Desvío del cañón tras varios disparos, pérdida de precisión, alcance de elevadas temperaturas, fallas en el sistema de expulsión de los cartuchos y encasquillamiento, estos fueron algunos de los problemas sobre los que el Ejército de Tierra informó al Ministerio de Defensa, en 1995, acerca del Cetme L, el fusil reglamentario que venía utilizando desde hacía casi una década. Finalmente, se llegó a la conclusión que el arma, diseñada y fabricada 100% en España, era imposible de reparar ya que supondría tener que cambiarle el cañón a las 100.000 unidades distribuidas entre los tres ejércitos (el grueso en la fuerza terrestre) y se decidió buscarle un reemplazo: el alemán HK G36E. Así, en 1999, el Cetme L fue dado de baja y una parte del inventario fue almacenado en los arsenales de las Fuerzas Armadas donde, se creía, aún permanecían. Pero no.
El pasado 24 de agosto, el Gobierno ucraniano llevó a cabo una parada militar con motivo del 32º aniversario de la Independencia del país y la sorpresa fue máxima cuando soldados del Servicio Estatal de Fronteras de Ucrania (SPSU) desfilaron portando el polémico fusil que tantos quebraderos de cabeza ocasionó al ejército español. En concreto, 25 guardias fronterizos cada uno con su Cetme L. La única forma en la que esta arma, que jamás se exportó y solo estuvo en servicio en España, haya llegado a las manos de los soldados ucranianos es que haya formado parte de las distintas donaciones de armamento que la cartera de Margarita Robles ha realizado al país invadido desde iniciada la guerra.
De hecho, días atrás, la ministra mantuvo una videoconferencia con el jefe de la Guardia nacional de Fronteras, quien agradeció las últimas entregas de material militar efectuadas por España, entre las que mencionó armamento ligero y su munición. Sin embargo, el Gobierno español nunca ha especificado qué tipo de fusiles ha destinado a Ucrania y, consultado por Infobae España, desde el Ministerio de Defensa no han querido facilitar más detalles sobre las armas de fuego de uso individual que ha enviado para su uso contra el ejército ruso.
No obstante, fuentes militares ucranianas y españolas han confirmado que entre las donaciones realizadas por España se encuentran entre 1.000 y 2.000 fusiles Cetme L provenientes de un stock de alrededor de 25.000 unidades que nunca llegaron a utilizarse, según publica The Objective. Además, Ucrania estaría empleando este material en efectivos de la retaguardia, como el mencionado SPSU y la Policía Militar.
Un arma con “deficiencias técnicas”
El Cetme L se introdujo a las Fuerzas Armadas españolas, en 1986, como reemplazo del Cetme C, debido a que este último era de calibre 7,62 milímetros mientras que su sustituto utilizaba munición 5,56 mm, es decir, el calibre empleado por todos los países de la OTAN, alianza a la que España se había unido cuatro años antes, bajo el gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo. El fusil fue diseñado por el desaparecido Centro de Estudios Técnicos de Materiales Especiales (Cetme), creado durante la dictadura, y fabricado por la otrora empresa pública Santa Bárbara, actualmente propiedad del gigante armamentístico estadounidense General Dynamics Land Systems.
El Ministerio de Defensa invirtió 12 millones de pesetas en el desarrollo y compra del arma, de las que adquirió 100.000 unidades: 80.000 para el Ejército de Tierra y 20.000 a repartir entre la Armada y el Ejército del Aire. De esta manera, cada Cetme L costó 120.000 pesetas, el doble de lo que valía su principal competidor: el M-16 de Estados Unidos.
La primera fuerza en mostrar su disconformidad con el fusil fue la Armada, que no tardaría en descartarla y dotar a la Infantería de Marina con el M-16. Hacia finales de la década de los ‘90, cuando el Cetme L ya tenía los días contados, Santa Bárbara admitió que el arma presentaba “deficiencias técnicas” que achacó a que estaba diseñado en base a un fusil antiguo y obsoleto, no obstante, aseguró que sus problemas no afectaban a la seguridad de los soldados. Habrá que preguntárselo a Ucrania.
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