El número de parados registrados en las oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) se encuentra en mínimos desde 2008 y se ha consolidado por debajo de los tres millones. Sin embargo, el gasto en prestaciones por desempleo ha repuntado por primera vez en 2023 desde 2020, año en el que se dispararon las prestaciones por la pandemia y los ERTE, y es superior al gasto de 2019.
Según los datos que publica el SEPE, el desembolso en prestaciones por desempleo ha sido de 12,78 millones de euros en los siete primeros meses de 2023, un 6% más que en el mismo periodo de 2022 y un 19,38% más que entre enero y julio de 2019. Al mismo tiempo, hay menos parados registrados que en 2019. En los siete primeros meses del año el SEPE ha registrado una media de 2,8 millones de parados, mientras que en el mismo periodo del año anterior a la pandemia informó de 3,16 millones.
Detrás de este mayor gasto con menos parados hay varios motivos que van desde reformas legislativas que permiten dar cobertura a más personas con mayores cuantías al fenómeno de los fijos discontinuos inactivos, que no cuentan como personas paradas, pero sí pueden beneficiarse de la prestación por desempleo.
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Esta combinación de factores ha dado como resultado un aumento de la tasa de cobertura, la que mide el porcentaje de beneficiarios de prestaciones por desempleo respecto al total de parados registrados con experiencia laboral y de los beneficiarios del subsidio agrario. En julio, últimos datos disponibles, alcanzó el 70,8%, 4,7 puntos más que en el mismo mes de 2019 y la mayor cifra para este mes desde el año 2010.
En una rueda de prensa del pasado lunes, el secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey, celebró esta la tasa de cobertura y la atribuyó a la “eliminación de los drásticos recortes del PP de 2012″ que “impidieron la cobertura y la protección adecuada de muchas personas desempleadas”. “No solo protegemos a más gente, sino que lo hacemos con mayor intensidad”, afirmó.
Por otra parte, también se ha incrementado un 8,33% la prestación contributiva media percibida por beneficiario al mes en comparación con 2019, pasando de los 816,4 euros medios en los siete primeros meses de dicho año a los 950,4 euros actuales.
Reformas y el efecto de los fijos discontinuos
El aumento de la tasa de cobertura se debe, en parte, a que la reversión de los recortes de 2012 han ampliado los potenciales beneficiarios, pero también al aumento de la contratación en la modalidad fija discontinua y a la reducción del paro registrado. Cuando los fijos discontinuos entran en periodo de inactividad pueden cobrar la prestación por desempleo si han generado el derecho y la solicitan, pero no cuentan en el paro, como sí lo hacían cuando finalizaban un contrato de carácter temporal.
De esta manera, el numerador de la cuenta aumenta y el denominador sigue disminuyendo al margen de los fijos discontinuos inactivos, por lo que el producto (tasa de cobertura) es mayor. No obstante, la mayor contribución se deriva de la reducción del paro, ya que el número de beneficiarios de las prestaciones por desempleo es un 3,19% inferior en comparación con 2019 y solo un 0,97% superior al de 2022.
En cuanto a las reformas que aumentan las cuantías y el alcance de las prestaciones por desempleo, cabe destacar que los aumentos del SMI (un 47% desde 2018) elevan la base reguladora que se usa para calcular la prestación. Otra medida con impacto ha sido la reforma de 2019 del subsidio para mayores, que devolvió la edad para cobrarlo a los 52 años tras fijarse en los 55 años en 2012 y aumentó las cuantías y la cotización por jubilación que paga el SEPE mientras el beneficiario cobre la prestación.
Otras medidas destacables son la vuelta al 60% de la base reguladora de las prestaciones contributivas a partir del sexto mes; la creación de la protección por desempleo para las trabajadoras del hogar y la prestación especial para el sector cultural y artístico. Se suma también la creación de nuevas figuras de protección en ERTE y la equiparación de las prestaciones asistenciales por desempleo de los fijos discontinuos con los del resto de trabajadores, aumentando su duración y permitiéndoles el acceso al subsidio para mayores de 52 años.
Superávit del SEPE
Pese a los aumentos del gasto en desempleo, el SEPE mantiene sus cuentas saneadas. Según los datos de ejecución presupuestaria del Ministerio de Hacienda, el SEPE tuvo superávit tanto en 2021 como en 2022 y también en 2019 y en años anteriores.
En 2022 registró un excedente de 1.900 millones de euros, algo en lo que influye directamente la fuerte creación de empleo de los últimos tiempos y el abultado descenso de las prestaciones por desempleo vinculadas a los ERTE y a otras medidas COVID. Este superávit se transfiere al Estado cuando no se utiliza ni para pagar prestaciones ni para políticas activas de empleo.