Joaquín Reyes (Albacete, 1974) lleva 20 años haciendo humor aunque admite que con la edad va huyendo de la exposición “a estar más tranquilico”. La ilusión, eso sí, permanece intacta porque, de lo contrario, dejaría de ser cómico. El domingo 17 termina su espectáculo Festejen la broma en el teatro La Latina de Madrid tras una gira de casi dos años y ya está inmerso en su próximo proyecto, escribiendo una serie junto a Ernesto Sevilla y Miguel Esteban, además de su segunda novela. El humorista y también actor reivindica el trabajo de las mujeres cómicas y critica a la ultraderecha, cuya entrada en las instituciones considera un retroceso, “un drama”.
Pregunta: Llevas 20 años haciendo humor. ¿Te has aburrido alguna vez?
Respuesta: A lo tonto llevo 20 años. Nunca me he aburrido porque, si te aburres, es mejor dejarlo. Aquí el componente de la ilusión es muy importante, intentar no repetirse, no coger manía a lo que haces. Nunca me he aburrido, he podido desarrollar bien lo que tenía entre manos, porque La Hora Chanante y Muchachada Nui fue más de una década de trabajo, pero luego también hemos ido cambiando y evolucionando.
P: Este domingo día 17 terminas tu espectáculo ‘Festejen la broma’ en el teatro La Latina tras casi dos años de gira. ¿Cómo enfrentas las nuevas etapas? ¿Te cuesta, tiendes a ser perezoso?
Respuesta: Sigo teniendo mucha ilusión por hacer nuevos proyectos. Me gustaría escribir más cosas en el terreno de la ficción y escribir más cine, pero es complicado porque levantar proyectos así no es fácil, el cine también tiene su particular crisis. Con respecto al teatro, me da mucha pereza subirme al escenario, porque puede ser que los nervios se manifiesten así, aunque luego lo disfruto ¿eh?, pero cuando voy camino del teatro se me ocurren planes mucho mejores como estar tumbado en el sofá.
P: ¿En qué te sueles inspirar a la hora de crear?
R: Hay que estar atento para que los temas no se acaben. Leo, veo comedias, series, a otros compañeros... También me gusta mucho poner la oreja, ya lo decía [Rafael] Azcona, que era la mejor manera de dialogar.
P: ¿Eres cotilla?
R: Sí, me gusta el cotilleo, digamos ser inquieto y no perder el interés por la vida en general. Me gustan mucho los chismes. No hay nada mejor que estar con un amigo hablando de chismes.
P: ¿Qué te hace reír?
R: Muchas cosas y, de hecho, me río bastante. Me hacen mucha gracia los juegos de palabras, el humor físico y los pies de foto del ¡Hola!. Me encantan las páginas de Sociedad del ¡Hola!, aunque quizás ahí hay una comedia no pretendida… Me hace gracia cómo la gente rica se presenta en sociedad, cómo se relacionan entre ellos, me divierte mucho.
P: ¿Tienes amigos ricos?
R: No tengo prejuicios con la amistad, pero amigos ricos, ricos, millonarios, creo que no. Lo habría notado. Tengo amigos de mi misma clase social, [clase media]. Yo reivindico mucho la clase media porque está muy denostada y es la que sostiene el Estado de bienestar. La clase media tenía que ver con la mejora de la vida de la gente, poder llegar a la universidad, a la igualdad de oportunidades para la gente más vulnerable… Vengo de una familia de maestros, mis padres eran profesores, y me identifico con la clase media.
P: Los editores de la revista Mongolia han sido imputados, tras una denuncia del sindicato ultra Manos Limpias, por un delito de “ofensas a los sentimientos religiosos” por una portada que publicaron. ¿Qué opinión te merece? ¿Te ha ocurrido algo parecido alguna vez?
R: Nunca he tenido una denuncia, pero esto me parece un disparate. Veremos qué recorrido tiene, pero en cualquier caso, es una mala noticia.
P: En varias ocasiones has dicho que el humor debe tener límites como el criterio o el respeto, que cada uno se haga cargo de lo que dice, pero que también se puede hacer humor de todo…
R: Sí, creo que se puede hacer humor de todo. El humor tiene que ver con la complicidad de la persona que lo escucha, y hay también espacios donde probablemente una broma se entienda mejor en otro. Lo que defiendo es que el humor es un medio, no un fin, es una manera de lanzar un mensaje y cada uno debe tener un discurso. Al fin y al cabo la broma es una burla y la burla recae sobre algo, y como decía antes, a veces puedes tener la complicidad de la persona y que lo celebre contigo, pero puede pasar que hayas ofendido a personas que no quieras ofender y, por tanto, es probable que no hayas articulado bien la broma. Creo que el humor se puede criticar y los humoristas no debemos estar exentos de críticas. Hay chistes que pueden hacer daño y la gente está en su derecho de expresarlo, otra cosa es denunciar [como ha ocurrido en el caso de la revista Mongolia].
