Más de la mitad de las mujeres que viven España, el 57%, ha sufrido algún tipo de violencia machista por el simple hecho de ser mujer, según los datos que recogía en 2019 la última macroencuesta del Ministerio de Igualdad sobre Violencia contra la Mujer tras entrevistar a cerca de 10.000 mujeres mayores de 16 años. No hay que olvidar, por tanto, que son muchas las mujeres que conviven a diario con las diferentes formas de la violencia machista, ya sea física, psicológica, sexual o económica, por lo que existe un “amplio abanico de riesgo” aunque a veces cueste detectarlo, apuntan las expertas consultadas por este medio.
“Aunque no siempre se manifieste la violencia extrema, hay muchas mujeres víctimas de violencia de género que están riesgo en el marco de relaciones de pareja o expareja y muchas no denuncian”, explica a Infobae España Marisa Sotelo, directora de la Fundación Mujeres. Y mientras persistan ciertos factores de carácter estructural sin que haya una adecuada protección hacia las mujeres, añade la experta, “habrá una alta probabilidad de que siga habiendo feminicidios”.
De ese riesgo que sufren las mujeres víctimas de violencia machista habló hace apenas unos días la hermana de Raquel Lorente, la mujer asesinada por su expareja -un policía retirado- en el municipio valenciano de Alzira tras acudir a la casa que ambos habían compartido durante la relación. Solo iba a recoger ropa y enseres que había dejado tras la separación. “Que no piensen que no les puede pasar nada, que denuncien, que se vayan con sus familias, porque mi hermana siempre decía: ‘A mí no me va a hacer nada’ (...) y mira lo que pasa por pensar que no te va a hacer nada”, dijo a la prensa la hermana de la asesinada. Pese a que nadie del entorno lo imaginada, el agente jubilado mató a su exmujer y después se suicidó.
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De hecho, el comité de crisis del Ministerio de Igualdad que se reunió este lunes tras los siete asesinatos machistas cometidos en agosto destacó que no solo el proceso de separación es un momento de riesgo para las víctimas de violencia de género, sino también la mudanza. Por eso, y con el objetivo de evitar más feminicidios -42 en lo que llevamos de año- Igualdad ha propuesto institucionalizar ese acompañamiento y ha vuelto a hacer un llamamiento para que la ciudadanía denuncie los casos de maltrato en su entorno.
Inciden varios factores
Las palabras de la hermana de Raquel Lorente dejan claro, en opinión de Sotelo, que “el riesgo que sufren las mujeres víctimas de violencia de género está menospreciado prácticamente por todo el mundo, desde el entorno hasta la propia víctima, porque muchas veces no lo percibe como tal”.
La directora de la Fundación Mujeres asegura que son varios los factores que impiden reconocer ese riesgo, sobre todo los de carácter estructural, pues “siempre se ha identificado los espacios domésticos como algo seguro y a veces no somos capaces de identificar que en el marco de unas relaciones familiares puede haber un riesgo severo de maltrato o incluso un riesgo para la vida”. En ese sentido, Sotelo también recuerda que desde el movimiento feminista se insiste en señalar que “un maltratador no es un buen padre” y que los hijos e hijas de las víctimas de violencia de género también “están sometidos a un riesgo que no siempre se identifica porque se da por hecho que la relación paterna es una relación segura”.
En otras ocasiones las víctimas no denuncian, indica la experta, porque no ha habido violencia física por parte de su agresor, por eso “es importante la sensibilización del entorno y animar a las víctimas a buscar ayuda”.
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Otro factor relacionado con el propio delito de violencia de género es que una parte de las consecuencias traumáticas que sufren las víctimas “es la sensación de culpabilidad, de si son ellas mismas las que están provocando esa situación y, si cesan esas condiciones de convivencia, apartan el riesgo”, señala Sotelo. Por eso la ruptura de la relación es uno de los momentos de mayor riesgo. “Esa falta de confianza en sí mismas, esa falta de una identificación adecuada del problema que es consecuencia de ser víctima de violencia de género, hace que muchas veces no identifiquen adecuadamente el riesgo”.
Evaluación del riesgo
Por su parte, Arantxa Elizondo, profesora de Ciencia Política y codirectora del Máster de Igualdad de la Universidad del País Vasco, también recuerda que la mayor parte de la información que se registra en las evaluaciones del riesgo de violencia sobre las mujeres que elabora la policía proviene de las propias víctimas, por lo que “suelen minimizar la situación en la que se encuentran, porque es un mecanismo de defensa”. “Tienden a pensar que esa persona [que fue su pareja en el pasado] no las va a dañar de forma extrema”, indica, si bien identificar ese riesgo también es difícil porque “está relacionado con la credibilidad de las mujeres respecto a lo que dicen frente a otras personas y la credibilidad y confianza que tienen respecto a sí mismas”, añade.
Todo esto, señala Elizondo a este medio, pone de manifiesto la importancia de aplicar medidas cautelares de protección “de forma mucho más decidida”, bien sean dispositivos electrónicos o para que se respeten las órdenes de alejamiento. “La clave es apoyar a las mujeres en esta situación para que puedan dar información más fidedigna de ese riesgo, que haya profesionales en las instituciones que contribuyan a esa atención integral”.
Por último la experta también considera fundamental que el sistema educativo “integre una educación sexo afectiva que esté basada en el respeto entre las personas”.