El precio del aceite de oliva continúa con su remontada en vertical que ha llevado a los consumidores a pagar 9 euros por un litro de virgen extra y, según fuentes del sector, su coste “seguirá al alza”. Esta escalada hay que atribuirla a la sequía, que redujo a la mitad la producción de aceite en la campaña 2022-2023, y a las malas previsiones para la campaña 2023-2024.
“La cosecha que tuvimos en la pasada campaña ha sido la peor del siglo XXI, con solo 660.000 toneladas producidas, cuando una campaña media en España oscila entre 1.300.000 y 1.400.000 toneladas″, asegura a infobae Cristobal Cano, secretario general de UPA Andalucía.
A esta merma del 50% hay que sumar, según el responsable de UPA, las “malas perspectivas” de cara a la cosecha 2023-2024: “Tenemos la certeza de que vamos a enlazar una segunda muy mala campaña debido a la sequía y a las altas temperaturas que se produjeron en la época de la floración, lo que supondrá dos malas campañas consecutivas, cosa que nunca se ha producido en nuestro sector”.
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Riesgo de desabastecimiento
La suma de la producción obtenida en estas dos campañas no alcanzará el volumen logrado en una campaña media, lo que podría provocar un desabastecimiento que impulse aún más los precios no solo en el mercado nacional también en el internacional, ya que España es el primer productor mundial de aceite de oliva y uno de cada dos litros que se consume en el mundo tiene su origen en nuestros olivares.
Cristóbal Cano asegura que los precios subirán de los 9 euros, pero no se atreve a cuantificar la remontada: “Todo indica que esta senda de crecimiento continuará. ¿Hasta donde?, es difícil de prever. Vendrá condicionada por la producción final del año que viene, pero todo hace pensar que será mala”.
Los consumidores no son los únicos damnificados por la subida. Según Juan Luis Ávila, secretario general de COAG Jaén, “el incremento del precio del aceite de oliva no beneficia a nadie” y ha descartado que se haya producido algún tipo de especulación por parte de los productores encaminada a subir los precios.
Caída del consumo
La carestía del aceite de oliva ya se ha notado en su consumo, que en el primer semestre de este año cayó en España un 51%, según recoge un estudio elaborado por expertos de la Universidad de Jaén. Indica que el consumo del aceite de oliva virgen y virgen extra bajó entre enero y junio más del 17%, sobre todo en formatos PET de 2 a 5, mientras que su precio respecto al mismo periodo del año anterior creció un 31%.
Cristóbal Cano ve lógica la caída del consumo, no solo por la subida de precios sino porque, tras la mala cosecha, el volumen de aceite es menor: “No podemos vender volúmenes de más de un millón de toneladas porque no los tenemos”.
A pesar de la escasez de aceite, o quizá debido a ello, la actual campaña de comercialización “marcha bien”, apunta Cano. “Llevamos 10 meses de campaña con una salida media mensual en torno a 90.000 toneladas, prácticamente llevamos vendidas 900.000 toneladas, lo que significa que la comercialización mundial de aceite no se está resintiendo”. No obstante, reconoce que “el volumen de consumo de años anteriores no vamos a igualarlo porque no hay el suficiente volumen producido”.
Sobre el riesgo de que las grandes cadenas de distribución puedan especular con el precio del aceite de oliva, Cano considera que para que esto no se produzca son necesarias medidas encaminadas a regular el mercado, además de la puesta en marcha de un observatorio de márgenes comerciales. Así, “se evitará que la gran distribución especule y no pueda ver en la actual situación una posibilidad de aumentar sus beneficios por encima de lo razonable”.
A su juicio, la regulación de los mercados es buena para todos porque generaría una estabilidad de los precios que beneficiaría a todos los eslabones de la cadena, desde el agricultor hasta el consumidor.
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