P: ¿Hay alguien que se haya molestado especialmente por tus parodias?
R: Sí, ha habido gente que no le ha gustado nada, como Sánchez Dragó, que en paz descanse. Pero eso entra dentro del riesgo de imitar a alguien, está en su derecho de que no le guste, [aunque] yo trato de que no me influya porque si no no trabajaría con libertad cuando estoy haciendo las parodias. De hecho, a mí me sorprende recibir la respuesta contraria, que lo acepten bien, porque con las parodias hay que tener cintura, dice mucho de la persona que se lo toma bien. Pero, en ese sentido, límites tengo pocos, porque como no imito la voz, puedo hacer de quien quiera.
P: Por la experiencia que has tenido a lo largo de estos años, ¿reírse de Santiago Abascal y la ultraderecha los minimiza, los banaliza o los normaliza?
R: Hubo un debate parecido cuando en el [programa estadounidense] Saturday Night Light parodiaban a Donald Trump, si eso le favorecía o no, o cuando Tina Fey imitaba a [la aspirante republicana a la vicepresidencia de EEUU] Sarah Palin o aquí nosotros imitando a Abascal… No tengo una respuesta muy clara al respecto. Creo que ridiculizar a la extrema derecha es un deber... Bueno, no sé si deber es la palabra, pero se tiene que hacer porque da motivos. Lo terrible es que estén haciendo políticas públicas en las instituciones, ese es el drama. Pero ridiculizar lo que opinan es lo mínimo porque motivos dan y tu obligación como cómico es hacerlo.
P: La ultraderecha en España perdió 19 escaños en las pasadas elecciones generales, pero ha logrado formar gobierno con el Partido Popular en varias comunidades autónomas…
R: Se trata de un movimiento reaccionario global, hay países donde la ultraderecha tiene más influencia que aquí. Y es muy pernicioso porque tengo la sensación de que ganan el debate público, debatimos cosas que estaban superadas, rompen consensos y quieren que volvamos hacia atrás, no hace falta ser muy listo para verlo.
P: ¿Cómo te llevas con tu material viejo? ¿Hay algo que te avergüence?
R: Sí, hay muchas cosas, y creo que es algo natural. Y luego hay cosas de las que me arrepiento porque todo ha cambiado, yo he cambiado y la sociedad ha evolucionado, y hay bromas que ya no hago.
P: ¿Cómo cuáles?
R: Como bromas machistas que hacía involuntariamente, porque mi intención no era hacer humor machista, pero las hacía y ya las quité. No viene mal revisarse, no pasa nada.
P: ¿Qué opinas sobre ese discurso de “es que ahora ya no se puede decir nada”, de que “no hay libertad de expresión”?
R: Eso es un tole tole, como un mantra que te hace sentir a gusto en esa indignación. Ahora vivimos en una sociedad más libre que hace 20 años, lo que pasa es que tú has perdido privilegios y que ya no te ríen las gracias y te afean las bromas, eso sí, y eso no te gusta. La gente que dice eso es que antes vivía mejor, pero había muchísima gente que vivía infinitamente peor y nos reíamos de ellos y no tenían el poder para quejarse. Eso de que a la mínima te cancelan no es verdad, aquí no se cancela a nadie. La gente que se siente señalada siegue trabajando con la misma libertad, sigue teniendo espacios donde hablar y no pasa nada.
P: A diferencia del pasado, ahora también hay muchas más mujeres cómicas y humoristas que lideran incluso programas o llenan teatros
R: Cuando empecé casi todos éramos hombres y muchas veces la pregunta que nos hacían era: “¿Las mujeres son graciosas?”, como si existiera la duda, pero nadie preguntaba si los hombres éramos graciosos... Fíjate lo que hemos cambiado. Después, cuando las mujeres empezaron a hacer humor, se decía que hacían humor para las mujeres, como si tuvieran un nicho, cuando hacen humor para todos, pero siempre se sospecha del talento de las mujeres. Por supuesto que hablan de los temas que les interesan, faltaría más, pero ya está. De hecho, la gente que ahora está haciendo humor y que más me interesa más son mujeres.
P: ¿Quién te gusta especialmente?
R: Charo López [humorista argentina], Eva Soriano, Susi Caramelo o Charlie Pee me parecen muy graciosas. De hecho, Charo fue a verme al teatro y me dijo que una broma que hacía era machista, y tenía razón, así que la quité. De todas formas es que los argentinos, en general, nos dan mil vueltas, en el humor y en todo, lo que pasa que luego se autosabotean [risas], pero podrían llegar más lejos si quisieran.
P: ¿Cómo definirías el humor español?
R: A mí el que más me gusta es cuando mezclamos el costumbrismo con el absurdo. También nos gusta el humor negro. Creo que en general tenemos mucho humor y valoramos además, valoramos reírnos, nos gusta mucho la comedia.