Lo que aprendí después de ver ‘Elijo amor’ en Netflix: los errores no existen

La película interactiva de Netflix permite elegir con qué pareja se queda la protagonista, pero incluso si tomaba las peores decisiones posibles, su porvenir era sorprendentemente esperanzador y positivo

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Una imagen de 'Elijo amor',
Una imagen de 'Elijo amor', la película interactiva de Netflix en la que el espectador tomará las decisiones por Cami (Laura Marano)

Elijo amor ya está disponible en Netflix. La película interactiva de la plataforma quería convertir a la audiencia en un espectador activo y permitir que, con un simple click, pudiera tener poder de decisión sobre la vida amorosa de Cami Conway (interpretada por Laura Marano, conocida por participar en la serie Austin & Ally de Disney Channel). Decido sumergirme en la parafernalia del amor heterosexual y edulcorado con el objetivo de intentar tomar las peores decisiones posibles. Quiero elegir la aventura caótica, la catarsis existencialista que me permita comprobar cuál es el punto más bajo al que puede llegar la protagonista.

A mi sorpresa, ésta sale con vida (y renovada) después de las experiencias traumáticas a las que le someto. Viendo (y conformando) Elijo amor me he percatado de una cosa que puede sonar todo lo cursi que queráis, pero que en el fondo es un precepto de sabiduría milenaria: los errores no existen. Quiero decir, todos hemos cometido algún fallo en nuestro currículum vital, pero ¿acaso no ha servido para comprender algo o para encaminarnos hacia un fin que sí nos pertenece y espera?

Cami tiene una vida aparentemente simple y alejada de las preocupaciones mundanas (como, por ejemplo, los juegos matemáticos de cómo llegar a fin de mes): cuenta con un trabajo en el que edita anuncios publicitarios, un novio que conoce todos los chistes que podrían alegrarle la jornada (y que reserva en los restaurantes más cotizados de Los Ángeles), una hermana que evita que tropiece en las piedras erróneas y una actitud vital optimista que podría desatar la ira de cualquier espectador nihilsta que se precie a formar parte de esta aventura romántico-cómica.

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Cami Conway, la protagonista de
Cami Conway, la protagonista de 'Elijo amor', la nueva película interactiva de Netflix (Netflix © 2023)

¿Por dónde empezamos? Ah, sí. El tarot. Cami acude a que le lean las cartas. El sueño de toda chica menor de 30 años: que el porvenir esotérico decida qué es lo que la vida le depara. Nadie quiere profundizar en su mundo interior, sino que le cuenten si ese chico o chica que está ligando con ellos en Instagram aceptará la invitación de tener una cita o cumplirá sus deseos sexoafectivos. En la tirada con la pitonisa, ésta le cuenta varias cosas, pero la más importante es que su vida amorosa está a punto de dar un giro de 180 grados.

Cami está con Paul (Scott Michael Foster), un novio que conoce todos los detalles de su personalidad y con el que hace un tándem de ensueño en los juegos de mesa. Sin embargo, las cartas apuntan a la aparición de dos nuevos hombres que están a punto de tambalear su aparente estabilidad amorosa. Uno de ellos es Jack Menna (Jordi Webber), el amor de su adolescencia, y el otro es Rex (Avan Jogia) una estrella del rock británica que conocerá en el trabajo y que le permitirá acercarse a su sueño de convertirse en cantante.

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Paul, el novio de Cami,
Paul, el novio de Cami, en una escena de 'Elijo amor' (Netflix © 2023)

En todo el barullo que confirma que la vida es una ola caótica que lo trae todo de golpe, el espectador tiene que elegir los pasos que dará la protagonista. ¿Debe aceptar la cita con Jack... pero sin decirle nada a Paul? ¿Debería besar o no a Rex mientras componen música en el estudio? Si le ofrecen acudir a una exposición en la que podría reconectar con el amor de su infancia, ¿debería cancelar la cena especial con su novio para saber si la historia con Jack está del todo cerrada? Las opciones se despliegan para la audiencia como un menú de McDonald’s.

Pues bien, en mi deber demoníaco de comprobar lo lejos que podía llegar con mi broma me topé con una realidad paralela en la que Cami consigue cumplir su sueño de ser cantante (aunque sólo sea por una noche), en la que certifica que Jack pudo haber sido uno de sus grandes amores vitales, pero sin duda no el definitivo (si es que tal cosa existe en una era en la que la monogamia está denostada) y en la que se da cuenta de que Paul, su novio, el gran maltratado de esta aventura que inició mi dedo índice (y mis macabras decisiones) es el hombre con el que quiere compartir su vida, sus noticias, sus altos y sus bajos.

Nunca pensé que sacaría un análisis tan profundo (y para muchos básico, pero a veces las cosas más simples son las que se nos escapan con mayor frecuencia) de una cinta hecha por y para el consumo de un domingo de hastío y lluvia, pero el resultado de mis decisiones (y las de Cami) confirma lo que nuestros superiores siempre reafirman y repiten: que de los errores se aprende, que no hay mal que por bien no venga y que, más allá de los lugares comunes previamente citados, solo cuando intentamos poner a prueba nuestro sistema de creencias alcanzamos las capas de crecimiento personal.

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