Quedan apenas ocho días para que la Familia Real británica viva un día emotivo y señalado, el primer aniversario de la muerte de Isabel II. Está previsto que no haya ningún acto público, pues los descendientes de la desaparecida reina han optado por recordarla en la intimidad, seguramente realizando algún homenaje, quien con total seguridad faltará el príncipe Harry.
No solo porque reside en Estados Unidos junto a su mujer, Meghan Markle, y sus dos hijos, también porque la distancia no física que separa al duque de Sussex y al resto del clan Windsor es cada vez mayor. Especialmente tras el estreno, este miércoles 30 de agosto, de su nuevo documental.
De la mano de Netflix ha creado Corazón de Invictus, en el que a lo largo de cinco capítulos de una hora de duración desvela los detalles de la última edición de los Juegos Invictus. Se trata de su proyecto más personal en el que busca dar visibilidad a los militares veteranos que están heridos y enfermos a través de diferentes juegos que se inspiran en los Juegos Paralímpicos y los Warrior Games.
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Y si bien el foco del documental está puesto en el desarrollo de esta actividad y sus protagonistas, Harry también ha querido plasmar su propia experiencia en el ejército. “Cuando estuve en Afganistán en 2012 para pilotar un helicóptero, algo dentro de mí se vino abajo”, cuenta en el segundo episodio, llamado Lesiones invisibles. Según explica, cuando regresó a Reino Unido la situación no mejoró.
Harry asegura que en aquel momento reprimió sus emociones “como habrían hecho la mayoría de los jóvenes”, pero que “cuando todo salió a la luz, me puse a darme contra las paredes”. A su vuelta, según deja entrever, se sintió muy solo: “Nadie a mi alrededor podía realmente ayudarme. No tenía esa estructura de apoyo, esa red o ese asesoramiento de expertos para identificar lo que realmente estaba pasando conmigo”, afirma. Unas palabras que se han entendido como un reproche hacia su familia.
Y sigue: “Desgraciadamente, como la mayoría de nosotros, la primera vez que te planteas la terapia es cuando estás tirado en el suelo en posición fetal, probablemente deseando haberte enfrentado a algo de esto antes”.
Además, Harry señala que aunque el detonante fue regresar de Afganistán, cayó en la cuenta de que todo comenzó antes: se desencadenó algo en mí y fue todo lo que pasó a partir de 1997, cuando tenía 12 años”, narra, refiriéndose a la muerte de su madre, Diana de Gales. “Nunca fui consciente del trauma que supuso perder a mi madre a una edad tan temprana. Nunca se habló de ello y en realidad yo no hablaba de ello”, dice sobre aquel momento.
La llegada de Meghan
Aunque los años atenuaron el trauma, este volvió a su vida tras comenzar su relación con Meghan Markle, pues ambos recibieron una gran atención mediática que le hizo recordar lo sucedido con su madre. “Creo que es una herida que supura. Ser parte de esta familia, en este papel, en este trabajo. Cada vez que veo una cámara o escucho un clic… Cada vez que veo un flash me hace recordar el peor momento de mi vida”, explicó durante un viaje a Sudáfrica en el otoño de 2019.
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