“Va a ser el próximo base titular de nuestro equipo y sólo lo hemos adelantado un poco [...] Ha entrado como uno de los jugadores principales del equipo, así que tiene que firmar actuaciones como uno de los principales jugadores del equipo”. Sergio Scariolo no pudo atinar más con el mensaje para Juan Núñez en la previa. El jugador más joven de esta selección española de baloncesto ha llegado a la absoluta para quedarse, y que todos tomen nota. Con actuaciones como la de este lunes en todo un Mundial, ante Brasil, haciendo de todo y todo bien, queda claro que el base madrileño, aparte de futuro, es presente, y muy brillante, del equipo nacional (78-96).
El ex del Real Madrid decidió que el partido más comprometido de la primera fase mundialista para La Familia era el mejor día para demostrar que, aun con 19 años, puede llevar el peso de toda una vigente campeona planetaria. En un día en el que poco o nada se supo del eterno Marcelinho Huertas, Núñez se graduó con los mayores. Y con honores: anotó en los momentos calientes, se sacrificó lo suyo en defensa (atrapó rebotes como moscas) y repartió juego a las mil maravillas. Volvió locos a los brasileños y, en buena medida, ató la victoria española en el último cuarto.
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Uno en el que también sobresalió otro de los hombres clave para explicar el segundo triunfo de los de Scariolo en Indonesia, sinónimo de billete para la segunda fase: Usman Garuba. Con un ánimo descomunal por reivindicarse en este campeonato (acaba de quedarse sin equipo), que otro integrante de España con pasado madridista elevase el tono defensivo del grupo no pudo ser más oportuno. Fue precisamente eso, la concentración atrás, lo que permitió que el encuentro empezase a teñirse de rojo durante el segundo cuarto. La Canarinha se agarraba al duelo como podía gracias a un eléctrico Yago dos Santos y al poderío interior personificado en Bruno Caboclo. Sin embargo, pesaba más la fuerza del colectivo que, cada día que pasa es más evidente, da alas al defensor del título.
Veteranos y noveles conjugados a la perfección
Mucho más entonado se vio, en esta ocasión, a Santi Aldama. El ahora único NBA del plantel se fue con unas sensaciones bastante mejores en comparación con las del debut. Ya está un poco más cerca del buen feeling con la camiseta rojigualda que atesoran otros de sus compañeros. Es el caso de un Willy Hernangómez que sigue de dulce en el baloncesto FIBA. Lo mismo se puede decir de su hermano Juancho, porque raro es que no haya minutos de peso de la pareja en cada compromiso reciente que se precie del equipo.
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Otro que continúa en una nube a las órdenes de Scariolo es Alberto Díaz: no podemos dejar de reseñar sus triples para abrir hueco. Y algo parecido ocurre con Víctor Claver, cuyos minutos nada más volver del descanso, con una habilidad descomunal para los intangibles, justifican, una vez más, su presencia en el roster. El valenciano no para de tumbar el escepticismo con el que le reciben algunos cada verano maximizando su rol de forma impecable.
Veteranía imprescindible la suya. Como la de Rudy Fernández, el capitán con el que siempre se puede contar. Ha enseñado bien a los que vienen por detrás: Brizuela fue uno más en ese empecinamiento por intentar que todos sumen. Las dudas escasearon: en cuanto se superó por primera vez el +10, con defensa y acierto exterior, el pulso no tembló. Ni siquiera con los amagos brasileños de volver a igualarlo todo ni ante varios momentos de protagonismo cuestionable de los árbitros (técnica a Garuba tras un mate incluida).
El pescado ya está vendido en el grupo inicial. Irán espera el miércoles (y conviene sumar pleno de victorias, porque se arrastran resultados). Desde el viernes, las curvas de mayor entidad: Canadá y Letonia. La sensación del torneo y la causante de la eliminación de Francia, respectivamente, serán las grandes piedras de toque venideras. Por el momento, ganar con contundencia a Brasil no está nada mal para proseguir con la hoja de ruta.
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