Antes de que los superhérores encabezasen las taquillas de los cines, antes de que Christopher Nolan hiciera de un multimillonario con capa una trilogía que se mirase con El padrino, estaba la animación. Porque Batman nació con los cómics y fueron estos los que le dieron sus primeros éxitos, pero fue la animación la que le llevó a un nuevo nivel y en donde pudimos conocer mucho más de cerca a este personaje que a día de hoy es el superhéroe más querido de DC y probablemente también de todos los que ha habido jamás.
En 1992, y con solo la estrambótica serie de Adam West y la película de Tim Burton con Jack Nicholson como referentes, nacía Batman: la serie animada, un intento por llevar las historias del cómic a la pantalla de la manera más fiel posible pero un formato que permitiese echar a volar la imaginación sin tampoco tener que escatimar en gastos. Alumbrada por la filial de animación de Warner Bros con las ideas visuales de Bruce Timm y los guiones de Paul Dini, este periplo animado de Bruce Wayne se convertiría en una de las series de animación mejor valoradas de su época -muy por delante de rivales de aquella época como Spider-Man: La serie animada- y el mejor acercamiento a la figura del Caballero Oscuro hasta que Nolan hiciese lo suyo.
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Aun así, su historia terminaría en 1995, coincidiendo también con el estreno de la irregular Batman Forever de Joel Schumacher -antes de terminar de sepultar al personaje con Batman y Robin- con un Batman que daba claros signos de agotamiento y necesitaba reinventarse si quería encajar en el nuevo milenio que se aproximaba. Pero en 1999, de nuevo en las brillantes mentes de Timm y Dini, surgió un concepto tan arriesgado como innovador, uno acorde a los nuevos tiempos que venían y que se terminaría convirtiendo en auténtico culto para todos los fans de Batman. Un Batman sin Bruce Wayne, pero con un universo distópico al más puro estilo Blade Runner, que nuevos gadgets y mucha música electrónica. Un Batman del futuro.
El Batman más Peter Parker
Batman Beyond, titulada en nuestro país como Batman del futuro, arranca con un prólogo en 2019, en el que un Bruce Wayne sexagenario intenta seguir ejerciendo como Batman con un moderno traje de logo rojo. Sin embargo, ni el traje es suficiente para portegerlo de ciertas afecciones propias de la edad, y cuando intenta rescatar a una rehén sufre un ataque al corazón que lo deja a merced de los malos. Teniendo que hacer uso por primera vez de una pistola para salvarse de una paliza, Wayne decide colgar el traje, retirarse a su mansión a las afueras de Gotham -donde suponemos ya no está Alfred y solo cuenta con la compañía de un Gran Danés negro- y dar carpetazo a Batman de una vez por todas.
Varios años después, en la futurista Gotham de 2039 rebautizada ahora como Neo-Gotham City, los esfuerzos de industrias Wayne -cada vez más absorbida por su socio Derek Powers- han conseguido hacer de la ciudad una megalópolis digna de Phillip K. Dick, pero la ausencia de Batman no ha hecho más que empeorar la situación en las calles que se ocultan tras cada rascacielos. La ciudad intenta sobreponerse con su avanzada tecnología a los imprevisibles ataques de los ‘Jokerz’, una banda callejera que intenta sembrar el caos en la ciudad al tiempo que reverencia a unos supuestamente ya fallecidos Joker y Harley Quinn.
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En este contexto distópico surge la figura de Terry McGinnis, un joven de 17 años con complejo de James Dean que cuya condición de marginado en el instituto hace de él más un Peter Parker que un Bruce Wayne. Uno de los muchos enfrentamientos que se niega a rehuir lo llevará a ser perseguido por los Jokerz hasta la recóndita mansión de Bruce Wayne, donde este terminará acogiéndole e instruyéndole como nuevo Batman tras una gran tragedia que hace que se apiade del pobre McGinnis. Nace así este Batman del futuro, que lo que pierde de experiencia y madurez lo gana de ahínco e ingenuidad que le da a la serie un toque mucho más ligero y juvenil que el aire clásico del que se caracterizaba la Batman: la serie animada original.
Menos acertijos pero más música y luces de neón
Pero si en algo se desmarcaban Paul Dini y Bruce Timm de su predecesora al tiempo que marcarían en gran medida la tendencia del nuevo siglo, era en la estética. No solo los futuristas edificios y vehículos de la serie aportan un cariz muy distinto, sino que los colores, la música e incluso la propia animación de los personajes se alejan en cierta manera del clasicismo que imperaba anteriormente. El Batman de Terry McGinnis es hijo de su tiempo y como tal presenta unas nuevas inquietudes y ambientes, un Batman que no duda en poner en entredicho el férreo código moral establecido por Bruce Wayne durante tanto tiempo y coquetear con ciertos vicios de juventud que hacen de él una figura más humana y cercana.
Así, es más probable que McGinnis se encuentre nuevos peligros -o amores- saliendo de fiesta que esperando desde una cueva a ver una señal en el cielo. Un Batman que, como precisamente es ayudado por la experiencia del anciano Bruce Wayne pinganillo mediante, se permite ser mucho más impulsivo y fiarse más de su instinto que de su conocimiento, y es ahí donde reside una parte interesante de la serie, en como el reflejo de McGinnis también tiene su efecto sobre el viejo Batman, quien a través del joven explora y reflexiona todos aquellos momentos que le jugaron una mala pasada.
Batman del futuro no contaba con un gran apoyo inicial, y precisamente su gran contraposición con lo visto de Batman hasta el momento -amén de prescindir del icónico Bruce Wayne en favor de un joven desconocido para el público- no le auguraban un gran futuro. Irónicamente, la serie se mantuvo con éxito durante cuatro temporadas e incluso tuvo extensión en forma de película Batman del futuro: El regreso del Joker, antes de ser cancelada para impulsar otra nueva, La liga de la justicia, en la que Batman volvería a ser el de siempre antes de ser reinventado de nuevo con Nolan. No obstante, su impacto fue tal que abrió una nueva línea de cómics centrada en el universo futurista de Terry McGinnis como Batman.
Aún falta un poco para 2039 y ver si las predicciones de Batman del futuro están a la altura de las de Regreso al futuro 2, pero está claro varios años después de su estreno que la serie ahora de culto se adelantó a la cultura de la música electrónica y el darkwave con las luces de neón al tiempo que nos enseñaba la lección más valiosa de todas, que a veces hay que romper con todo y dar un salto al vacío para reinventarse.