Como homenaje a la vida de barrio que marcó su infancia, Mario Casas (A Coruña, 1986) escribió el guion de Mi soledad tiene alas en plena pandemia y junto a su pareja, la también intérprete Déborah François, con la que coincidió en el rodaje de El practicante. La cinta, protagonizada por su hermano Óscar Casas junto a Candela González, ahonda en la historia de un grupo de jóvenes que buscan apartarse de la precariedad que les rodea y con la que conviven a diario.
“Mi hermano Mario me ha hecho el regalo más bonito con esta película, me ha enseñado la profesión desde las tripas”, ha declarado Óscar Casas en una entrevista con Infobae España. Con tan sólo 24 años, el intérprete protagoniza la ópera prima de su hermano, una historia sobre aquellos adolescentes que, entre miseria, buscan cerrar sus heridas con la esperanza de mejorar su porvenir.
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“Siempre he tenido claro desde el principio que esto era una carrera de fondo y que había que ir currándoselo poco a poco, demostrando si valías o no. Así que nunca he tenido prisa, aunque sí es cierto que al principio de cuesta que te tomen en serio y también acceder a cierto tipo de papeles”, ha afirmado a este medio.
“Esa secuencia es un ataque de ansiedad”
Dada la exigencia que requería la interpretación de Dan (Óscar) y la confirmación por parte del hermano de Mario Casas de que este papel le ha enseñado, y exigido, mucho delante y detrás de las cámaras, han aparecido voces discordantes. El compromiso de Óscar Casas ha sido sublime, pero también ha recibido alguna que otra crítica. No en vano, los rumores apuntaban a que el pequeño de los Casas habría sufrido un ataque de ansiedad en pleno rodaje por los requerimientos interpretativos del personaje.
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“Él es un actor increíble, yo lo admiro y estoy muy orgulloso del trabajo que hace y ha hecho, pero quería llevarlo al límite”, explicó este lunes Mario Casas en el programa Así es la vida, dirigido por Sandra Barneda. “Esa secuencia es un ataque de ansiedad, es toma única y cuando cortan el equipo se va y me dejan con él. Lo he empujado a que intentara ser el personaje, a ser él realmente y hacerlo lo mejor posible”. “Lo he puteado un poco, hay cosas que no se pueden contar”, dijo entre risas.
Óscar habló de esa peligrosa escena que ha trascendido y en la que su personaje, Dan, vive una experiencia catártica. “No me dio a mí. O sea, es raro, pero no me dio a mí, le iba a dar a él”, explica a Infobae España en referencia al ataque de ansiedad que sufre en una escena de Mi soledad tiene alas. “Había vivido ya muchas cosas muy fuertes y hay un momento en el que tengo que explotar”, prosigue. “De repente se vivió un ataque de ansiedad”, confirma. “Necesitó soltar absolutamente todo”, indica sobre su personaje en un alarde de method acting, “y nunca me habría imaginado que el arte de la actuación podía trascender a algo tan real”.
Mi soledad tiene alas plasma la “esencia” de la infancia de Mario Casas, que viajó a Madrid “con 18 o 19 años para buscarme la vida y ese es un poco el viaje que hacen también en la película”, afirmó en el programa de tarde de Telecinco.
‘Method acting’
Imitar la voz hasta el punto de no retorno, copiar los gestos como si de un espejo se tratase y meterse en la piel del personaje a interpretar hasta llegar a un estado de osmosis, un paraje amniótico entre el intérprete y el interpretado. Así es el method acting, la fórmula interpretativa que lleva todo al límite con tal de acercase a la actuación redonda.
Así lo hizo Joaquin Phoenix en Joker, Austin Butler con Elvis, Lady Gaga al interpretar a Patrizia Reggiani en House of Gucci o Jeremy Strong con su icónico Kendall Roy en Succession. La obsesión por conseguir niquelar al personaje, por acercarse a su versión más certera y verdadera, lleva a muchos intérpretes al extremo de sus capacidades creativas. Parece que, tras su implicación, Óscar Casas también ha terminado viviendo los mismos traumas que su personaje en Mi soledad tiene alas.
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