“Tenemos tres tacos, una pizza y una barra de pan. 6,20″. Es media tarde del miércoles y la Panadería Arábica del barrio de Rocafonda, en Mataró (Barcelona), está a pleno rendimiento. Su propietario es Abdul, que hace encaje de bolillos para atender a Infobae España mientras se afana en no descuidar a la clientela de su negocio. “¿Dónde has encontrado mi teléfono?”, se sorprende al poco de iniciarse nuestra conversación. Presume de sobrino incluso en la foto de su perfil de WhatsApp: es nada menos que el tío de Lamine Yamal, la nueva sensación del fútbol español.
El local que regenta no ha tardado en empaparse de la precocidad del chaval, puesto que ya se ha convertido en una suerte de santuario en su honor. “Tenemos un cartel con una foto suya, luego otro pequeñito en el que pone el día en el que debutó (con el FC Barcelona) y el minuto y el segundo. También tenemos aquí bastantes trofeos que ganó de pequeño”, confiesa Moha, hijo de Abdul y, por tanto, primo de Yamal. Al que, además, hace de chófer particular para que pueda acudir a los entrenamientos con el Barça, distrayéndose “un poco con música” durante esos viajes recurrentes. En los que, “de momento”, no ha habido nada malo que contar.
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“Es un chico muy tranquilo, sabe lo que hace y siempre se lo toma con calma. Hemos hablado por WhatsApp. Ahora está aquí, ha llegado hoy a Barcelona, pero tiene entrenamiento por la tarde. Se ha quedado en Barcelona, él duerme en La Masía”, afirma Abdul, recién finalizada la primera concentración con la selección absoluta del que ya es el jugador de menor edad que se ha puesto la camiseta de España.
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Alguien que, con apenas 16 años, ha entrado en la vorágine del profesionalismo por la puerta grande. Eso sí, sin perder de vista de dónde ha venido para lograrlo. Porque Lamine vuelve a casa en cuanto se le presenta la ocasión, como hizo mientras pudo este verano. “Un fin de semana, un día festivo… Viene a ver a su abuela, sus primos, su tío, viene aquí a visitarme a la panadería”, detalla el familiar de la perla. De hecho, Yamal echaba una mano a Abdul con su tienda hasta hace poco. “Ahora no me ayuda tanto, está muy complicado. No tiene tiempo ahora”, justifica el tío.
El vínculo entre los dos, sin duda, es fuerte. “Es muy buen chico. Tranquilo, le gusta hablar. No busca problemas. Le gusta jugar al fútbol. Y ya está. Cuando hablas con él, te escucha. Eso es lo más importante”, valora quien a buen seguro es uno de sus grandes mentores. “Siempre le digo que tiene que mejorar, jugar bien, escuchar al míster cuando le dice algo, concentrarse…”, añade Abdul, sin ser capaz de esconder el orgullo de tío que le inunda en estos momentos: “Vino del Europeo sub-17 y se fue con el Barça a Estados Unidos. Ha hecho la pretemporada. Ha jugado cuatro partidos de Liga y esta es la quinta jornada. Poco a poco, nos vamos lanzando. Con tranquilidad y con calma”.
“Cada vez que protagonizaba una acción, casi se me para el corazón”
El idilio entre Lamine Yamal y la pelota viene de lejos, tal y como atestiguan los suyos sin dudarlo. “Le ha gustado el fútbol de toda la vida. Cristiano Ronaldo y, sobre todo, Messi han sido sus referentes”, cuenta Abdul. “Empezó a jugar con los niños en la plaza. Yo le veía que era un chico especial. No tan temprano, pero sabía que iba a llegar lejos”, le sigue Moha.
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El primo de Lamine Yamal es otro consejero recurrente del ídolo juvenil. “Siempre le intento mantener los pies en el suelo. Aunque haya hecho un partidazo, le digo ‘Has jugado muy bien, sí, pero ahora los pies en el suelo. A entrenar, a dar más; en el siguiente partido, mucho más’. Intento bajarle de la nube”, desvela. Recalcando: “Para la edad que tiene, podría habérsele subido, pero para nada”.
El partido de La Roja contra Georgia, en Tiflis, fue día grande entre los familiares del niño, que lo siguieron con devoción desde Mataró. “Fue una pasada. Ha hecho historia”, señala Abdul, que tuvo que ver el encuentro inaugural soñado de su sobrino mientras trabajaba. “Lo viví muy nervioso. Cada vez que protagonizaba una acción, casi se me para el corazón. No supe cómo reaccionar con su gol. Me quedé como en shock. Siempre estaba esperando ese momento y cuando marcó… Cuando volví a la realidad, lo celebré por todo lo alto”, apunta, por su parte, Moha. Su inquietud contrastaba con la calma del primo, “tranquilo”, “confiado” y con ganas de ir “a por todas” cuando le escribió para preguntarle qué tal iban los nervios: pudo contemplar su ímpetu ante Chipre en directo en Granada, junto al padre de Yamal.
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Ellos no son los únicos rebosantes de felicidad por lo rápido que viene quemando etapas el prodigio. “Todos los vecinos están muy contentos y vienen a darnos la enhorabuena. Están muy felices de que un chaval del barrio se haya hecho profesional”, destaca Moha. Su primo “ahora ya casi no viene”, pero no ha dejado de ser “muy familiar” y, por encima de cualquier cosa, una persona “amable, siempre con una sonrisa”.
Ya han podido comprobarlo en el vestuario de un Barça en el que los grandes compinches que tiene son, según sus parientes, Gavi y Balde. Aunque Yamal, asegura su primo, “es amigo de todos”. “El chaval sabe lo que hace desde pequeño. Es muy listo. Se ve que es más maduro de lo que dice su edad”, explica su tío. Moha coincide y resume bien el sentir generalizado del entorno de Lamine Yamal: “Esperemos que vaya a más, pero de momento estamos muy contentos y orgullosos”.
Sin pausa, pero sin prisa, la joven promesa seguirá viviendo y cumpliendo un sueño, pero con sus orígenes más que presentes: hasta hace menos tiempo de lo que parece, era uno más en Rocafonda. “Poco a poco. Vamos a ir ayudándole, hablando con él. A ver si llega lejos, si Dios quiere”, confía el tío Abdul.