And just like that... tendrá una tercera temporada. Todavía no sabemos si eso es una buena o mala noticia, pero sería muy injusto negar la realidad: aunque la continuación de Sexo en Nueva York no termine de adaptarse a nuestro paladar, el ritual de ver un nuevo capítulo cada jueves se ha convertido en una nueva experiencia religiosa. Ya sea por hate-watching (ver una serie que detestamos pese a detestarla) o por guilty pleasure (cuando no queremos admitir que algo nos tiene verdaderamente enganchados), la ficción producida por Michael Patrick King es un caramelo para los golosos.
La ficción original, que estuvo en antena de 1998 a 2004, fue considerada por muchos como un ente audiovisual exclusivo de mujeres y homosexuales, pero el tiempo ha terminado confirmado que la serie era mucho más que alcohol, sexo y centros comerciales: era una invitación al renacimiento y la emancipación de la mujer trabajadora en un contexto urbano y de constante cambio.
En And just like that... la historia continúa veinte años después. Los problemas de Carrie (Sarah Jessica Parker), Charlotte (Kristin Davis) y Miranda (Cynthia Nixon) —con Samantha (Kim Cattrall) fuera del plano por sus pugnas con la líder del clan— son los mismos. Sólo hay que añadir más cumpleaños a su currículum vital. Con nuevas historias, nuevos romances y una visión mucho más centennial con respecto a ciertos aspectos sociales, las mujeres más intrépidas de la Gran Manzana se enfrentan al medio siglo de edad en un escenario global de epidemia existencial.
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Este jueves, la segunda temporada de And just like that... estrena su último episodio. ¿Conseguirá Carrie mudarse con Aidan después del accidente que ha sufrido su hijo? ¿Perdonará Miranda a Che Díaz tras su alarde de grandeza y las entrometidas bromas sobre su relación? ¿Conseguirá Charlotte el balance perfecto entre trabajo y vida personal? Y lo que es más importante, ¿cómo será el esperado regreso de Samantha a la ficción?
Antes de su estreno, y de la traca final, en Infobae España hemos hecho un recopilatorio de los mejores momentos de esta segunda temporada: esas escenas que bailan en nuestra memoria, imágenes potentes que reivindican, que enseñan y que erran. También hay espacio para las intrínsecamente fabulosas.
¡Pelucas fuera!
Lisa Todd (Nicole Ari Parker) es una de las nuevas amigas de Charlotte, Miranda y Carrie. Apareció en la primera temporada de And just like that..., pero no ha sido hasta esta nueva hornada de episodios cuando hemos conocido más detalles acerca de su universo interior. Su carrera como directora está en pleno apogeo y la equilibra a la perfección con su vida personal.
Todd es exitosa, glamurosa y, ante todo, una mujer poderosa que tiene las cosas claras. Por eso resultó tan emocionante ver cómo, en el episodio en el que tiene que presentar su documental sobre mujeres pioneras y negras, ni siquiera una ciclogénesis explosiva la frena. Sale con un look impecable y, para que su peinado no se estropee con el temporal, espera a llegar al baño del auditorio para ponerse la peluca que luce en la serie: un bob ligeramente ondulado.
La escena es una de las más emocionantes de esta segunda temporada. El mundo audiovisual rara vez ha mostrado a una mujer negra quitándose la peluca delante de la cámara pese a tratarse de un elemento muy potente de su cultura. Aquí, la representación sí importa y, además, otorga mucha profundidad al personaje de Lisa, que puede pecar de superficial y azucarado.
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¿Arnés o no me ves?
Miranda (Nixon) es el personaje de la saga original que sufre la mayor transformación. En la primera temporada deja a Steve y se lanza a (re)descubrir su sexualidad tras conocer a Che Díaz (Sara Ramírez), una persona no-binaria con la que comienza una nueva, e inesperada, relación. El amor, y la pasión, que ambas se profesan lleva a Miranda a Los Ángeles, donde Che rueda un episodio piloto que narrará su trayectoria en el mundo de la comedia.
En una de las escenas (antes de su ruptura) vemos a Miranda intentando ponerse un arnés antes de tener relaciones sexuales con su pareja. Otra de esas escenas que rompen la cuarta pared y que llevan al espectador a cuestionarse por qué la libertad en el sexo no se trata con naturalidad (y tanta libertad) más a menudo. El arco del personaje de Nixon es el más interesante porque, no sólo progresa, también se hace preguntas que, hace veinte años, su personaje ni siquiera podía (o sabía) plantearse.
