La fiebre por adaptar novelas de Harlan Coben no pasa de moda. Sus obras de misterio resultan tan adictivas como repletas de vueltas de tuerca y eso le sienta de maravilla al thriller de suspense que tan bien funciona en las plataformas en formato serie. En ocho años se han hecho diez ficciones basadas en sus trabajos literarios para diferentes plataformas en varios países, entre ellos España a través de Netflix, que estrenó en 2021 El inocente, una apasionante intriga orquestada con su habitual virtuosismo por Oriol Paulo y con un espectacular reparto encabezado por Mario Casas, Aura Garrido, Alexandra Jiménez, José Coronado o Juana Acosta.
En los últimos años el ritmo ha seguido aumentando, siendo Netflix la cadena en streaming que más ha explotado el filón, con dos series protagonizadas por Richard Armitage, No hables con extraños y Quédate a mi lado. Ahora es Prime Video la que toma el testigo con Refugio, adaptación de la novela homónima (editada por Molino) que constituye la primera entrega de la Serie Mickey Bolitar (las demás no están disponibles en castellano).
Detectives ‘teenagers’
Si algo se diferencia de las anteriores versiones de Coben es que en esta ocasión se trata de una ficción juvenil, ya que su protagonista es un adolescente. Su nombre es Mickey Bolitar (Jaden Michael, uno de los niños de Wonderstruck: El museo de las maravillas, de Todd Haynes) y acaba de pasar por el trauma asistir a la muerte de su padre y al internamiento en una clínica psiquiátrica de su madre después de tener los tres un accidente de tráfico. Por eso ha tenido que cambiar de vida y trasladarse a vivir con su tía, Shira (Constance Zimmer) al antiguo barrio donde ambos hermanos vivieron su infancia, en New Jersey.
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En el nuevo vecindario no terminará de encajar y el ambiente en el colegio es de lo más extraño. Conocerá el primer día a una chica por la que se sentirá atraído, Ashely (Samantha Bugliaro), y desaparecerá sin previo aviso sin dejar rastro. Hay muchas más cosas que no terminan de encajar, al mismo tiempo que descubre una tétrica casa en la que vive una mujer solitaria a la que llaman ‘la murciélago’ (Tovar Feldshuh) y que para la leyenda local es una especie de bruja.
Junto a dos compañeros igual de excluidos y marginados que él en ese entorno estudiantil tan hostil, Cuchara (Adrian Greensmith) y Ema (Abby Corrigan) comenzarán a investigar todos estos hechos siniestros como se fueran un trío de detectives, sin darse cuenta de que se están enfrentando a fuerzas mucho más oscuras de lo que creen.
En realidad, parece una versión GenZ de Los Goonies que bebe igualmente del genio de Stephen King, pero con la habilidad para retorcer la narración de Coben, aunque en este caso el suspense sea de cocción algo más lenta en la que, eso sí, se acumulan elementos que a nadie se le ocurriría mezclar y que componen una amalgama irresistible: animadoras, supervivientes del Holocausto, viejas leyendas, espías, desapariciones de niños durante décadas y un rostro maligno que parece pervivir en el espacio y en el tiempo.
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