Los antibióticos son medicamentos utilizados para prevenir y tratar las infecciones bacterianas. Son la herramienta más útil para tratar enfermedades que hace décadas podrían causar la muerte. Sin embargo, el su mal uso está teniendo consecuencias nefastas en salud pública.
La toma irresponsable de estos fármacos, cuando se ingieren sin prescripción médica o se dejan las tomas antes de lo indicado, provoca resistencia. Son las bacterias, y no los seres humanos ni los animales, las que se vuelven resistentes a los antibióticos. Y esto significa que las bacterias se vuelven farmacorresistentes y cada vez en más complejo combatirlas porque mutan y anulan los efectos de las medicinas que se usan para combatirlas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que “la resistencia a los antibióticos es hoy una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo”. Además, indican que cada vez hay un mayor número de enfermedades infecciosas difíciles de tratar por la pérdida de eficacia de los medicamentos, como la neumonía, la tuberculosis, la septicemia, la gonorrea o las enfermedades de transmisión alimentaria.
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“Si no se toman medidas urgentes, el mundo está abocado a una era post-antibióticos en la que muchas infecciones comunes y lesiones menores volverán a ser potencialmente mortales”, advierten. Desde el Plan Nacional de Resistencia a los Antibióticos añaden que “Si seguimos consumiendo antibióticos al ritmo actual, Europa podría sufrir un retroceso a la era anterior a los antibióticos, cuando una infección bacteriana corriente, como una neumonía, podía suponer una sentencia de muerte”.
Desde ambas organizaciones señalan que aún estamos a tiempo de parar la escalada de mutaciones de estos fármacos siguiendo una serie de pautas y recomendaciones:
Mejor prevenir que curar
Entre los factores que aceleran el proceso de resistencia a los antibióticos, no solo destaca el mal uso de estos fármacos, sino también las deficiencias en materia de prevención y control de infecciones. Por lo que instan a adoptar medidas para reducir el impacto de este fenómeno y limitar su propagación.
Para ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda lavarse las manos con frecuencia, limpiar bien los alimentos, evitar el contacto directo con personas enfermas y cumplir puntualmente con el calendario de vacunas.
Los sanitarios además deben protegerse adecuadamente de los pacientes para evitar contagios. En caso de los médicos, indican que deben realizar los cultivos pertinentes para saber si un paciente tiene realmente una infección bacteria, recetar antibióticos solo cuando sea necesario, así como pautar un buen uso de estos cumpliendo con la duración de ingesta que corresponda.
Controlar el uso de antibióticos en animales
Los trabajadores agrícolas también pueden contribuir a la lucha contra la resistencia de los antibióticos. El organismo nacional indica que deben vacunar a los animales con miras a reducir la necesidad de antibióticos e idear métodos alternativos para su uso en la producción de plantas. También deben cuidar que los antibióticos administrados a los animales solo se utilicen para el tratamiento de enfermedades infecciosas y bajo supervisión veterinaria.
Los riesgos de la automedicación
Puede ser tentador utilizar el mismo antibiótico cuando se presentan síntomas similares a los de una enfermedad pasada. Sin embargo, solo un médico puede determinar si una enfermedad requiere tratamiento con antibióticos, por lo que, recomiendan acudir al médico en lugar de automedicarse.
También aseguran que “tomar antibióticos para combatir infecciones bacterianas leves, como rinosinusitis, dolor de garganta, bronquitis o dolor de oídos es, a menudo, innecesario” pues explican que normalmente “el sistema inmunitario es capaz de vencer tales infecciones”.
Solo usar antibióticos si es necesario
Hasta el 80 % de las infecciones invernales que afectan a la nariz, los oídos, la garganta y los pulmones son de origen vírico, por lo que tomar antibióticos no las curará. “La mayor parte de los síntomas de las enfermedades invernales pueden aliviarse con otros medicamentos que pueden adquirirse sin receta”, recuerdan.
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