Los 31 de agosto están marcados en rojo el calendario de la Familia Real británica y es que ese día de 1997 vivieron su mayor tragedia, la muerte de Diana de Gales en un accidente de tráfico. La madre de los príncipes William y Harry se encontraba en París con su novio, Dodi Al-Fayed, disfrutando unos días de descanso que llamaron poderosamente la atención de la prensa, que se mostró muy insistente con la pareja.
Según la versión oficial, Diana y Dodi estuvieron cenando en el hotel Ritz de París y tras la velada se subieron a un Mercedes S280 de color negro para ir a su siguiente destino, pero nunca llegaron. El vehículo se chocó en el Puente del Alma y tanto la princesa de Gales como su pareja murieron en el accidente.
Tiempo después se conocerían dos de las causas del accidente: por un lado, el presunto acoso de los paparazzi, de quienes estarían intentando escapar y, por otro y más importante, que el chófer conducía bajo los efectos del alcohol. Quienes más sintieron su muerte fueron sus dos hijos, que todavía eran muy pequeños y tuvieron que aprender a vivir sin ella, su gran apoyo.
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Príncipe Guillermo
El actual príncipe de Gales solo tenía 15 años cuando perdió a su madre y tuvo que afrontar este dolor en plena adolescencia, una época muy complicada. Los siguientes años tampoco fueron fáciles para Guillermo, que sumó la presión de ser el heredero al trono y aprender a trabajar bajo las estrictas normas del protocolo británico.
Tiempo más tarde, ya de adulto, el príncipe confesó que tras la muerte de su madre tuvo que “contener sus emociones durante 20 años” y le provocó “consecuencias bastante graves no solo en mi vida personal, también en mi trabajo”.
La llegada de Kate Middleton a su vida lo cambió todo. Tras un largo noviazgo, se casaron en la Abadía de Westminster en una ceremonia en la que hubo varios guiños a Diana por parte de Kate, que siempre la ha tenido muy presente, hasta el punto de recrear algunos de sus looks más icónicos. Son padres de tres hijos, Jorge, Carlota y Luis.
Príncipe Harry
El hijo pequeño de Diana de Gales lo pasó mucho peor, pues él tenía solo 12 años cuando la princesa murió. Un trauma que vivió en soledad, tal y como desveló en su libro de memorias, Spare, en el que contó cómo se enteró dela muerte de su madre. Fue en Balmoral, donde él y su hermano estaban pasando unos días de vacaciones, y el encargado de hacerlo fue su padre, que se sentó junto a él en su cama y le explicó, tras decirle “querido hijo”, que su madre había tenido un accidente y no se había podido recuperar de las heridas aunque lo habían intentado.
“Mi padre no me abrazó. No se le daba muy bien expresar sus emociones en circunstancias normales”, escribió el príncipe, que recuerda que Carlos “posó la mano una vez más sobre mi rodilla y me dijo: ‘Todo irá bien’”. Esa noche nadie más le visitó y, como al día siguiente mantuvieron su rutina de siempre, pensó que su madre estaba bien y aparecería en cualquier momento. De hecho, confiesa que hasta los 20 años creyó que su madre estaba escondida para llevar una vida más feliz.
Tras una juventud muy complicada en la que se vio envuelto en muchas polémicas, Harry logró la estabilidad con la llegada de Meghan Markle a su vida, una actriz junto a la que ha asentado la cabeza y le ha ayudado a decidir que no quería seguir formando parte de la Familia Real. Padres de una niña y un niño, viven en Estados Unidos y se dedican a las actividades filantrópicas, siguiendo los pasos de Diana de Gales, a quienes tienen muy presente. De hecho, su hija pequeña se llama Lilibet Diana en recuerdo a ella.
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