Luis Rubiales sigue sin entender qué ha hecho mal. Muchos mencionan, sorprendidos, el hecho de que al final será esta tontería —el beso en la boca a Jenni Hermoso— lo que haga caer al hasta ahora todopoderoso presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) después de haber sobrevivido a numerosos escándalos anteriores. Fiestas, viajes privados a Nueva York con el dinero de la Federación o la denuncia de acoso de Tamara Ramos, por mencionar algunos.
Sin embargo, ninguno de ellos trascendió lo suficiente como para que se tambaleara la red de poder que le sostiene y será el beso a una jugadora de la Selección, flamante ganadora del Mundial de Fútbol, y sus comportamientos durante y después del partido que ha llevado a la gloria a España en el fútbol femenino los que le han llevado a una irremediable caída.
Su beso a Jenni Hermoso no es ninguna tontería, es un acto de violencia sexual no consentido -una agresión sexual-que, además, ha cometido frente a las cámaras y del que toda España (y el mundo) es testigo. Y el problema no ha sido solo ese gesto, sino todo lo que vino después. Muchas dosis de machismo y paternalismo con los que Rubiales se ha retratado: tres actos con los que ha firmado su autodestrucción.
Primer acto: el beso
El domingo a media tarde, la árbitra sentenciaba el partido y España se convertía en campeona del mundo. Entre la euforia y las celebraciones, el gesto de Rubiales agarrándose los genitales en el palco había pasado desapercibido. Minutos después, el presidente de la Federación fue felicitando una a una a las jugadoras en la entrega de premios, y cuando llegó el turno de Jenni Hermoso, le agarró de la cara y le plantó un beso en los labios. Este fue su primer gran error. Pero en ningún momento consideró que fuera inapropiado.
El presidente de la federación lo consideró desde el principio tan solo “un pico de dos amigos celebrando algo”. Sin embargo, agarrar la cara de una jugadora y plantarle un beso en los labios no es ningún tipo de celebración, sino aprovecharse de su situación de poder creyendo que puede hacer algo así y salir impune.
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Se tardó en ver la gravedad del asunto, o al menos desde las grandes esferas. Incluso la propia Jenni Hermoso en el momento no quiso darle importancia o mejor dicho, ha decidido cuándo dársela para no empañar el que era probablemente el mejor momento de su vida. Y estaba en su derecho. Acaba de proclamarse campeona del mundo. ¿Por qué tiene que verse envuelta en una polémica así por culpa de un comportamiento machista? ¿Algún hombre ha tenido que aguantar algo así?
Segundo: “Idiotas, estúpidos y gilipolleces”
Pasaban las horas y Rubiales vivía en su burbuja. Incluso se atrevió a llamar gilipollas a todos los que criticaron ese beso. “No hagamos caso de los idiotas y de los estúpidos (...) No estamos para gilipolleces”, afirmaba. Pero parece que sí que estamos para gilipolleces.
Así reaccionaba al ser preguntado por la polémica creciente en torno al beso en el programa El Partidazo de la cadena Cope: “No hagamos caso de los idiotas y de los estúpidos, de verdad. (Es) un pico de dos amigos celebrando algo [...] No estamos para gilipolleces. Yo, con todo lo que he pasado, más gilipolleces y más tontos del culo, no. Vamos a disfrutar de lo bueno y ni me comentéis cosas de pringados que no saben ver lo positivo. [...] Es una cosa que no tienen ninguna maldad, que es una tontería...Si hay tontos, pues que sigan con sus tonterías. Paso de eso”.
En el mismo tono habló en Radio Marca: completamente inconsciente de sus acciones y de la repercusión que iban a tener.
🇪🇸 Luis Rubiales, en @partidazocope
— El Partidazo de COPE (@partidazocope) August 20, 2023
😙 "Es un pico de dos amigos celebrando algo"
😡 "No hagamos caso de los idiotas y de los estúpidos"
📻 #PartidazoCOPE pic.twitter.com/racuNYW9rq
Tercero: mentiras y disculpas sin sentido
El daño ya estaba hecho. Las críticas empezaban a llegar desde el extranjero, del mundo de la cultura e incluso el propio entorno futbolístico, siendo Isco y Borja Iglesias los únicos que se atrevieron a pronunciarse y cargar contra el todopoderoso Rubiales, a quien le recordó que se equivoca y que el beso a Hermoso —sí, Hermoso, no solo Jenni— es algo que “bajo ningún concepto se debe hacer”.
“Tampoco el comportamiento que tuvo en el palco, junto a la Reina... no es muy protocolario, la verdad”, añadió el jugador del Betis, el primero en condenar la actitud de Rubiales. Y es que los compañeros han preferido guardar silencio. Nadie se atreve a meterse con el jefe. Hasta que su caída no ha sido inminente apenas ha habido críticas.
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Pero poco a poco este asunto cogía fuerza y, cuando hasta la prensa internacional se había hecho eco del abuso, pensó que sería bueno pedir disculpas, aun sin tener muy claro por qué. El ministro de Cultura y Deporte en funciones, Miquel Iceta, le había exigido ese mismo domingo una rectificación pública.
Cada vez más nervioso y con la ola de críticas en aumento, la RFEF filtró a la Agencia EFE unas declaraciones de la propia futbolista. No eran suyas. Según destapó Relevo, esas palabras fueron redactadas por la propia Federación.
“Ha sido un gesto mutuo totalmente espontáneo por la alegría inmensa que da ganar un Mundial. El presi y yo tenemos una gran relación, su comportamiento con todas nosotras ha sido de diez y fue un gesto natural de cariño y agradecimiento. No se puede dar más vueltas a un gesto de amistad y gratitud, hemos ganado un Mundial y no vamos a desviarnos de lo importante”, fueron las declaraciones que la RFEF trasladó a EFE.
Rubiales después le rogó a Hermoso que pidiera disculpas con él, pero ella, según informó Relevo, se negó. El presidente de la RFEF se vio obligado a difundir un vídeo de él solo pidiendo perdón por el polémico beso pero sin reconocer claramente el error.
“Hay un hecho que tengo que lamentar y es todo lo que ha ocurrido entre una jugadora y yo con una magnífica relación entre ambos, al igual que con otras, y donde seguramente me he equivocado, lo tengo que reconocer. Porque en un momento de máxima efusividad, sin ninguna mala intención, sin ninguna mala fe, pues bueno, ocurrió lo que ocurrió, yo creo que de manera espontánea”.
Rubiales convocó una asamblea de la Federación para ser respaldado y reforzar su figura a nivel interno. Pero la presión ha ido creciendo en las últimas horas desde muchos frentes. Sin embargo, el silencio del mundo del fútbol ha sido el que más estruendo ha causado. Hasta que el silencio ha hecho más ruido que la polémica, no han empezado a levantarse las voces de figuras tan autorizadas como Carlo Ancelotti o, finalmente, la FIFA.
Jenni Hermoso ha seguido sus propios tiempos: no ha querido empañar su triunfo y cuando ha considerado oportuno, se ha pronunciado a través del sindicato FUTPRO. Pero esta serie de acontecimientos en un momento de plena visibilidad del deporte femenino han servido para evidenciar los silencios cómplices de muchos compañeros que, amparándose para la excusa de deberse a sus clubes, no han reaccionado ni han sabido comprender a tiempo que esos pocos instantes condensan la demostración de todo lo que falla cuando hablamos de machismo.
Era la oportunidad para demostrarle al mundo la apuesta del fútbol español por el deporte femenino y ha acabado echando por tierra todo el relato que estaba tan fácilmente alcanzable y demostrando que aún hay mucho que cambiar.
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