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‘They/them’
Aunque queda un poco forzado, sobre todo teniendo en cuenta que Che Díaz es uno de los personajes menos acogidos por los seguidores de And just like that..., el empleo de los pronombres neutros (they/them en inglés) que se usan para designar al personaje no-binario que interpreta Sara Ramírez es otro de los grandes elementos de inclusión de la serie. Aunque no todos consiguen hacerlo a la primera por falta de costumbre, el respeto por la diversidad y la libertad sexual sigue siendo uno de los emblemas del universo de Sexo en Nueva York.
También es emocionante ver el progreso de Che en la serie y cómo, en esta segunda temporada, también se ahonda en su pasado en femenino (una escena que podría llegar a explicar ese torbellino interno que la consume en estos nuevos capítulos).
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Sin cobertura
Charlotte (Davis) ha sido uno de los personajes más entrañables, a la vez que rígidos, de Sexo en Nueva York. Es una mujer de principios inamovibles a la que le cuesta fluir. Tiene que ser una madre excelente, una mujer canónica, una esposa perfecta y una galerista de renombre. En su vida no ha habido espacio para las grietas, hasta ahora. En la primera temporada de And just like that... Charlotte lidia con la transición de su hijo Rock. En la segunda, es Lilly la que pone a prueba el temperamento cuadriculado de su madre al pedirle dejar de tocar el piano para componer su propio sonido. De Chopin a Billie Eilish.
Charlotte ha dejado de trabajar para poder ocuparse de su familia y de la casa. Se ha encargado de las cenas, de recoger a sus hijos del colegio, de acompañarlos en todos sus cambios vitales (y adolescentes) y de escuchar los problemas laborales de Harry. Todo cambia cuando recibe una oferta para trabajar en la galería Kasabian. Charlotte se percata, entonces, de que su familia se ha acostumbrado a ella, a su figura, a tenerlo todo controlado bajo su paraguas de confort.
Sin ella, sus vidas son un caos. Le reprochan que llegue tarde a casa, que sus reuniones se alarguen y que se tome unos chupitos con sus compañeras de trabajo después de venderle un cuadro a Sam Smith. No para de recibir mensajes de sus hijos con dudas, sugerencias y problemas, pero éstos parecen haber olvidado que también tienen un padre que les puede ayudar. Agobiada, cansada y harta de ser el pegamento del método y la disciplina, Charlotte tira su teléfono y se olvida, aunque sólo sea por un momento, de todo y todos. Y... respira.
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El cinturón del infierno (y la menopausia)
Charlotte también protagoniza otra de las escenas más representativas de esta segunda temporada. Cuando acude a una tienda a comprarse un vestido para su primer día de trabajo en la galería Kasabian, se percata de que la ropa ya no le queda como antes y se siente incómoda.
El vestido que ha decidido comprarse incluye un cinturón que acentúa una barriga con la que no se identifica. Como ella misma enuncia más tarde, desde que tiene la menopausia le cuesta más perder peso. Se frustra. Se quita el cinturón rosa, se lo pone de nuevo. Lo retira. Lo pone. Lo tira, lo recoge. Una escena de indecisión que retrata a la perfección la frustración añadida del cuerpo fluctuante de la mujer.
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La moda de siempre (y la moda, siempre)
No son escenas emotivas. Tampoco inclusivas o representativas. Son las que otorgan movimiento a ese je ne sais quoi de la serie. La moda. Los looks de Carrie. Los icónicos, los horteras, los fashionistas y los imposibles. Aunque la ropa de la protagonista de la serie sea un poco más excéntrica que en los episodios originales (donde reinaban los vestidos vintage vaporosos y las combinaciones icónicas), en la segunda temporada de And just like that... también ha habido espacio para la experimentación y el decoro de las pasarelas.
Hay dos elementos que me gustaría destacar de la Carrie de la segunda temporada. El Moncler de Pier Paolo Piccioli (el director creativo de Valentino) que lleva en el episodio de la tormenta de nieve. Ese es el nivel que esperamos cuando hablamos de Carrie Bradshaw. También la incorporación de elementos virales propios de las fashionistas de TikTok, como el bolso de la paloma de JW Anderson.
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