El independentismo celebra una Diada crucial en la contradicción de reflotar el movimiento mientras negocia la gobernabilidad de España

Los datos de asistencia de los últimos años evidencian la decadencia de este movimiento en las calles, reflejado también en las urnas

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Centenares de personas sostienen banderines en la manifestación convocada por la ANC con motivo de la Diada. (Pau Venteo/Europa Press)
Centenares de personas sostienen banderines en la manifestación convocada por la ANC con motivo de la Diada. (Pau Venteo/Europa Press)

El independentismo sale otro 11 de septiembre a la calle, pero la cita de este año se presenta como una oportunidad histórica para revertir la tendencia a la baja experimentada en los últimos años. Y es que, las elecciones del 23 de julio dejaron a ERC y Junts en una posición preponderante: la gobernabilidad de España pasa por estas fuerzas, especialmente por los de Carles Puigdemont, abonados al no a todo en la anterior legislatura.

“Este movimiento sufrió a partir del 2018 un momento de cansancio y desorientación, y no se ha recuperado”, sostiene el politólogo Oriol Bartomeus. “Los últimos resultados electorales son más que evidentes y están en una situación baja”, recuerda este investigador del Institut de Ciències Polítiques i Socials acerca de la derrota de la pata política del independentismo el pasado 23 de julio, una cita en la que el PSC obtuvo 1.213.006 de votos y 19 escaños. ERC y Junts fueron tercera y cuarta fuerza, respectivamente, mientras que Sumar fue la segunda y el PP quinta, aunque sacó más sufragios que los partidos periféricos.

Atrás quedaron las calles desbordadas de manifestantes y esteladas. Después de una década de procés independista, desde 2018, con sus principales líderes en prisión preventiva a la espera de una sentencia que llegó en octubre de 2019, hasta el año pasado, el retroceso de la asistencia ha sido más que notable.

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Más allá del habitual baile de cifras entre la delegación del Gobierno, la Guardia Urbana (dependiente de la Generalitat) y los organizadores, la Assemblea Nacional Catalana (ANC), los datos reportados por la Guardia Urbana reflejan la decadencia de este movimiento en las calles: el número de asistentes en 2017 y 2018 llegó al millón, mientras que en 2019 bajó a los 600.000 y en 2022 (2020 y 2021 fueron años marcados por el covid-19) se quedó en 150.000 asistentes.

La última Diada, de hecho, fue una reprimenda al Govern liderado por ERC por el acercamiento de los republicanos al PSOE en el Congreso, evidenciando aún más la brecha de este movimiento entre las formaciones políticas, las entidades y la ciudadanía. Para llegar a esta punto ha tenido mucho que ver la política de “convivencia” liderada por el Gobierno de Pedro Sánchez (con decisiones arriesgadas como los indultos o la derogación del delito de sedición) fruto de los acuerdos con ERC.

La aritmética otorga a ERC y Junts una nueva oportunidad

Pero el actual contexto político puede dar un balón de oxígeno a este espacio. Toni Aira, profesor de Comunicación Política en la UPF Barcelona School of Management, sostiene que “ahora existe algo diferente al año pasado y a los últimos años posteriores a 2017, que es una perspectiva positiva”. Aunque “no hay una hoja de ruta compartida, el hecho de que el Gobierno de España pueda depender de los votos del independentismo, y más concretamente de Junts, genera una perspectiva de que se pueda mover al tablero y eso anima la convocatoria”.

Esta situación sume al independentismo en una contradicción: “El movimiento está débil, pero a nivel político tienen un papel que no se corresponde con la movilización social. Los dirigentes independentistas están intentando jugar, que la investidura le sirva para reactivar su movimiento, un movimiento de capa caída”, manifiesta Oriol Bartomeus para resumir los últimos movimientos que han precedido la cita de este lunes.

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La semana pasada, Carles Puigdemont habló desde Bruselas alto y claro. Puso precio a la investidura de Pedro Sánchez a través de una lista de exigencias que, a ojos de los socialistas, pueden encajar “en el marco de la Constitución”, siendo una ley de amnistía la principal línea roja de partida.

Carles Puigdemont ha comparecido desde Bruselas y asegura que es el momento para llegar a “un acuerdo histórico” que no es “contrario a la Constitución”

Esta entrada en el terreno de juego de la política estatal por parte de Junts le refuerza porque “están sabiendo traducir no en una idea de contemporización con el Gobierno de España sino de exigencia en clave catalana, algo que ERC no ha sabido hacer en estos últimos años en el sentido de que parecía un socio entregado a Sánchez”. “Junts puede decir que apuesta por una negociación y un diálogo productivo en clave de réditos para el independentismo y para Cataluña, y eso sin haber empezado la negociación oficialmente”, remata el profesor de Comunicación Política en la UPF-BSM.

La dirección de ERC regresa a la Diada después de que en 2022 apostara por no acudir. “Creemos que ha habido una reflexión respecto al año pasado y, por lo tanto, vemos que de momento se enfoca desde una perspectiva más abierta, más transversal, más plural, con más vocación de sumar que la que vivimos el año pasado. Nosotros querremos estar allí”, aseveró la secretaria general adjunta y portavoz de ERC, Marta Vilalta.

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En este sentido, Toni Aira añade que los republicanos no pueden perderse esta cita, ya que “el drenaje de votos sufrido en el último ciclo electoral ha sido espectacular y, en cierta manera, van a rastras respecto a Junts, eclipsados por la proyección de su acción política”.

Competición por la hegemonía

En medio de este escenario, la ANC ha tratado de agitar las calles para hacer virar el objetivo de la manifestación y frustrar las negociaciones de cara a una eventual investidura de Pedro Sánchez. Oriol Bartomeus explica que esta organización es “un instrumento de presión de la guerra entre ERC y Junts”.

Ahora, con ambos partidos jugando en la misma liga, la ANC ha llamado a levantar la declaración unilateral de independencia si se aprueba la ley de amnistía. Si bien, este profesor de Ciencia Política de la Universitat Autònoma de Barcelona rebaja su poder de influencia: “Tienen el predicamento que tienen los guardianes de las esencias. Ahora tendrán el micro, pero para la sociedad catalana, la ANC no cuenta”, resume.

Con todo, la Diada de 2023 puede insuflar ánimo al espacio independentista para revertir la imagen instalada sobre una posible victoria de Salvador Illa (PSC) en 2025 y fijar unos ciertos objetivos compartidos. “Para la base independentista puede haber una cierta perspectiva de recomposición y de volver a gobernar con algún objetivo ambicioso o estimulante en el horizonte”, apostilla Toni Aira.

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