Las supervivientes de la violencia de género que se dan la mano: “Hay otra alternativa a ser asesinada, que es la de ser feliz”

Las mujeres que no se sientan fuertes para llamar al 016 o ir a una comisaría a denunciar pueden acudir a las fundaciones y asociaciones de mujeres contra la violencia machista

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Dos mujeres se abrazan sentadas
Dos mujeres se abrazan sentadas en una cama. (Getty)

Denunciar la violencia de género es duro. Lo saben las que lo han hecho, las que han dado el paso y se han alejado de su agresor. Y como lo saben, ahora ayudan a otras que atraviesan la misma situación que pasaron ellas. De su empatía y sus ganas de ayudar al resto de mujeres surgen las asociaciones que suplen las carencias del Estado en materia de ayuda y apoyo, especialmente, la del acompañamiento.

Llamar al 016 o acudir a una comisaria puede resultar muy complicado para algunas mujeres que viven un infierno en sus casas. Lo que muchas no saben es que, antes de dar esos pasos, pueden acudir a las fundaciones y asociaciones de mujeres contra la violencia de género. Las hay de ámbito local, nacional e incluso internacional. Cuentan con recursos como el de ayuda legal, la vivienda o la reinserción al mercado laboral, y el más importante, el del apoyo emocional.

“Actuamos como amigas, complementando los servicios públicos, siendo esa amiga que nunca se rinde, que siempre está y que la acompañará durante todos los procesos para salir de ahí”, cuenta Ana Bella, superviviente y creadora de la fundación que lleva su nombre. Ana anima a las mujeres a que rompan el silencio que las ata.

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Ver la violencia

Ana era víctima de la violencia y no era consciente, algo que le sucede a mujeres. “Vi el programa de Ana Orantes y pensé: ’¿por qué esta mujer no se fue de su casa antes de que la matara?’ Sin darme cuenta de que yo era una de ellas, que quizás ese día mi marido me había pegado con la correa y yo no sabía que era una mujer maltratada”, cuenta.

Pero cuando lo vio y salió de su casa, junto a sus cuatro hijos, empezó una nueva vida. Aún no se había aprobado la ley contra la violencia de género del 2004, pero ella ya había empezado su lucha. “Cuando salí de la casa de acogida, pensé en tantas mujeres que estarían viviendo ese terror silencioso e invisible”, recuerda. Empezó a contar su historia para ayudar a las demás. “En el año 2002, salí en Canal Sur, con la cara descubierta diciéndoles a otras mujeres que hay otra alternativa a ser asesinadas, que es la de ser feliz, y si denuncias, te pueden proteger y puedes salir adelante”, contaba entonces.

Después de su aparición en televisión, la llamaron “mil mujeres” y se dedicó durante un año a responder a todas sus llamadas y a escuchar sus situaciones, y así nació la fundación. “Ahora tenemos una red, somos la Red Ana Bella de Mujeres Supervivientes y estamos en 88 países, ayudando a otras 30.000 mujeres”, señala con orgullo.

Fundación Ana Bella. (Web de
Fundación Ana Bella. (Web de asocación)

Una historia que inspire a las silenciadas

“Detectamos a las invisibles, porque solo una de cada cinco mujeres en España que vive situaciones de violencia de género es ayudada, porque la mayoría no rompe el silencio ni lo cuenta”, explica y para ello realizan cursos y generan protocolos de detección a través de empresas, institutos, colegios, centros y asociaciones.

Para ayudar a estas mujeres cuentan sus propias historias. “Con nuestros testimonios positivos, de que no es nuestra culpa y de que se puede salir, de que se puede ser feliz, de que hay hombres buenos de los que te puedes enamorar y ser feliz con ellos, logramos que rompan el silencio y digan ‘yo quiero ser como tú, quiero ser una superviviente que sale adelante’”.

