Debutó con 22 en la película Tres recuerdos de juventud, del prestigioso cineasta francés Arnaud Desplechin y fue nominado al Cesar a la mejor interpretación novel. A partir de ese momento se volvió una presencia recurrente dentro de la cinematografía gala, convirtiéndose en uno de los rostros de la nueva generación de intérpretes del país.
Recuerda con especial ilusión cuando trabajó con Catherine Deneuve en Dos mujeres, de Martin Provost, aunque reconoce que, a causa de la película con la que debutó, solo le llamaban para papeles de joven intelectual torturado, con un punto romántico, que se encarga de verbalizarlo todo a través de las palabras. Y, precisamente ese es el rol que también desempeña en Un verano con Fifí, la ópera prima de Jeanne Aslan y Paul Saintillan que logró en el pasado Festival de San Sebastián el premio a la mejor película en la sección Nuevos Realizadores.
Diferencia de edad y de clases sociales
En ella interpreta a Stéphane, un joven de clase burguesa que regresa a su casa cuando sus padres se han ido de vacaciones y se encuentra allí a una especie de ‘okupa’, en realidad una amiga de su hermana que cogió las llaves y dado que el ambiente familiar de su casa es bastante disfuncional, tenía pensado pasar allí las vacaciones de incógnito. El encuentro entre ambos será al principio un tanto incómodo, pero irá virando hacia territorios más cálidos a través de largas charlas y, poco a poco, dará paso a una mayor intimidad. Solo hay un problema, Stepháne es mayor de edad, y Fifí (a la que interpreta una estupenda Céleste Brunnquell), no. Por eso, la tensión sexual no resuelta, estará siempre presente a lo largo de su relación.
“Yo creo que este personaje, y también la película, se sitúa un poco en esa línea de continuidad de la Nouvelle Vague. Dos personajes con vidas diferentes, que pertenecen a estratos sociales antagónicos que se encuentran y se sienten atraídos. Es un juego de seducción, pero el reto de la película es la ambigüedad que se genera, y eso creo que la hace especial”, cuenta Quentin Dolmaire a Infobae España.
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El actor piensa que aunque ella proceda de una clase humilde, tiene las cosas mucho más claras que él y, en ese sentido, el retrato masculino, aunque sea de mayor edad, no deja de ser de lo más inmaduro, un contraste que le parece de lo más indicado. “Creo que en este caso, Stéphane habla mucho porque tiene que poner en orden sus ideas, y ella no necesita decir nada para saberlo todo, porque ha vivido más en menos tiempo”.
La película tiene el encanto de un cuento de verano de Eric Rohmer. Es delicada y luminosa, es una coming-of-age especial, que se aleja de los estereotipos, reposada, adulta, con un sustrato social muy interesante y con un sensibilidad reveladora que se centra en las pequeñas cosas.
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