Hubo unos años que no había proyecto en Hollywood en el que no estuviera Michael Fassbender. La primera vez que llamó la atención fue en 300, de Zack Snyder, en la que tenía un papel, pero realmente se dio a conocer en los circuitos de cine más independientes gracias a su interpretación en Hunger, la ópera prima de Steve McQueen en la que encarnaba a un preso del IRA que iniciaba una huelga de hambre y ponía su cuerpo y su mente al límite de sus posibilidades. Ese rol impresionó a todo el mundo por la implicación que tuvo con el personaje.
A partir de ese momento, el actor y el director iniciaron una colaboración de lo más fructífera, en Shame, en la que se metía en la piel de un adicto al sexo y en Doce años de esclavitud, que le valió una nominación al Oscar como mejor secundario por encarnar a un psicópata esclavista.
Fassbender ya era el chico de moda y su aparición en Malditos bastardos de Quentin Tarantino solo hizo aumentar las expectativas que habían recaído sobre él. A partir de ese momento llegarían sus grandes éxitos. En un mismo año estrenó la mencionada Shame y se convirtió en Magneto en las nuevas aventuras de la franquicia de X-Men.
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Sin embargo, intentó alternar su faceta de nuevo héroe de Hollywood con películas de carácter más autoral, como Jane Eyre, de Cary Jojo Fukunawa o Un método peligroso, de David Cronenberg, donde fue el psiquiatra Carl Jung, que se enfrentaba a su mentor Sigmund Freud (Viggo Mortensen) en una turbulenta relación a tres bandas.
Ridley Scott lo reclutó para Prometheus, una especie de precuela de la saga Alien que continuaría con Covenant. En 2015 se hizo cargo de uno de sus grandes papeles, el reto de interpretar a Steve Jobs en el biopic de Danny Boyle, que le valió su segunda nominación al Oscar.
A partir de ese momento, cuando se encontraba en la cumbre de su carrera, comenzó a elegir roles fuera del mainstream, como La luz entre los océanos, donde coincidió con la que se convertiría en su esposa, Alicia Vikander, Song to Song, de Terrence Malick, o una versión de Macbeth junto a Marion Cotillard. Ninguna de ellas funcionó, pero todavía menos aquellas que sí era grandes producciones como Assassin’s Creed, que fue un auténtico fracaso. Ahí comenzaría su progresivo declive, que se agravó con el noir nórdico El muñeco de nieve.
Dedicado a su faceta de padre y piloto
Así, en los últimos años desapareció de la faz de la tierra. Se casó con Alicia Vikander, tuvieron un hijo y se dedicó a la vida familiar y a su gran pasión, las carreras de coches y la Fórmula 1. En 2017 participó en la Coppa Shell de Ferrari y terminó el 15ª y, al año siguiente, completó la temporada quedando primero en la carrera inaugural. ¿Su sueño? Participar en las 24 horas de Le Mans, algo que hizo realidad, aunque este mismo año tuvo un aparatoso accidente. La experiencia de Fassbender como piloto se pueden ver en una serie documental de Porsche en YouTube.
Pero este parón automovilístico parece haber terminado, porque el actor regresa y lo hace por la puerta grande, junto a David Fincher en la película ‘El asesino (The Killer)’, que se estrenará en Netflix el 10 de noviembre tras pasar raudamente y de forma limitada por cines. Además, en diciembre también aparece en la película de Taika Waititi El peor equipo del mundo, de tema futbolística y basada en la historia del entrenador holandés Thomas Rongen que tomó las riendas de la Samoa Americana y trató de convertir a un grupo de perdedores en auténticos líderes.