De la mano

Igual que la Fundación Ana Bella, existen muchas otras por todo el país y se pueden consultar a través de la web de Ministerio de Igualdad. Estos grupos de mujeres acompañan y ayudan a las víctimas durante todo el proceso, tanto si denunciar como si prefieren no hacerlo. Aunque ellas siempre animan a dar este paso. “Somos las amigas de las que se han quedado sin amigas íntimas por culpa del maltrato, estamos con ellas hasta que dejen al maltratador”, asegura Ana.

Están presentes durante la interposición de la denuncia, e incluso, cuentan con abogadas que las pueden asesorar. También las acompañan durante el desarrollo del juicio, “muchas veces nos quedamos con los niños”, indica.

Volver a la vida

Las mujeres que son maltratadas tienen graves problemas de autoestima. Les cuesta volver a quererse, pero poco a poco van recuperando su vida, van haciendo amigas o retomando el contacto con las antiguas, y consiguen insertarse en el mercado laboral, en caso de que no estuvieran trabajando o de que sus trabajos dependieran de sus parejas. Y en ese proceso, que es muy importante, también están las asociaciones.

“Somos amigas para ir a una discoteca, también en el día a día, porque te quedas sin amigas”, cuenta Ana, que añade la importancia de volver a tener un círculo de confianza, ya que, muchas veces, los maltratadores alejan a las víctimas de sus seres queridos y estas terminan aisladas.

Y hablando de la vuelta al trabajo, Ana señala la importancia de ayudarlas a encontrar uno que les llene de verdad, “les decimos que no se conformen con cualquier tipo de trabajo, porque parece que si has sido maltratada, solamente podemos trabajar en limpieza, en cuidar a personas mayores; parece que no existe nada más”. “Las ayudamos a que crean en sí mismas de nuevo”, añade.

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Dos mujeres que se dan
Dos mujeres que se dan un abrazo. (Getty)

Las carencias del sistema de ayudas

“Las administraciones llegan tarde, y nosotras, las asociaciones, tenemos que llegar pero sin dinero”, explican desde Somos Más, una asociación que también ayuda a las mujeres víctimas de la violencia de género y a sus hijos. Tanto la Fundación Ana Bella como Somos Más, señalan las mismas carencias de la administración a la hora de ayudar a las víctimas que denuncian su situación de maltrato, y piden que se maximicen los esfuerzos.

“Sobre el papel hay unas ayudas, pero la realidad es otra”, aseguran desde Somos Más. Se refieren a todas las trabas que se plantean a la hora de pedir una ayuda económica. “Si tú tienes un bien en común con el maltratador, ya no tienes ayudas porque teóricamente tienes unos ingresos”, cuentan desde Somos Más.

Otro de los temas fundamentales es el de la vivienda. Expresan la dificultad de acceso a una casa que tienen las mujeres que sufren la violencia machista y que son más vulnerables económicamente. Explican que, una vez finalizado el periodo en las viviendas de acogida, tiene muy difícil entrar una casa, porque no tienen recursos suficientes y aún no han encontrado un trabajo. “Tendrían que tener una vivienda asegurada cuando no tienen una propia”, pide Ana Bella.

Por otro lado, cuentan la dura y compleja situación de las mujeres que denuncian y se ven obligadas a seguir manteniendo un vínculo con los maltratadores y padres de sus hijos hasta que estos cumplen 18 años. Han recalcado especialmente la crudeza de la custodia compartida y de saber que sus hijos están junto a un maltratador. También, hablan de lo tibias que son muchas veces las penas de los agresores, que se resuelven con servicios a la comunidad. A esto se añade la lentitud de la justicia, que provoca que los procesos se alarguen durante años.

A pesar de que el sistema no llega a todo y que la situación a la que se enfrentan no es sencilla “es mejor denunciar que irte a la cama con un hombre que te puede asesinar, que te está asesinando cada día, que te hace estar muerta en vida”, sentencia Ana Bella, una mujer que volvió a la vida, que habla con fuerza y con alegría.

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