La Fiscalía General del Estado ha hablado y sus palabras han dejado un ejemplo perfecto del conflicto medioambiental. Mientras varios grupos ecologistas han labrado durante el último año acciones de desobediencia civil para visibilizar la crisis climática y la necesidad de cambiar el rumbo para hacer sostenible la sociedad, la Fiscalía ha tildado a estas organizaciones de “ecologismo radical” y hace un balance de sus actuaciones dentro del apartado de “terrorismo” dentro de la memoria anual publicada la semana pasada.
El enfoque del Ministerio Público ha despertado una fuerte reacción entre el sector que pelea por contrarrestar los efectos del cambio climático. “Los grupos terroristas siempre atacan a las personas y ni Futuro Vegetal ni Extinction Rebellion generan daños directos de esa forma”, declara con contundencia Luis Rico, coordinador de Ecologistas en Acción. “Claramente, está fuera de lugar, porque estos colectivos llevan a cabo la desobediencia civil, una práctica antigua que ha practicado, por ejemplo, Martin Luther King. Hacen justo lo contrario a grupos terroristas”, asevera.
Fuentes jurídicas aclaran que “Fiscalía no dice nunca de manera explícita que les considera terroristas”, pero que “las referencias que hace a ellos las hace dentro del apartado de terrorismo del informe anual”. Este tipo de posturas pueden producir un efecto muy negativo y criminalizar a estos movimientos sociales, que ya de por sí sufren fuertes ataques por parte de un sector periodístico. Daniel Amelang, abogado y miembro de Red Jurídica, asegura que el escrito de la Fiscalía ”subraya la vertiente ideológica de los delitos de terrorismo y nos advierte que considera que estos grupos podrían llegar a dar el salto y cometer delitos de terrorismo”.
Te puede interesar: El 17% de los españoles no pudo mantener su casa caliente en 2022, según Eurostat
El abogado hace una valoración negativa sobre esta forma de mirar que tiene la Fiscalía: “Esta sospecha basada en perfiles ideológicos provoca el riesgo de criminalizar a movimientos sociales que, lejos de buscar atemorizar a la población, lo que pretenden es mejorar la situación para la mayoría y acabar con graves amenazas, como la crisis climática”, sentencia.
Desde Futuro Vegetal responden con contundencia a la Fiscalía: “No nos ha sorprendido mucho porque ya el año pasado metieron a Extinction Rebellion y tristemente no nos sorprende. En realidad es una técnica de intimidación para enviar un mensaje doble: si nos seguís, estáis en la lista. Y a nosotros nos envían el mensaje de intimidación de que si seguimos por aquí se pondrán duros. Es una intimidación a nuestro mensaje y busca la criminalización del activismo no violento. A parte de la protesta no tenemos muchas más herramientas”, alega Victòria Domingo, portavoz de la asociación a Infobae España.
Fernando Valladares, científico del CSIC y muy ligado a las protestas sociales de Extinction Rebellion, asegura a Infobae España que esta mirada sobre la lucha contra la emergencia climática produce la llamada “dinámica Titanic”: “Es no querer ver lo que enfrentamos, o ignorancia o retardo en la adquisición de conocimientos. O no se han enterado o no se quieren enterar. Cada 10 años muere más gente por las consecuencias del cambio climático que por la II Guerra Mundial”, afirma el ecólogo. Negar la presencia de un iceberg no logra que se quite de tu camino.
Valladares bromea y asegura que “tendrán que declarar terrorista a toda la humanidad”, ya que la lucha climática cada vez tiene más adeptos y es la única salida exitosa para un planeta que poco a poco llega a sus límites. “Sus señorías se han quedado unas décadas por detrás de la situación ambiental del planeta. Los jueces son conservadores, retrógrados y no se enteran de la actualidad. Así entiendes por qué la fiscalía habla así”, dice contundente el científico y activista.
Los motivos para hablar de terrorismo
La memoria anual de la Fiscalía recopila un total de 26 acciones de estas organizaciones “radicales”, la mayoría en Madrid. En ninguna se explicita violencia, heridos, daños humanos ni siquiera amenazas de muerte o agresiones leves. Todos los casos se limitan a daños contra instituciones del estado, cortes de tráfico, desorden público y la famosa acción en el Museo del Prado en la que miembros de Futuro Vegetal se pegaron las manos a marcos de obras de Goya. Ni una gota de sangre, pero aun así, dentro de esta rama de organizaciones a vigilar dentro del apartado “terrorismo”.
“Lo atribuyo —asegura de nuevo el abogado Daniel Amelang— a lo laxa y amplia que se ha vuelto la definición de “terrorismo” en el Código Penal. Hace años, el Código Penal hacía referencia a la “banda armada”, recalcando que el elemento más importante del terrorismo es el uso de una violencia exacerbada y armada. Con el paso de los años, la banda armada ha evolucionado en organización o grupo terrorista, que es el colectivo que ejerce la violencia (que ya no es, necesariamente, armada) con fines políticos contra el orden constitucional. Es decir, el terrorismo ahora se define como violencia política y no por el uso de armas. El informe de Fiscalía año a año reserva apartados dentro de su capítulo de terrorismo para el anarquismo insurreccionalista, movimientos independentistas y ecologistas, aunque estos lleven años sin cometer atentados”, analiza el miembro de Red Jurídica.
El mismo Valladares participó en una acción frente al Congreso de los Diputados donde hubo 45 detenidos, de los cuales 14 aún están en proceso y están imputados por desorden público y daños al patrimonio. “El policía nos daba las gracias cuando nos detenía porque sabía que esto es por todos y cuando hablas con los jueces por los pasillos, igual. Pero cuando se ponen la toga se olvidan de eso”, denuncia el miembro del CSIC.
La criminalización de la protesta se intensificó en España tras la redacción de la ley mordaza por parte del PP de Mariano Rajoy, aunque los grupos ecologistas tampoco se llevan las manos a la cabeza porque entienden que las palabras de la Fiscalía son producto de algo mayor: “Este modelo de producción cada vez se demuestra más insostenible, así que el sistema se defiende de quienes se enfrentan a él. Por desgracia, es esperable y forma parte de la escalada represiva que hemos visto en los últimos tiempos”, zanjan desde Ecologistas en Acción.