Descansa en un amarre del puerto deportivo de Denia (Alicante), entre otras dos embarcaciones rusas. Ha cambiado su aspecto físico y ahora se llama Foners. Pero el yate que pasa desapercibido para los turistas y veraneantes es en realidad el Fortuna, el barco en el que navegó durante años Juan Carlos I. El rey, hoy emérito, dejó de disfrutar de él en mayo de 2014, un mes antes de que decidiera abdicar del trono y dejar la corona en manos de su hijo Felipe VI. El barco pasó entonces a los empresarios e instituciones integrados en la Fundación Turística y Cultural de las Islas Baleares (Fundatur), que se lo habían regalado al monarca en el año 2000. Fundatur se lo vendió después por 2,2 millones a la empresa Balearia, que se dedica al transporte de pasajeros y carga, y está controlada actualmente por Adolfo Utor.
El antiguo Fortuna es un yate de alta velocidad de 41 metros de eslora, que costó en su día 3.000 millones de pesetas –18 millones de euros–, un dinero que asumieron una veintena de empresarios que querían agasajar al rey. Fue construido en 1997 en los astilleros Bazán en San Fernando (Cádiz) para sustituir al anterior Fortuna, donado en 1979 por el rey saudí Fahd, que a su vez reemplazaba a otra embarcación con el mismo nombre que Juan Carlos utilizaba en aguas de Baleares en la década de los 70. Fahd fue un buen amigo de Juan Carlos I. También la prestó 100 millones de dólares –unos 7500 millones de pesetas de la época– durante la transición.
Con un casco de aluminio y un peso de 35,4 toneladas, la embarcación puede alcanzar los 130 kilómetros por hora, dispone de un calado de 1,47 metros y 9,2 metros de carga máxima y cuenta con un salón, un comedor, una cocina y cuatro camarotes dobles para ocho pasajeros, así como con otras tres estancias para la tripulación, que puede estar compuesta por ocho personas.
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Varias rebajas de precio
Balearia lleva varios años intentando vender el yate, pero sin éxito. En 2018, el precio de venta era de unos ocho millones de euros, pero no apareció ningún comprador a pesar de que entonces se vendía “como el yate más veloz del mundo”. El yate tiene tres turbinas Rolls-Royce que le permiten alcanzar los 68 nudos (unos 130 kilómetros por hora). Pero eso conlleva un consumo de combustible y unos costes de mantenimiento que están al alcance de muy pocos bolsillos. Un año después, en 2019, el precio de venta había bajado a 4 millones. En 2021 los dueños decidieron rebajar el precio e intentar recuperar al menos los 2,2 millones de euros que pagaron por la embarcación.
Tampoco hubo suerte. Y eso que el barco se comercializaba en tres agencias especializadas: Yacht Harbour, Superyachts o Royal Yacht Brokers. Ni tan siquiera el reclamo de haber pertenecido a Juan Carlos I ha sido suficiente para despertar interés. Infobae España ha preguntado a Balearia que uso está dando actualmente al yate y si tiene pensado volver a sacarlo a la venta. No ha habido respuesta.
Todo el mundo conoce la pasión de Juan Carlos I por el mar. Los distintos ‘Fortunas’ siempre fueron utilizados para disfrute vacacional del monarca y su familia. Era muy común verlos cada verano por aguas de Baleares. Luego, para competir en las regatas, el rey usaba otra embarcación, el Bribón, del que ha habido hasta 18 modelos. En sus últimos viajes a Galicia desde que se autoauxilió en Abu Dabi, el emérito acude a Sanxenxo para entrenar a bordo del último ‘Bribón’, un pequeño velero de la clase seis metros. De hecho, Juan Carlos I está ya en el Reino Unido para participar junto a la infanta Elena estos días en una competición internacional.