A Pedro Sánchez no le sobra ningún voto en el Congreso para revalidar su mandato como presidente de España y, desde las pasadas elecciones generales, tanto el PSOE como Sumar trabajan sin pausa, aunque con cautela, para lograr una investidura exitosa y asegurar la continuidad del gobierno de coalición. Conscientes de lo precaria de esa posible mayoría, desde Moncloa no quieren hacer enojar a ninguno de sus posibles socios e intentan solventar con rapidez cualquier malestar que se pueda generar. De esta manera, el Gobierno ha frenado la compra de un nuevo velero de regatas para el rey después de que una de estas formaciones imprescindibles para las ambiciones de Sánchez haya exigido explicaciones al Ejecutivo y cuestionado el dinero destinado a esta adquisición: 1,8 millones de euros.
Se trata del Partido Nacionalista Vasco (PNV), que el pasado viernes presentó una interpelación ante el Congreso sobre esta inversión, que responde a una antigua reivindicación de la Armada en el proceso de renovación de su flota de veleros. En su escrito, el portavoz del PNV, Aitor Esteban, preguntaba al Gobierno si son ciertas estas informaciones y pide saber si esos barcos de regatas que usa el rey en competiciones privadas son propiedad del Estado. También buscó conocer la opinión del gobierno de coalición sobre la oportunidad de esa inversión millonaria: “¿Considera el Gobierno que debe emplearse dinero público para costear una actividad privada del Jefe del Estado?”, preguntó.
Ese mismo día, el Ministerio de Defensa paralizó el proceso de licitación, hecho público el pasado 12 de agosto, alegando únicamente que la suspensión respondía a “cuestiones técnicas” y sin determinar un nuevo plazo para retomar la convocatoria de ofertas. Según publicó el medio especializado Infodefensa.com, la Armada pretende reemplazar al barco Aifos 500, la embarcación que suele emplea Felipe VI en eventos deportivos. No obstante, el documento que confección la fuerza naval en ningún momento se menciona al monarca, dado que, si bien este es el velero que emplea el rey cada vez que compite en una regata, también es cierto que el mismo es utilizado por cadetes de la Armada para participar en otras competencias, como el Trofeo de la Reina en Valencia.
Prestigio y seguridad
La licitación ahora en pausa establece que el velero a adquirir debe ser entregado en el plazo de ocho meses y es obligatorio que sea de nueva construcción en base a un diseño ya existente. El reemplazo del Aifos 500 tendrá una eslora de aproximadamente 50 pies, una manga máxima de 4,70 metros, calado de tres y un desplazamiento de 8.700 kilogramos. Además, la futura embarcación de la Armada contará con la capacidad de izar una vela de aproximadamente 400 metros cuadrados y con motorización.
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“Que la Armada disponga de un crucero de vela de alta competición repercute muy positivamente en su prestigio, ya que permite a la Institución mantener un papel relevante del deporte de la vela”, argumentó la fuerza naval sobre la necesidad de esta compra. Además, explicó que mantener al actual velero “al nivel requerido” supone un esfuerzo “muy oneroso” cada año, por lo que la compra de un nuevo modelo se traduciría en gastos de mantenimiento menores tras la inversión inicial.
Asimismo, indica que si bien al Aifos, construido en 2004, se le han practicado modificaciones en dos ocasiones su recambio ya es también una cuestión de seguridad: “el nivel de esfuerzo al que es sometida tanto la jarcia como la propia estructura del caso al competir a alto nivel (puede ser necesario alcanzar tensiones de cerca de 9.000 toneladas), puede resultar altamente peligroso”, afirma.