Así se gestó la caída de Rubiales tras el beso a Jenni Hermoso: cinco días de negación y presiones hasta la dimisión

El todavía presidente de la Federación, que dimitirá este viernes en la Asamblea, ha decidido dejar el cargo tras verse acorralado y sin ningún apoyo del fútbol. Su idea era seguir, pero el comunicado de la jugadora Jenni Hermoso en su contra y la postura de la FIFA le hicieron darse cuenta de que no tenía salida

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Pedro Sánchez estrecha la mano
Pedro Sánchez estrecha la mano del presidente de Luis Rubiales durante una ceremonia en Madrid. REUTERS

Presionado hasta el extremo por el Gobierno y con el rechazo de la industria del fútbol en bloque, Luis Rubiales decidió en la tarde del jueves que dimitiría como presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) en la Asamblea extraordinaria convocada para este viernes, pese a no estar plenamente convencido de hacerlo. Este momento fue el broche final a cinco días de intensas presiones para que dejase el cargo por el beso no consentido que le dio a la jugadora Jenni Hermoso después de que España ganase el Mundial femenino. Rubiales, cuya idea hasta hace solo unas horas era continuar sí o sí al frente de la Federación, se había quedado solo, sin ningún apoyo. Más allá del ámbito político, vio como el mundo del fútbol, desde la FIFA hasta los clubes de LaLiga, también había decidido darle la espalda. Cuando eso sucedió, al dirigente, que no esperaba un posicionamiento tan duro en su contra por parte de su propia industria, le hicieron ver que no tenía otra salida. Incluso ahí, él seguía insistiendo en su postura de no marcharse y, según ha podido saber Infobae España por fuentes cercanas a Rubiales, mantenía que lo sucedido sobre el césped del Accor Stadium de Sídney no era tan grave como para sacarle de la Federación. Las presiones recibidas desde todos los lados en estos cinco días contrastaban con su constante negación.

Rubiales se atrincheró este jueves en la sede de la RFEF junto a su equipo más cercano. Estuvieron encerrados en Las Rozas hasta pasadas las 19.00 horas para decidir la estrategia a seguir. A su llegada, la dimisión no era una opción. “Estaba fuerte y decidido”, apuntan las fuentes. El plan en el que trabajaban no era otro que el de diseñar una Asamblea en la que tenía pensado cerrar filas y recibir el apoyo de las territoriales, afines a él. Iba a pedir perdón, sí, por el beso a Jenni Hermoso y también por los gestos obscenos que realizó en el palco de autoridades en presencia de, entre otros, la reina Letizia y la infanta Sofía. Pero además, Rubiales quería sacar pecho por su gestión y reivindicar como suyo el éxito del fútbol femenino español.

El fútbol se pone en su contra

Pero todo cambia a partir de las 13.50 horas, cuando la FIFA comunica oficialmente la apertura de un procedimiento disciplinario contra él por lo sucedido en Sídney. El máximo organismo del fútbol, lejos de mantenerse al margen, tomaba cartas en el asunto. La Comisión Disciplinaria de la FIFA entendía que los hechos acaecidos “podrían resultar constitutivos de violaciones de los artículos 13.1 y 13.2″ de su Código Disciplinario. Es en este momento cuando su gente de confianza le insiste en que no tiene nada que hacer. “La dimisión es la única salida”, le repiten. Pese a las reticencias de Rubiales, cuya opinión cambiaba prácticamente de un minuto a otro, el escenario de dejar el cargo por voluntad propia empieza a cobrar tanta fuerza que llega a poner sobre la mesa un anuncio inminente durante la tarde ayer. Finalmente no sucede.

Luis Rubiales, durante la recepción
Luis Rubiales, durante la recepción a la selección femenina de fútbol en La Moncloa. REUTERS

Poco antes de todo esto, el dirigente ya había recibido otro revés: la Federación Vasca anunciaba que no acudiría a la Asamblea y rompía la unidad de las territoriales en torno a su figura. “Ante la gravedad de lo sucedido en la entrega de trofeos de la final del Campeonato del Mundo, y la posterior gestión de los acontecimientos, la Federación Vasca de Fútbol no acudirá a la asamblea de la RFEF”, confirmó el ente federativo vasco. Hasta el momento, es la única territorial que ha anunciado su intención de no estar en Las Rozas este viernes.

