Directivos energéticos encuestados por Bain & Company han señalado el año 2057 como la fecha en la que se podrían alcanzar las cero emisiones netas en el mundo, según los resultados publicados este martes por la consultora, que revela que el sector de la energía y los recursos naturales espera una desaceleración en su tasa de descarbonización a corto plazo, para 2030.
Los datos también han puesto de manifiesto que esta desaceleración se atribuye, principalmente, a la “creciente complejidad” a la hora de alinear estos objetivos con sus planes de negocio y a la “inestabilidad provocada por factores geopolíticos”. El 78% de los ejecutivos del sector considera que el principal obstáculo para la descarbonización de sus compañías es la disposición de los clientes a pagar sobrecostes.
Por este motivo, los encuestados han afirmado que el apoyo de la Administración es “fundamental” para salvar estas distancias e incentivar la inversión en el proceso de transición, cuyo retorno es otra de sus principales preocupaciones. Según los resultados publicados por consultora, la escasez de capital no parece ser un obstáculo para la transición energética -menos del 20% así lo afirma-, ya que el sector cuenta con una “gran capacidad” en este sentido.
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Sin embargo, cada vez se destina un mayor porcentaje al pago de dividendos en lugar de reinvertirse en estrategias de crecimiento con bajas emisiones de carbono, según ha revelado la consultora. De su lado, la concesión de permisos para iniciar proyectos de transición energética ha sido otra de las principales preocupaciones de estos directivos, tal y como han señalado.
Respecto a las tecnologías para avanzar en la transición energética, los directivos han apuntado a que las más importantes para 2030 serán las energías renovables, la inteligencia artificial, la digitalización y el almacenamiento de energía. La consultora ha estimado “un déficit” en el suministro de materias primas esenciales para el desarrollo de infraestructuras de energías renovables, al tiempo que ha considerado que la producción de níquel y cobalto debería duplicarse.
El socio asociado de Bain & Company en Madrid, Álvaro Polo, ha destacado que en esta transición hacia una industria más sostenible, “la regulación debería contribuir a que Europa mantenga su competitividad frente a otras regiones que no aplican las mismas normas medioambientales”.