez, indirectamente esto fuerza a un mayor crecimiento del tamaño medio y de la producción media por explotación, pues con ello se optimizan las rutas de recogida.
Así, a nivel nacional, el tamaño medio de explotación es de 69 vacas durante 2022, mientras que en 2018 se registraba un tamaño de 57 vacas, lo que supone un incremento del 20% (+12 vacas) al comparar los dos años. Aquellas regiones que forman parte de la cornisa cantábrica presentan un tamaño de explotación inferior a la media nacional, probablemente como consecuencia de poseer unos censos de vacas y número de ganaderos con entregas de los más altos de España, lo que se traduce en un sector lácteo con una estructura más atomizada en estas comunidades autónomas.
Sin embargo, este aumento del tamaño no viene acompañado de un aumento de profesionales del sector. El número medio de ganaderos en 2022 asciende a 11.621, mientras que cinco años atrás, en 2018, se registraron 14.860, es decir, se ha producido un descenso de 3.239 ganaderos, lo que supone una reducción del 22%. Por su parte, los ganaderos con venta directa de leche —aquellos que destinan toda o parte de su producción directamente al consumidor final, o los que elaboran y venden productos lácteos en la propia explotación— se ha reducido un 16% en los últimos cinco años, pasando de 327 en 2018 a 274 durante el pasado año.