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Paralelamente al de la Federación Vasca, otro mazazo: los clubes de LaLiga le dan espalda. Hasta ayer, salvo el Getafe, cuyo presidente, Ángel Torres, había proclamado que Rubiales no podía “estar ni un minuto más en el cargo”, se había mantenido un silencio institucional. El jueves, Enrique Cerezo, presidente del Atlético de Madrid, y Jokin Aperribay, máximo dirigente de la Real Sociedad, fueron en la misma línea y reclamaron públicamente la dimisión de Rubiales. Aperribay, además, confirmó que la Real no acudiría a la Asamblea, donde tiene un hueco como integrante de Miembros Electos de Clubes. No será el único. 16 de los 18 clubes de Primera y Segunda División que forman parte de la Organización de la Asamblea General de la RFEF aseguraron que no asistirían: Getafe, Mallorca, Osasuna, Real Sociedad, Villarreal, Cádiz, Elche, Rayo Vallecano, Leganés, Eibar, Alavés, Las Palmas, Real Sporting, Tenerife y, Zaragoza. A ellos se sumaron otros de Primera Federación –la tercera división del fútbol español–, como es el caso del Lugo, la Ponferradina el Amorebieta.

El rechazo del fútbol prácticamente en bloque fue un golpe duro para Rubiales. “En algunos casos concretos lo entiende como una especie de traición. Dice que ha hecho mucho por ellos”, revelan las fuentes. De hecho, según gente que estos días ha estado en contacto con el dirigente, veía en la industria su principal vía de escape para resistir y plantar cara incluso al Gobierno. Creía que podía hacerse fuerte si ellos se mantenían a su lado. Por su cabeza pasaban distintas fórmulas, desde autosancionarse para burlar de alguna manera al Consejo Superior de Deportes (CSD) o pactar con dicho organismo una inhabilitación suave de entre dos y seis meses que le permitiese regresar después y presentarse a las elecciones que la RFEF tiene que celebrar en el último semestre de este año, después de los Juegos Olímpicos de París. Tras el posicionamiento de la FIFA y de algunos de los clubes más importantes de LaLiga, personas de su confianza le hacen ver que todo esto ya no será posible. “Quizá el no lo ve del todo aún, pero tiene que acabar haciéndolo”, transmitían.

El comunicado de Jenni, el principio del fin

Pese a la negación constante, Rubiales se empieza a percatar en la tarde del miércoles de que la situación está entrando en una pantalla sin salida. Sin tener confirmado entonces el espaldarazo del fútbol, ocurre algo que le deja contra la espada y la pared: el comunicado de Jenni Hermoso. Es la primera gran puntilla para el dirigente, que esperaba que la jugadora, con la que mantenía una buena relación, no se posicionase en su contra. Confiaba incluso en que pudiera salir en su defensa. Por ello, el comunicado a través del sindicato Futpro, en el que Hermoso pide a la Federación que tome “medidas ejemplares”, es un jarro de agua fría para él.

El beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso en la celebración de la selección española tras ganar el Mundial Femenino. RTVE

“Hasta ese momento transmitía que estaba fuerte y convencido de que se iba a salvar. Eso empieza a cambiar cuando Jenni se pronuncia”, cuenta gente de su confianza, quienes le dan la misma o incluso más importancia a este hecho que al pronunciamiento de la FIFA durante el día de ayer.

La inhabilitación y las presiones políticas

Para entonces, Rubiales, aunque no completamente solo, ya estaba acorralado. El Gobierno había elevado al máximo la presión y sobre la mesa del CSD ya había cuatro denuncias en las que se reclamaba su inhabilitación: la de Miguel Galán, presidente de la escuela de entrenadores Cenafe; la del partido político Sumar; la del exárbitro Xavier Estrada Fernández, y la de la Liga Profesional de Fútbol Femenino. Ya el jueves, el ministro de Cultura y Deportes en funciones, Miquel Iceta, anunciaba que las trasladaría al Tribunal Administrativo del Deporte (TAD). “La semana que viene, el CSD va a comunicar al TAD la presentación de diversas denuncias. El TAD instruirá ese expediente y llegará a una conclusión que se comunicará al final del procedimiento”, comunicó. Era la confirmación de que Rubiales no iba a seguir en el cargo: si no dimitía, se enfrentaba una inhabilitación por vía de urgencia.

