“Salimos ayer (por el sábado) a cenar y a celebrar un poco el título. He llegado aquí al hotel, he dormido dos horas y yo siempre me levanto a las 6.00 para ir al gimnasio. Ya no podía dormir más”. Pere Riba apenas gozó de horas de sueño este domingo, pero resulta comprensible. Tenista profesional durante 15 años y entrenador desde hace casi seis, tenía en vena la euforia por haber ayudado a la estadounidense Coco Gauff a proclamarse campeona del US Open. Primer Grand Slam en el palmarés de una de las grandes promesas del circuito femenino, cuyo triunfo en Nueva York ha tenido acento español.
El barcelonés ve una evolución “muy buena” en su pupila desde que comenzó a guiar sus pasos a finales de junio. “Es otra jugadora a nivel mental, a nivel de tiros, a nivel de todo”, confiesa a Infobae España desde la Gran Manzana, donde Gauff ha puesto la guinda a una gira magistral en su país natal, puesto que también se impuso en Washington y Cincinnati. “Sobre todo, estoy muy contento por la manera de jugar. Ella entra en pista y tiene muy claro cómo debe jugar. Está muy fuerte a nivel mental ahora, con mucha confianza. Y eso a mí es lo que me llena. Yo siempre digo que no es el resultado, sino la manera de jugar que te lleva a ese resultado”, asevera su técnico.
El “sueño” de ganar un grande ha sido cumplido a la vez por la alumna y el maestro, que todavía tiene muy fresco el duelo por el título contra Aryna Sabalenka, de “muchas idas y venidas”. A la joven de 19 años le tocó remar contra corriente para acabar levantando el trofeo, con un primer set en el que “no se estaba sintiendo fina en pista y estaba jugando un poco corto”. Entretanto, su rival, nueva número uno del mundo, se encontraba “mandando muy bien con sus tiros”.
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El “punto de inflexión” que marcó un antes y un después en la final aconteció ya en la segunda manga. “Coco le hace el break y entonces empieza a cambiar el partido”, remarca Pere Riba. “Empieza a tirar un poco más largo y, poco a poco, se va apoderando del partido. Físicamente, ya sabíamos, porque lo habíamos hablado antes, que puntos largos y todo lo que hiciera, cada vez que movía a Sabalenka, jugaban a nuestro favor. Da ese paso de jugar un poco más valiente, de entrar en pista y, sobre todo, hacerla moverse un poco más por la derecha, porque estaba jugando, al principio, mucho al revés”, añade.
Antes de que se produjese la reacción decisiva de Gauff, esta recibió unas directrices muy marcadas desde su grada. “Le comenté que le jugara más por la derecha y que cuando tuviera tiempo y estuviera dentro de pista fuera valiente, que buscara el punto. Porque estábamos jugando un poco detrás, no estábamos siendo agresivos. También le dije que estuviera atenta en el saque y, después, en el primer tiro, porque estaba sacando y se quedaba un poco parada, y el primer tiro no estaba siendo bueno”, detalla el exnúmero 65 de la ATP.
Así, consiguió rehacerse y levantar al público, claramente volcado con la contendiente local, para llevarse el Abierto estadounidense (2-6, 6-3, 6-2). “Hay mucho trabajo y muchas horas ahí detrás. Al final, sólo se ve el resultado, sólo se ve el título. Pero todo lo demás… Créeme que son muchas horas”, se congratula un Riba desbordado por la felicidad y que, bromea, tiene el móvil “en llamas” a consecuencia del hito en Flushing Meadows.
Una alianza de “casualidad”
Todo comenzó al inicio de este verano, cuando el preparador catalán dejó de trabajar, dos años después, con la china Qinwen Zheng, cuartofinalista en tierras neoyorquinas. “Fue un poco casualidad. Lo dejamos en Roland Garros. Justamente al terminar, a los 10 días, me contactó Coco. Fue inesperado”, reconoce Riba.
El padre de Coco Gauff, sus managers y la propia interesada le dieron el voto de confianza tras charlar con él. Sin embargo, decidieron arrancar con cautela: “Empezamos a trabajar dos semanas. Nos dimos un periodo de prueba para ver si conectábamos bien en pista”. Como hubo química en Eastbourne y Wimbledon, el vínculo quedó sellado.
“Ella es una persona que no me lo esperaba. Es supertrabajadora, humilde, con muy buenos valores, muy educada, siempre muy atenta. No puedo decir nada absolutamente malo. Sólo puedo decir todo bueno y me quedo corto. No me lo esperaba para ser una chica de 19 años que está arriba en los rankings. Muchas veces, a lo mejor, cuando eres joven, se te puede subir un poco todo a la cabeza. Para nada. Ella la tiene muy bien amueblada. La verdad es que da gusto”, elogia Riba a su discípula.
Sin duda, “lo emocionante del proyecto”, en su opinión, es el gran potencial que atesora Gauff. “Si sigue esa evolución, si sigue abierta a mejorar, si sigue con esa humildad que tiene, Coco va a hacer grandes cosas. Es aspirante, obviamente, a ganar grandes torneos, como ha demostrado este último mes”, pone en valor.
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Riba no esconde su entusiasmo cuando enumera los retos que tiene por delante alguien a quien ya tildan de heredera de las hermanas Williams: “Aún hay mucho margen en mejorar esa derecha (que la ha mejorado muchísimo), ese saque, el posicionamiento en la pista, el juego con pelota, el juego sin pelota. Hay muchas cosas. Pequeños detalles, pero que marcan la diferencia, y aún tiene mucho margen. Yo veo que Coco está al 60% de lo que puede llegar a ser. Veo que aún tiene como un 40% más a mejorar, y eso es una barbaridad”.
Nada hace indicar que no vaya a ser él el encargado de seguir moldeando a una de las raquetas con más posibilidades del momento. “Ahora mismo, nos sentimos muy cómodos en pista. Todo apunta a que vamos a seguir. Nuestro acuerdo es hasta final de temporada, y ahí nos sentaremos, repasaremos otra vez los objetivos, que todo esté bien. El futuro nunca se sabe, pero a día de hoy estamos muy cómodos: los resultados acompañan, la evolución es buena, se está mejorando”, sentencia un Pere Riba al que le corresponde, al menos, un pedacito de la gloria que ya saborea, al máximo nivel, Coco Gauff.