Como cada mes de septiembre, el Rey Felipe VI ha presidido este jueves la apertura del año judicial en el Tribunal Supremo en un acto marcado por los debates sobre una posible ley de amnistía reclamada por los independentistas y el desencanto en la Justicia por la perpetuada situación de bloqueo del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el órgano de gobierno de los jueces. Un bloqueo provocado por la falta de acuerdo entre los dos principales partidos del país.
Ese hastío entre la magistratura lo ha plasmado el segundo presidente interino consecutivo del alto tribunal, Francisco Marín Castán, quien ha criticado a PSOE y PP por ser “incapaces” de llegar a un consenso para renovar el CGPJ, un escenario enquistado desde hace casi cinco años que, según Marín Castán, “cercena” su independencia. “El buen funcionamiento de la Justicia debe ser un asunto de Estado y cuando ese buen funcionamiento está en entredicho, todos los actores políticos deben ser conscientes de que las altas responsabilidades que el pueblo soberano les ha confiado están por encima de los intereses partidarios”.
Tras estas palabras, ha demandado de forma explícita a los dos partidos mayoritarios que “con urgencia, alcancen un acuerdo que permita renovar el Consejo General del Poder Judicial”. Al hilo de esta petición, al final del discurso, ha resonado en el Salón de Plenos del Tribunal Supremo una de las líneas más directas del texto pronunciado por Francisco Marín: “Es la hora de los grandes políticos y de los grandes demócratas”. Todo ante la atenta mirada del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y la ministra de Justicia en funciones, Pilar Llop.
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Y es que el presidente del alto tribunal ha subrayado que “de alguna manera lo que está fallando es el impulso democrático” porque la propia democracia “exige” de sus partícipes que se dejen a un lado “las emociones y los tribalismos”, e incluso los e incluso los grandes postulados de la apuesta partidaria, en favor de principios constitucionales más elevados”. “No es tarea fácil, pero la buena salud de las instituciones bien vale el esfuerzo”.
El fiscal general defiende ante las críticas sobre su independencia
El segundo discurso que ha generado expectación durante el acto de apertura del año judicial ha sido el del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, quien ha centrado su intervención en escudarse de “los ataques” a su independencia, la cual ha ratificado dirigiéndose a “la ciudadanía”, a la que ha asegurado que “puede estar tranquila” dado que “no hay decisión que no esté sometida a los principios de motivación, publicidad y consenso”.
Ante las “dudas injustificadas” sobre la postura de la Fiscalía en asuntos como el de la ley de amnistía —sobre el que no se ha pronunciado de forma explícita—, García Ortiz ha reiterado que su acción “discutible y criticable, como es normal y natural en democracia, está sometida a filtros y controles”. En concreto, ha afeado las críticas a su figura por el principio de dependencia jerárquica —garantía de la unidad de acción del Ministerio Público—, que “en ocasiones ha provocado ciertas reticencias a la hora de valorar nuestra actuación e, incluso, ha sido utilizada para sembrar dudas injustificadas sobre ella”.