Precisamente fue el propio Iceta, presente en la final del Mundial, el primero que exigió responsabilidades a Rubiales por el beso no consentido a Hermoso. Ocurrió instantes después de la celebración, todavía en Sídney. Hasta entonces, el dirigente se había defendido atacando. “No hagamos caso de los idiotas y de los estúpidos. Es un pico de dos amigos celebrando algo. No estamos para gilipolleces y tontos del culo. No hay que comentar cosas de pringados”, decía en declaraciones a la Cadena Cope.

Pero en el vuelo de regreso a Madrid empieza a darse cuenta de la dimensión del suceso. Busca entonces a la jugadora para aparecer en un vídeo conjunto, pero esta se niega, tal y como desveló Relevo. Finalmente, y cumpliendo con la petición de Iceta, Rubiales se graba un vídeo de disculpas durante la escala en Doha. “Hay un hecho que tengo que lamentar y es todo lo que ha ocurrido entre una jugadora y yo, con una magnífica relación entre ambos, al igual que con otras, y donde, pues seguramente, me he equivocado. Lo tengo que reconocer, porque en un momento de máxima efusividad, sin ninguna mala intención, sin ninguna mala fe, ocurrió lo que ocurrió, de manera muy espontánea, sin mala fe por ninguna de las dos partes”, esgrime, y continúa: “A partir de ahí, aquí no se entendía. Lo veíamos algo natural, normal, y para nada con ninguna mala fe. Pero fuera parece que se ha formado un revuelo. Desde luego, si hay gente que se ha sentido por esto dañada, tengo que disculparme, no queda otra”.

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Lejos de arreglar algo, esta disculpa agrava todavía más su situación. El martes es Pedro Sánchez quien pone a Rubiales contra la espada y la pared. El presidente del Gobierno en funciones elevó al máximo la presión tildando el hecho de “inaceptable”. “Lo que vimos fue un gesto inaceptable, pero también las disculpas del señor Rubiales no son suficientes e incluso no son adecuadas y que por tanto tiene que continuar dando pasos para aclarar lo que vimos todos en los medios de comunicación”, le exigió Sánchez. Antes, el lunes, la vicepresidenta en funciones y líder de Sumar, Yolanda Díaz, quien exigió su dimisión. “Se ha vejado y agredido a una mujer”, declaró. También se sumó el Partido Popular a través de Cuca Gamarra, su portavoz. “Algo que ha abochornado a todos los españoles debe tener una respuesta en relación a lo que la sociedad española espera y lleva varios días demandando”, espetó. Y a partir de ahí, muchos más: de nuevo Iceta, el portavoz socialista Patxi López o el ministro de la Presidencia en Funciones, Félix Bolaños.

Luis Rubiales, durante la ceremonia
Luis Rubiales, durante la ceremonia en La Moncloa. REUTERS

La caída de Rubiales, por más que se resistiese, era inevitable. Completamente solo, el dirigente decidió finalmente escoger la vía de la dimisión, que se concretará este viernes en la Asamblea. A partir de ese momento, está por ver qué decidide hacer el CSD, si seguir adelante con la idea de elevar las denuncias al TAD para una inhabilitación o darse por satisfecho con el paso al lado del dirigente. Por el momento, y teniendo en cuenta que Rubiales no podrá presentarse a las próximas elecciones a la RFEF una vez deje el cargo, el Gobierno está sopensado la idea de aceptar la dimisión como un adiós definitivo, según traslandan a Infobae España fuentes cercanas.

Cinco días después de que el fútbol femenino alcanzase la gloria en Sídney, Rubiales pondrá fin a su etapa como presidente de la Federación. Su beso no consentido a Jenni Hermoso ha terminado con un mandato rodeado de una multitud de casos polémicos que le tuvieron en el alambre en más de ocasión. Entonces, con el respaldo político, consiguió sortearlos. No lo ha logrado esta vez. Rubiales se quedó solo. Las presiones de un lado y de otro se impusieron a su permanente negación y tumbaron su resistencia.

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