Después de un año pletórico para nuestra cinematografía, con presencia española en todos los festivales internacionales y la confirmación de toda una nueva generación de voces que han contribuido a cambiar y revitalizar el panorama patrio a través de nuevos temas e inéditas perspectivas, se presenta una rentrée a modo de transición, en la que abundan las propuestas, aunque lamentablemente muchas de las más esperadas no estén a la altura de las expectativas.
Sin embargo, lo que resulta abrumador es la cantidad de obras firmadas por mujeres, una tendencia que se ha ido asentando y que por fin comienza a consolidarse, aunque las cifras de un hipotético 50-50 todavía estén lejos de conseguirse. En cualquier caso, hay que celebrar que durante los próximos meses haya un pequeño aluvión de títulos con nombre propio femenino detrás de la cámara gracias a los nuevos trabajos de Elena Martín, Isabel Coixet, Arantxa Echevarría, Isabel Herguera, Jaione Camborda, de Patricia Ortega, Juana Macías o Carlota Pereda.
En el foco de los festivales
En esta ocasión, el Festival de San Sebastián elegía por primera vez en su historia tres películas dirigidas por mujeres en su Sección Oficial. La primera, y quizás la más esperada, es Un amor, la adaptación que ha hecho Isabel Coixet de la novela del mismo título de Sara Mesa, protagonizada por Laia Costa y Hovik Keuchkerian, la historia de una mujer que se desplaza a un entorno rural apartado y vivirá toda una serie de micromachismos y de violencia a su alrededor al mismo tiempo que vive una pasión inesperada con un hombre que en principio no tiene nada que ver con ella. Su estreno está previsto el 11 de octubre.
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En competición también podrá verse la segunda película de Jaione Camborda, O Corno, ambientada en la Illa de Arousa en los años setenta y protagonizada por una mujer que ayuda en los partos hasta que, después de un suceso inesperado, tendrá que huir a Portugal. Por último, un género, el de la animación, que no suele estar firmado por mujeres tendrá representante este año gracias a El sueño de la sultana, de Isabel Herguera, en la que se relata un imaginario repleto de historias protagonizadas por heroínas feministas.
Además, Arantxa Echevarría regresa a los orígenes costumbristas de Carmen y Lola para abordar un tema tan poco explorado como es la integración de la comunidad china en nuestro país. Chinas se estrena el 6 de octubre y de nuevo vuelve a contar con actrices naturales para interpretar a las pequeñas protagonistas, dos niñas de origen chino, una adoptada y otra que mantiene sus raíces gracias a su familia, que regenta un bazar.
De Sundance nos llega Mamacruz, de la directora venezolana Patricia Ortega, una producción española encabezada por Kiti Mánver, que interpreta a una abuela que conocerá por primera vez lo que es el deseo sexual que había tenido reprimido por sus creencias religiosas, que le habían hecho pensar que no tenía derecho a sentir placer físico. Precisamente en el certamen norteamericano del año anterior, Carlota Pereda se convirtió en una auténtica sensación gracias a Cerdita y este año presentará en Sitges su nueva película de terror, La ermita, en la que Belén Rueda regresa a su género favorito después de que se convirtiera en musa de Bayona en El orfanato. En esa ocasión interpreta a una falsa médium que ayudará a conectar con una niña fantasma.
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Además, Belén Macías estrena Verano en rojo, que aborda un caso de pederastia dentro de la Iglesia y que está protagonizada por Marta Nieto y por José Coronado. Y Juana Macías (después de Fuimos canciones, para Netflix), dirige a Inma Cuesta, Sara Sálamo y Diego Martín en la comedia El favor.
Por último, una de las películas más interesantes del año es sin duda Creatura, la segunda película tras la cámara de Elena Martín, en la que también aborda el deseo femenino, en este caso a través de tres edades vitales diferentes, la infancia, la adolescencia y la edad adulta, a través de una chica que es incapaz de relacionarse con su propio cuerpo porque tiene interiorizado un trauma que no sabe como gestionar. Después de pasar por la Quincena de los Realizadores de Cannes, Elena Martín confirma su talento con una película repleta de capas, sugerente y al mismo tiempo poética y dolorosa.
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