El material de la selección llegó un día tarde a Georgia, pero España sí acudió puntual a la cita de este viernes en Tiflis. Tanto como para endosar hasta siete goles a un combinado local que se convirtió en convidado de piedra en una jornada histórica para la absoluta. Tanto por la dimensión de la goleada, realmente digna de mención a domicilio, como por el debut de Lamine Yamal. Quien, no contento con ser el más joven de la historia en ponerse La Roja, redondeó la faena con uno de los tantos del recital (1-7).
La perla del Barça vivió su primer momento para el recuerdo justo antes del descanso, tan sólo por el simple hecho de saltar al terreno de juego. A sus 16 años y 57 días, marcó un antes y un después en lo que respecta a los internacionales españoles: nadie se ha puesto esta camiseta con mayor precocidad que la del chaval, que también promete alegrías con el equipo de todos desde el día uno.
Ya en la segunda mitad, demostró su verticalidad en el área a golpe de otro récord. Corría el minuto 74, con todo más que decidido en el Boris Paichadze, cuando el partido brindó a Yamal la oportunidad de ponerle la guinda perfecta. Suya fue la séptima y última diana española, servida en bandeja por Nico Williams: pase atrás para que el niño la pusiese de primeras a la perfección, con un tiro sin parada posible.
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Fue el cierre de una tarde-noche mucho más plácida de lo esperado en tierras georgianas. El mal augurio de las botas y guantes que tardaron en llegar iba unido a las complicaciones para ganar en Georgia en las últimas ocasiones. Por si todo esto fuera poco, el runrún del caso Rubiales, que eclipsó absolutamente todo lo futbolístico hasta el pitido inicial, tampoco ayudó. Y, sin embargo, España no tardó en disipar cualquier tipo de fantasma en cuanto la pelota echó a rodar.
Golpe sobre la mesa en Tiflis
Cierto es que se llegaba a este encuentro tras el triunfo en la Nations League. Pero también que las últimas prestaciones en lo que concierne a la fase de clasificación para la próxima Eurocopa habían sido tan preocupantes como para perder 2-0 contra Escocia, en otra salida. Aquello fue en marzo y ahora queda como un mal sueño. Todo lo contrario de lo que aconteció en esta ocasión.
A la media hora, ya había un 0-2 favorable en el electrónico. Desde los primeros minutos, los visitantes dejaron claro que lo de vencer sobre la bocina en Georgia era cosa del pasado. Primero, un remate de cabeza de Morata abrió la lata. Después, un gol en propia puerta de Kverkvelia tras un buen disparo de Fabián engordó la cuenta. Las ganas de armar buenos contragolpes de los anfitriones se habían quedado en nada ante el empuje de los de Luis de la Fuente. ¿La única mala noticia? Las lesiones de Marco Asensio y Dani Olmo, entre los más destacados mientras pudieron jugar.
El del Leipzig consiguió marcar poco antes de retirarse, con el doblete de Morata produciéndose acto seguido. El único amago de susto de los georgianos fue en el arranque de la segunda mitad, con una salida en tromba en claro homenaje al diluvio que caía en la capital de su país: Chakvetadze, ayudado por la lluvia, logró batir a un Unai Simón al que el agua jugó una mala pasada a la hora de atrapar correctamente el balón.
No obstante, la preocupación, con un 1-4 en el 49, fue mínima. Más si cabe al diluirse el arrebato de orgullo local en cuanto Morata consumó su hat-trick un rato después. Tres goles decisivos para el repaso, magnificado con el desborde de Williams, autor del sexto, y de Yamal, que puso el punto y final. España respira en busca de certificar su presencia en el próximo torneo continental. Y, de paso, sigue de dulce después de levantar su primer título en más de una década.